Internet, ¿el motor de una nueva carrera espacial?

La conexión a internet a través de satélites ha desatado una dura competencia entre empresas de tecnología de todo el mundo, con Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, a la cabeza.

Redacción Ciencia e Ivan Couronne (AFP)
09 de mayo de 2019 - 01:03 p. m.
Se estima que el acceso a internet a través de satélites serán una realidad dentro de cinco o diez años.  (Imagen de referencia) / Pixabay
Se estima que el acceso a internet a través de satélites serán una realidad dentro de cinco o diez años. (Imagen de referencia) / Pixabay

La locura ha ganado al sector espacial desde que el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, permitió que se filtrara su último proyecto, bautizado Kuiper: 3.236 satélites a 600 kilómetros de altura para inundar la Tierra de Internet a alta velocidad. 

Ofrecer una red de redes a una velocidad extrema incluso en los desiertos digitales es también el objetivo de la empresa OneWeb, que este verano comenzará a fabricar dos satélites diarios en Florida. Su meta es tener una constelación de más de 600 lista para funcionar en 2021. (Puede interesarle: Más de la mitad del mundo sigue sin acceso a internet)

SpaceX, del magnate estadounidense Elon Musk, también es activa en este plano. La sociedad fue autorizada a instalar 12.000 satélites a distintas alturas. Esta maraña de objetos espaciales será conocida como la constelación Starlink.

La gran pregunta que dejan estos ejemplos– que son solo unos cuantos de los “emprendimientos” espaciales vigentes– es: ¿Hay espacio para tres, cuatro, cinco operadores de Internet en el espacio?

En las sesiones públicas y los pasillos del gran salón internacional Satellite 2019, que se desarrolla en Washington esta semana, los profesionales del sector dicen que temen que se produzca un enfrentamiento muy costoso. Sobre todo si Jeff Bezos, que creó Amazon, decidiera liquidar a la competencia ofertando precios muy bajos por su servicio de internet desde el espacio.

"Jeff Bezos es lo suficientemente rico" como para lograr que sus rivales desaparezcan, dijo a la AFP Matt Desch, director general de Iridium Communications.

Iridium sabe de bancarrotas. En los años 1990, la firma lanzó un teléfono satelital, un "ladrillo" que costaba 3.000 dólares y 3 dólares el minuto de comunicaciones. Casi nadie lo adquirió, poco antes de que aparecieran los celulares.

Tras su declaración de quiebra, la empresa fue relanzada y este año terminó de renovar el conjunto de su constelación: 66 satélites que ofrecen conectividad en todo el planeta a clientes institucionales como barcos, ejércitos o empresas. Pero no lo hace a alta velocidad.

"El problema es que los satélites necesitan miles de millones de dólares de inversiones. Si uno no invierte, genera una suerte de invierno nuclear para todo el sector durante diez años. Fue lo que pasó", señala Matt Desch.

"Les deseo éxito a los nuevos", agrega el empresario. "Espero que no les lleve treinta años lograrlo, como nos pasó a nosotros".

Desigualdades latentes 

Disponer de Internet desde el espacio es útil sobre todo en las zonas aisladas, ya que en las ciudades los usuarios ya cuentan con fibra óptica o cable.

El crecimiento de este sector no es nada despreciable: el año pasado, Naciones Unidas dio a concoer un informe en el que demostró que 3.800 millones de personas aún no tienen acceso a internet en el mundo. Es decir: la mitad de la población mundial está aislada de la World Wide Web.

El gran problema siempre ha sido que llevar la fibra óptica o el cable  estas zonas remotas del planeta es costoso y complejo. Cualquier falla de funcionamiento en estas zonas aisladas, requeriría horas e incluso días para repararse.

En una constelación de satélites, en cambio, desde cualquier punto del planeta se puede apreciar uno o varios satélites en el cielo: una sola antena sería suficiente para recibir directamente Internet a muy alta velocidad.

"Es como una antena celular muy alta", simplifica Al Tadros, de Maxar, un constructor de satélites.

La otra ventaja de las constelaciones anunciadas es que volarán a relativamente baja altura, lo que reducirá el tiempo de respuesta ("la latencia"), tan crucial para la fluidez de conversaciones y los juegos de video, por ejemplo.

El problema de las zonas aisladas es que no hay tantos clientes rentables.

Ese fue el motivo por el cual OneWeb redujo sus ambiciones iniciales y se concentrará en primer término en ofrecer Internet en aviones y en barcos, donde la demanda es enorme.

"Para sobrevivir en los primeros años hay que apuntar a lo que da dinero, es decir los sectores marítimo y aéreo", dice la analista Shagun Sachdeva, del bufete Northern Sky Research.

El problema de este enfoque es que podría aumentar aún más las ya existentes brechas de desigualdad digital, al llevar internet ultra veloz a quienes tienen con qué pagarlo, pero no a quienes lo necesitan. El informe de Naciones Unidas señaló que la brecha digital deja por fuera de manera especial a mujeres y comunidades rurales pobres de servicios educativos, de negocios y otras oportunidades que el internet puede proveer.

¿Cuántos proyectos de constelaciones morirán? "Muchos". ¿Cuántos sobrevivirán? "Tal vez dos", dice Sachdeva, quien aclara que el Internet en el espacio no se generalizará hasta al menos cinco o diez años.

Amazon está apenas en los comienzos. Uno de los obstáculos que se le presenta tiene que ver con los derechos de acceso al espectro de frecuencias.

Michael Schwartz, del operador Telesat, que prepara su propia constelación para empresas, afirma que "la gente no presta demasiada atención a la necesidad de obtener derechos sobre el espectro".

Pero las ventajas comparativas de Amazon son evidentes. El grupo dispone de una formidable infraestructura informática en tierra, que podrá respaldar su red satelital.

Bezos financia a su vez su propia empresa de cohetes, Blue Origin, que podrá asumir, a un precio competitivo, las decenas de lanzamientos necesarios a la constelación.

El director financiero de OneWeb, Thomas Whayne, reconoció el lunes en un panel las ventajas de su competidor: "Si son serios, lo harán, y lo harán bien".

Por Redacción Ciencia e Ivan Couronne (AFP)

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