Los pecados que más cometen los ciclistas en la ciudad

El Distrito realizó una encuesta a 500 personas, en la que se reveló que entre los comportamientos negativos más frecuentes de los biciusuarios está transitar en el margen izquierdo o en contravía.

Laura Dulce Romero
18 de febrero de 2017 - 03:28 a. m.
Al día se movilizan en la capital  640.000 personas.  / Archivo
Al día se movilizan en la capital 640.000 personas. / Archivo

La cantidad de biciusuarios aumenta cada año en Bogotá. Según cifras oficiales, actualmente por día se movilizan 640.000 personas, 30 % más que en 2015. Si bien la cifra es alentadora para una ciudad que padece tantos problemas de movilidad, preocupa que también se han incrementado los accidentes que involucran a ciclistas. De hecho, cada cinco días muere uno en las calles. (Lea: Cada cinco días muere un ciclista en Bogotá)

Son varias las causas detrás de estos indicadores. Una de ellas, la imprudencia de los biciusuarios. Para identificarlas con precisión, la Secretaría de Movilidad realizó un sondeo a 500 personas sobre el uso de la bicicleta, que entre muchas cosas, reveló cuáles son los comportamientos negativos en los que incurren los ciclistas. Los resultados arrojaron que el primer puesto lo ocupó transitar en contravía (30 %), seguido del exceso de velocidad (23 %) y transitar por el margen izquierdo (20 %). También, está movilizarse por las aceras (14 %), adelantar por la derecha (14 %) y usar la bici en puentes peatonales (13 %). 

En el sondeo, que funcionará como herramienta para que la Administración consolide su política pública de bicicletas, también están las soluciones que plantean los biciusuarios para mejorar su seguridad vial. La mayoría considera que usar reflectivos (91 %) y luces (96 %) podría salvarles la vida y mejorar las condiciones de su viaje. En cuanto a condiciones externas, aseguran que el alumbrado es clave (91 %).

Así como reconocieron que algunos usuarios cometen errores también manifestaron su inconformismo con la infraestructura. El 48% de los participantes cree que las condiciones de las ciclorrutas son muy regulares y solo el 5% considera que la iluminación es buena. A pesar de esto, la mayoría prefiere andar en la ciclorruta sobre la calzada (53 %) y sobre el separador (48 %).

Juan Pablo Bocarejo, secretario de Movilidad, afirma que las cifras son reveladoras, porque comprueban que “las personas son propensas a aceptar los riesgos, porque no son conscientes de ellos. Muchos ni siquiera perciben los errores”. Eso no quiere decir, asegura el funcionario, que sean buenos o malos ciclistas, pues cree que uno de los grandes problemas de abordar a los actores de la movilidad es la generalización negativa. Si bien hay un porcentaje que comete imprudencias, hay otro que respeta las normas. Resalta, por ejemplo, que en Bogotá hay un buen uso del casco.

La tarea ahora, advierte Bocarejo, es hacerles entender que si no acatan las reglas, se pueden ver afectados en accidentes que dañarán su vida. Reconoce que falta trabajar este tema y anuncia que la estrategia se enfocará no solo en infraestructura, sino también en explorar la teoría de la homeostasis del riesgo para generar impactos en la gente.

Dicha teoría fue creada por el canadiense Gerald White, profesor de la Universidad de Kingston (Ontario) y lo que sugiere que todos nacemos con un nivel de rechazo al riesgo, que se modifica a lo largo de la vida. Cuando una circunstancia produce un shock que lo altera, la gente tiende a compensarlo, teniendo actitudes más conservadoras o más arriesgadas, dependiendo del grado del shock.

“Vamos a inlcuir más psicólogos en nuestras estrategias. Preparamos una campaña que pone al ciclista como héroe urbano, que toma una decisión que no es la más cómoda: hacer un esfuerzo físico, buscar un estacionamiento, estar a la merced del tráfico. Además de aplaudirlos, queremos convertirlos en caballeros o damas de la vía, que sean ejemplares cumpliendo las normas”.

Para Carlos Alarcón, integrante de BiciEscuela, colectivo que les enseña a las personas a usar este medio de transporte, la mayoría de las imprudencias se cometen porque los ciudadanos deciden utilizar la bicicleta sin antes tener un entrenamiento. “No es lo mismo que yo sepa montar bici en el parque, que ser un biciusuario. Tengo que aprender las normas de la vía, utilizar los cambios de acuerdo con las pendientes, usar siempre elementos de protección, instruirme en cómo moverme en la calzada, en bicicarriles, en ciclorrutas, y hasta hacer un curso de mecánica básica en caso de pincharme”.

Distante de lo que asegura Bocarejo, para Alarcón, los principales errores son la falta de uso de reflectivos y del casco. Considera que aún los ciclistas bogotanos no se reconocen como actores fundamentales en la vía y por eso cometen estos y otros errores (que no están en la encuesta), como conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas.

Los espacios de aprendizaje, advierte Alarcón, hacen falta en la ciudad. La BiciEscuela está conformados por amantes de la bici, que quieren incrementar su uso en Bogotá y formar excelentes ciclistas en la vía, para así contribuir con la disminución de las críticas cifras de seguridad vial. A partir de su ejemplo, el Distrito decidió impulsar una estrategia de creación de escuelas para quienes quieran asumir el reto de ir en dos ruedas.

El integrante de BiciEscuela recomienda a quienes quieran movilizarse en este transporte sostenible que, mientras se mejoran los evidentes problemas de infraestructura, se prepare muy bien: “Dominen su vehículo, compren todos los elementos de precaución y sean juiciosos estudiando sus recorridos más frecuentes. Alarcón insiste en que una vez se monta en la bici, no la dejará jamás, porque le ayudará a su salud, a su bolsillo y a su ciudad”.

 

Por Laura Dulce Romero

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