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No, no son masajeadores de pies: le explicamos qué son las señales podotáctiles

Bogotá cuenta con 50 millones de metros cuadrados de estas baldosas, las cuales llegaron hace más de diez años y hasta tienen su propio día en Colombia.

Diego Ojeda
21 de abril de 2021 - 03:51 p. m.
Las baldosas con puntos indican que el andén está próximo a terminar o que se está pasando enfrente de un parqueadero.
Las baldosas con puntos indican que el andén está próximo a terminar o que se está pasando enfrente de un parqueadero.
Foto: INCI

Mientras camina por la calle ¿alguna vez ha visto baldosas con relieve en forma de líneas o puntos? Algunos creen que sirven para masajear los pies; otros, para canalizar el agua; y otros aseguran que son antideslizantes para usar en los días lluviosos. Ninguno tiene la razón.

Estas baldosas, denominadas podotáctiles, sirven para guiar a las personas con discapacidad visual mientras transitan por la calle. Lo que hacen es fijar un sendero que les garantiza caminar por el centro del andén, y no por ninguno de sus costados, donde se pueden tropezar con los anuncios de establecimientos comerciales, o correr el riesgo de caer en la vía.

Aunque su inclusión en el país se remonta a hace más de una década, la invención de estas baldosas es de hace más de 50 años, las cuales son producto del ingenio del japonés Seiichi Miyake. Según el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), la capital cuenta con más de 50 millones de metros cuadrados de baldosas o superficies podotáctiles.

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Si bien su uso es para personas con discapacidad visual, es importante que toda la ciudadanía conozca su propósito pues, como lo asegura el director del Instituto Nacional para Ciegos (INCI), Carlos Parra Dussan, es común que estos se vean obstaculizados por personas que dejan sus carros mal parqueados, vendedores informales que colocan sus productos en este sendero, y hasta constructores de andenes que piensan que es algo decorativo y organizan las baldosas de tal forma que conduzcan a un árbol.

Dussan explica que existen por lo menos dos tipos de estas baldosas. Unas, que tienen un relieve en forma de líneas y que indican que puede transitar seguro, y otras, que tienen un relieve en forma de puntos e indican que se va a terminar el andén o que va a pasar en frente de un parqueadero.

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Si bien la capital ha demostrado avances en esta materia, pues gran parte de los andenes de sitios estratégicos cuentan con estos senderos, su uso debería masificarse a toda la ciudad, llegando hasta los barrios, pues han demostrado ser de gran utilidad para la población con discapacidad visual.

Otra mejora que puede hacerse es que sean de color amarillo, y no del mismo color del concreto, pues de esa forma es más fácil que los identifiquen personas con visión reducida. El IDU asegura que trabajarán en esa materia, pues se encuentran a la espera de un nuevo material, que es un cemento con esa pigmentación para que el color permanezca aún con el desgaste normal que tienen este tipo de baldosas.

¿Una ciudad con cultura inclusiva?

Según Dussan, no basta solo con baldosas, pues en el espacio público se requieren de otros elementos para garantizar una movilidad segura. Ejemplo de esto son los semáforos con señal sonora, los cuales carecen de presencia en la totalidad de la ciudad.

También está el problema del hurto de las tapas de servicios públicos, como las de los contadores, las cuales se convierten en peligrosas trampas para este tipo de población.

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A esto se suma el transporte público. Es un avance el que los paraderos del SITP cuenten con una placa plástica azul con las rutas escritas en braille, pero a muchos les causa curiosidad y terminan arrancándole los puntos. En los buses, no todos tienen activado el sistema sonoro que indica el orden de las paradas o, cuando lo tienen, en algunos casos estas se encuentran corridas. Basta con ponerse en los zapatos de una persona con discapacidad visual para darse cuenta lo complicado que puede ser movilizarse en una ciudad como Bogotá.

A esto se suman las ciclorutas, en las que muchos ciclistas no comprenden que entre aquellos que se cruzan en su camino puede haber personas con discapacidad visual, y terminan insultándolos o pasándoles por el lado e hiriéndolos, sin que estos sepan que están invadiendo su espacio.

En suma, para consolidar una ciudad más inclusiva en esta materia, se requiere que el Distrito continúe con su inversión en infraestructura, pero también, que la ciudadanía sea consciente que el espacio público se comparte con personas que tienen discapacidad, y que lo mínimo se puede hacer es no obstaculizar su tránsito.

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