La muerte de Samurái fue violenta: Medicina Legal

La autoridad forense confirmó que la identidad del cuerpo hallado el 4 de enero en un paraje de Ciudad Bolívar corresponde al cantante de rap Héctor Éverzon Hernández Beltrán, de 33 años.

Redacción Bogotá
16 de enero de 2018 - 02:58 a. m.
Samurái, de 33 años, se presentó en dos versiones del festival Hip Hop al Parque. / Archivo particular
Samurái, de 33 años, se presentó en dos versiones del festival Hip Hop al Parque. / Archivo particular

El Instituto de Medicina Legal confirmó ayer que el cuerpo encontrado el pasado 4 de enero en una vereda del sector de El Mochuelo (Ciudad Bolívar) corresponde a Héctor Éverzon Hernández Beltrán, el rapero conocido como Samurái, de acuerdo con los resultados del cotejo genético practicado tanto a los familiares de la víctima como al cuerpo. Además se determinó que la causa de la muerte fue politraumatismo por elemento contundente.

A pesar de que las circunstancias que rodearon su deceso fueron violentas, según lo informó Medicina Legal, los seres queridos del artista aún no se explican cómo pudo perder la vida. La última pista que tuvieron de él data del 13 de diciembre y desde entonces las noticias fueron contradictorias. “Me dijeron que lo vieron en un bar en la carrera 4ª con calle 17, cerca del parque de los Periodistas, y que de ahí había salido con un muchacho en una bicicleta”, le indicó a este diario Luz Mery Beltrán, madre del rapero.

Tan pronto se dio inicio a una fuerte campaña a través de redes sociales, se especuló sobre los posibles paraderos de Samurái, entre ellos que estaba en la localidad de Bosa “junto a hombres extraños”, y también se dijo que había sido visto en un hospital. Pero no había información concluyente. Sólo se tenía la certeza de que el rapero no asistió a una presentación musical que tenía el pasado 17 de diciembre en Madrid (Cundinamarca), que era de lo único que hablaba en los últimos días. “Estaba muy emocionado con ese concierto”.

Esa fue la primera alerta. Pero la más preocupante ocurrió el 24 de diciembre, cuando no llamó a su mamá ni a su hija de 13 años para desearles feliz Navidad. Ese día su silencio encendió nuevamente las alarmas. A la madre y a sus familiares los vieron en Medicina Legal, en las Unidades de Reacción Inmediata y en los Centros de Traslado por Protección (antes conocidos como UPJ). Para ellos fue un alivio saber que el cuerpo de Samurái no estaba en Medicina Legal; eso les hizo pensar que seguía con vida. Sin embargo, también les causaba inquietud el hecho de que su paradero siguiera siendo un misterio.

El pasado 4 de enero, 20 días después de su desaparición, se informó del hallazgo de un cuerpo en un paraje boscoso de El Mochuelo, en Ciudad Bolívar, localidad en donde residía. El cuerpo estaba en alto grado de descomposición, lo cual les impidió ver sus tatuajes, principalmente el que tenía en el brazo derecho. Las primeras versiones indicaron que se trataba de Hernández Beltrán, debido a que supuestamente le habían encontrado su cédula y su tarjeta del SITP. “A mí no me han confirmado nada. Yo no creo”, dijo entonces Luz Mery Beltrán. En ese momento quedó en manos de Medicina Legal la confirmación de la identidad del cuerpo.

A partir de entonces, mientras sus allegados empapelaban la ciudad con afiches con los que se buscaba dar con su paradero, al cuerpo hallado en Ciudad Bolívar le fueron practicadas varias pruebas, entre ellas la carta dental. Al mediodía de ayer, Beltrán fue citada para realizar un último examen. Tres horas después se hizo oficial que el cadáver hallado el 4 de enero era el de Samurái. Ahora, la Fiscalía General de la Nación será la encargada de esclarecer los motivos de la desaparición y muerte del artista.

“No tiene enemigos”, insistía Daniel, el hermano de Samurái. Para demostrarlo, exhibían las letras de sus canciones, las cuales hacían referencia a lo que sus allegados consideran “profundas reflexiones sobre su visión del mundo”. Ese fue el sello que dejó en ellas.

Su obra

Samurái se salía de todos los esquemas que han tratado de imponerle al rap. Sus letras no hablaban de drogas ni de dinero y cuando se refería a la vida en las calles, no lo hacía de manera explícita, sino que recurría a alegorías. Más allá del estilo de relatar sus historias, la obra que dejó Samurái está marcada por reflexiones sobre el sentido de la vida, el amor, la soledad y la muerte. Así, con letras y pistas oscuras, muchas producidas por él mismo, plasmó su deseo por hacer del rap un vehículo para llevar su mensaje.

Con su propio sello discográfico, Sangre Oculta Rec., Samurái alcanzó a grabar cuatro discos entre 2005 y 2016: Letras para el alma, Sangre sobre el pentagrama, La edad de la demencia y El funeral del tiempo. Se presentó dos veces en el festival Hip Hop al Parque, al que siempre le intentó limpiar la imagen: en 2015 hizo parte de la fundación del Crew de Paz, que quería darle un giro radical al certamen. Aunque no lo logró, y tampoco pudo cumplir su promesa de “siempre volver”, como reza una de sus canciones más icónicas, Samurái se hace eterno, no sólo entre sus familiares y allegados, sino entre todo un movimiento que jura no dejar en el olvido su legado.

Por Redacción Bogotá

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