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Arya y Sansa Stark: bailando con lobos

A pocos días del estreno de la última temporada de Juego de Tronos, en El Espectador analizamos la evolución de cada uno de los personajes principales y su posible final. A continuación, hablamos de las hermanas Arya y Sansa Stark.

Juliana Vargas @jvargasleal
05 de abril de 2019 - 05:39 p. m.
Sansa y Arya Stark, protagonistas esenciales de Juego de Tronos. El sueño de la primera era ser una dama, y el de la segunda, una guerrera. Ambas lo han logrado / Cortesía HBO
Sansa y Arya Stark, protagonistas esenciales de Juego de Tronos. El sueño de la primera era ser una dama, y el de la segunda, una guerrera. Ambas lo han logrado / Cortesía HBO

“Silenciosa como una sombra. Tranquila como las aguas en calma. Rápida como una serpiente. Veloz como un ciervo. Fiera como un carcayú. El hombre que teme la derrota ya ha sido derrotado. El miedo hiere más que las espadas. El miedo hiere más que las espadas. El miedo hiere más que las espadas”

“La norteña, la chica de Invernalia. Nos han dicho que mató al rey con un hechizo y se transformó en un lobo con alas de murciélago para salir volando por la ventana de una torre”.

Desde el comienzo de “Juego de Tronos”, George Martin inicia con un baile muy particular. “Adelante si quieres, bailemos”, le dice Ser Waymar Royce a un Caminante Blanco en el prólogo, pues un baile no es sólo un conjunto de pasos al ritmo de la música. Un baile también es seducción mortífera, es una Danza de Dragones convertida en muerte y sangre, es la última cadencia que pocos quieren seguir.

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Sin embargo, hay dos personajes que no le tienen miedo, y que incluso lo disfrutan. Aprender a bailar no fue sólo difícil, fue traumático, fue sangriento, pocos habrían sobrevivido, y Sansa y Arya Stark lo consiguieron.

El comienzo de este camino se remonta a cuando aún tenían sueños. Arya deseaba luchar; Sansa quería casarse con un príncipe, vivir de canciones y criar sus hijos. Para eso, cada una tiene tuvo maestros.

Sansa tuvo a su madre Catelyn y a la Septa Mordane, quienes le enseñaron a ser cortés. En la primera temporada, la cortesía para Sansa no fue más que un racimo de lecciones que iba deshojando dependiendo del momento y de la persona con quien estaba. Trató bien a Cersei, supo quién era Barristan Selmy, Lord Comandante de la Guardia Real; supo cantar, tejer, e incluso sonrojarse. En conclusión, ella “era una niña buena, y siempre cuidaba sus modales”.

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Arya era todo lo contrario. Se mantenía embarrada, no escuchaba a nadie y la irreverencia la dominaba.

“Sansa sabía con qué tipo de gente le gustaba charlar a Arya: escuderos, mozos de cuadra, sirvientas, ancianos, niños desnudos (…)

—Tienes que venir conmigo. No puedes desobedecer a la Reina”

Arya hizo caso omiso”

Ned conocía muy bien a sus dos hijas, y actuó en concordancia. Obedeció a Catelyn y prometió a Sansa con Joffrey, y sorprendió a Arya con un “maestro de baile”. En este punto, Arya inicia su evolución:

“—¿Quién eres tú? —preguntó Arya

—Soy tu profesor de baile. —Le lanzó una de las espadas de madera.

—Muy bien, con la izquierda (…) Tienes que cogerla con destreza y con delicadeza a la vez, chico (…) Chico, chica. Qué más da. Eres una espada (…)

Ahora, empezaremos a bailar. Recuerda que esto no es la danza del hierro de los occidentes, la danza de los caballeros, todo golpes y mandobles. No, esta es la danza del agua, rápida y repentina”.

Con Syrio Forel, Arya aprendió que no todo es fuerza y hierro. También se trata de movimiento y, como los hombres están hechos de agua, cuando los pinchas con una Aguja, hasta ellos pueden morir a manos de una niña.

De parte de Sansa, empieza a realmente utilizar la cortesía como arma cuando se ve sin padre, sin hermanos y desprotegida; cuando se ve como una princesa encerrada en la torre. Abandonada en medio de leones, la cortesía ya no es algo que se usa para actuar correctamente en la corte, sino una forma de protección.

La primera vez que vemos la cortesía como arma es cuando Tyrion vuelve a Desembarco del Rey en la segunda temporada:

“Sansa tuvo la sensación de que debía intervenir. ¿Qué le decía siempre la Septa Mordane? “La cortesía es la armadura de las damas”, eso. Se puso la armadura.

—Yo lamento que mi señora madre os tomara prisionero, mi señor (…)

—¿Es la pena por la pérdida de vuestro señor padre lo que os pone tan triste?

—Mi padre era un traidor —respondió Sansa al momento—. Era un reflejo que había aprendido demasiado deprisa”.

Esta cita es la que sienta las pautas de la trama de Sansa, la cual gira en torno al “comportamiento cortés”. En el Medioevo, esto estaba lejos de significar “respeto” o “buenos modales”. Cuando Sansa habla de su cortesía, no sólo se refiere a ser respetuosa. Es todo un código de qué se espera de ella como Dama, y eso incluye saber cosas de otros nobles y señoras. Por ejemplo, ser consciente que no podía casarse con Loras porque era miembro de la Guardia Real, o saber qué casa es vasalla de otra, o percatarse de que lo que más le duele a Joffrey es que le recuerden que no se comporta como rey. En suma, es una herramienta que la ayuda a saber qué esperar de los demás y qué desean, e incluso la ayuda a empatizar con ellos.

“¿Entraréis en combate al frente de vuestros caballeros? (…) Se dice que mi hermano Robb siempre está en lo más fragoroso de la batalla —dijo sin pensar—. Aunque claro, es mayor que Vuestra Alteza. Es un hombre adulto.

Aquello hizo que frunciera el ceño”.

Si Sansa debe aparentar cortesía mientras, por dentro, debe recordarse constantemente que es una Stark de Invernalia, Arya no se queda atrás. Le cortan el pelo, se aferra a su espada Aguja, se trata de tú a tú con los demás chicos que viajan hacia el Muro; pero a veces le cuesta, a veces no deja de ser una niñita igual a Sansa.

“Desde aquí parece igual que el que hay en Invernalia”. Deseaba que lo fuera. Entonces, cuando bajara, estaría en casa, y tal vez encontrara a su padre sentado bajo el arciano, como tantas otras veces”

“—Eres una chica

—¡Mentira!

—Entonces sácate la picha y ponte a mear. Venga.

Arya se mordió el labio. Recordó lo que le había dicho Yoren el día que le cortó el pelo. “De este grupo, la mitad te entregarían a la Reina en menos de lo que se tarda en escupir (…) La otra mitad haría lo mismo, sólo que te violarían antes”.

No importa qué tanto cueste, no importa cuánto extrañe su casa. Arya debe olvidarse de sí misma si quiere sobrevivir. Es Arya Caracaballo, y Arry la comadreja, y sobre todo, el Fantasma de Harrenhal, porque en un lugar maldito en el que torturan, matan y esclavizan, el mejor remedio es olvidarse en ritmos que parecen de otros tiempos y lugares remotos.

“Ayudadme, antiguos dioses —rezó en silencio—. Haced de mí una danzarina del agua, una loba, y que no vuelva a tener miedo nunca más”.

En medio de la desesperanza y la maldición de columnas bajo cenizas de dragón, Arya encuentra a su segundo maestro. Si Syrio Forel le enseñó a pelear, Jaqen H’ghar le dio un móvil:

“—Tres vidas obtendrás de mí. Ni más ni menos. Tres y todo termina (…)”

Jagen H’ghar le dio un motivo para rezar, para tener una oscura esperanza.

“Weese —susurraba para empezar—. Dunsen, Chiswyck, Polliver, Raff el Dulce, Cosquillas y el Perro. Ser Gregor, Ser Amory, Ser Ilyn, el rey Joffrey, la reina Cersei”

Si se olvidaba de ellos, si se olvidaba aunque sólo fuera de uno de ellos, ¿cómo podría encontrarlo y matarlo?”

La mortal y dulce venganza, que levanta a los caídos y hunde a quien no tiene nada más que perder, llegó a salvar a Arya. Se disfrazó de vino para actuar de veneno; pero si algo necesitaba el corazón de Arya, era ser inmune al dolor y recibir la venganza como una vieja amiga.

Por otro lado, los enemigos de Sansa se disfrazaron de mentores, y Sansa no desaprovechó la oportunidad.

“La Reina bebió un sorbo de vino—. Si fuera otro el que se encontrara ante nuestras puertas, podría tratar de seducirlo. Pero es Stannis Baratheon. Me resultaría más fácil seducir a su caballo. —Vio la expresión dibujada en el rostro de Sansa, y se echó a reír—. ¿Os escandalizo, mi señora? No seas idiota. Las lágrimas no son la única arma de la mujer. Tienes otra entre las piernas, y más vale que aprendas a usarla. Ya verás cómo los hombres utilizan a menudo sus espadas. Los dos tipos de espadas.”

Mientras Tyrion y el Perro luchaban con espadas y hachas, Cersei asumió el rol de educadora para enseñarle a hacer de su sexualidad un arma. Y, si bien para este punto de la historia la sexualidad actúa en contra de ella y no sabe cómo aprovecharla, existe otra arma mucho más efectiva.

He escuchado que el veneno es el arma de la mujer”, y una princesita que acostumbraba a hacer lo que le ordenaban, envenena a su esposo, el rey Joffrey, se esconde tras una capucha y escapa. Cuidado, que una loba con alas de murciélago acaba de salir de la torre.

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Y cuidado con la segunda loba, con aquella que le entregó su vida a la venganza, y a la oscuridad de aquellos que deben olvidarse de sí mismos, y a la fiereza convertida en sangre. Cuidado con aquella loba que tuvo de mentores al Maestro Arquetípico, al Embaucador y ahora al Perro, al Antihéroe, al Caballero Oscuro. El viaje que Arya compartió con el Perro es la conclusión de una niña que destroza su infancia a pinchazos para convertirse en una criatura más que en una mujer. En un mundo de hombres, violaciones, y muerte de plebeyos como si fueran moscas, debes también hacer tuyas su deshumanización y su suciedad. Debes matar y lavarte la sangre, caminar sin pensar en más, y clavar a Aguja por el extremo puntiagudo”:

“—¿Dónde está escondido el oro de la aldea? —le gritó mientras le clavaba la daga en la espalda—. ¿Plata, piedras preciosas? —Lo apuñaló dos veces más—. ¿Hay más comida? ¿Dónde está Lord Beric Dondarrion? —Estaba encima de él y lo seguía apuñalando—. ¿Qué dirección tomó? ¿Cuántos hombres llevaba? ¿Cuántos caballeros. Cuántos arqueros. Cuántos hombres de a pie, cúantos, cuántos, cuántos, cuántos? ¿Dónde está escondido el oro de la aldea?

Cuando Sandor consiguió apartarla de él, ya tenía las manos rojas y pegajosas”.

Cuidado con esta loba de garras afiladas y dientes ensangrentados, que ya no es Arya Stark, ya no tiene más lágrimas que derramar.

Sin embargo, Sansa es capaz de llorar por las dos. Luego de escapar de Desembarco del Rey con ayuda de Petyr Baelish, Sansa se ve obligada a encubrir el asesinato de Lysa Tully, y no hay mejor persona para dicha tarea.

“Petyr se situó detrás de ella y le puso las manos en los hombros, con cariño—. Ya sé lo difícil que es para ti, Alayne, pero nuestros amigos tienen que oír la verdad.

—Sí (…) lo que vi…Estaba con Lady Lysa cuando… —Una lágrima le rodó por la mejilla. “Muy bien, llorar está bien”—. Cuando Marillion…la empujó”.

Claro que sí, llorar está bien, está muy bien. La misma Reina Cersei se lo enseñó: “Lágrimas —dijo despectivamente a Sansa mientras se llevaban a la joven—. Mi madre decía que eran el arma de la mujer”, y, si bien en muchas ocasiones Sansa está aterrada de lo que sucede alrededor, Meñique, su nuevo mentor, le enseñó a usar ese miedo a su favor.

Antes, el miedo la impulsaba a usar la cortesía como armadura. Cuando Joffrey iba a ejecutar a ser Dontos, Sansa protestó, para luego encubrir su error mintiéndole a Joffrey: Ejecutar a alguien en el día de su nombre traía mala suerte. Cuando le dijo que enfrentaría a Robb en combate singular, Sansa le contestó “me gustaría ver aquello, su Alteza”, mientras se regodeaba en la imagen de un Joffrey muerto y un Ned vengado. Este uso de la cortesía le otorga a Sansa una comprensión instintiva de las motivaciones de los demás. Tanto ella como el lector saben que Joffrey es lo suficientemente narcisista como para no rechazar un cumplido ni contradecirse a sí mismo. Ella toma las palabras de Joffrey y las tergiversa para parecer que está halagándolo en lugar de insultándolo.

Asimismo, este entendimiento le permite saber qué desean los demás. Incluso Tyrion, uno de los personajes más inteligentes, es engañado por este peculiar uso de la cortesía como armadura.

“—He de confesar que no sé gran cosa de los antiguos dioses —dijo en un intento de ser agradable—. Tal vez algún día me puedas enseñarme. Y podría acompañarte…

—No —replicó Sansa al instante—. Eres…muy amable, pero…no hay ceremonias, mi señor (…) Sólo árboles. Os aburriríais (…)

“Me conoce mejor de lo que creía”.

Lo que hace Meñique es transformar esta habilidad para ver las vulnerabilidades y deseos de otros en un arma. De defenderse, Sansa se adelanta para atacar, hasta adueñarse políticamente del Valle. Igualmente, es más consciente de su sexualidad y sobrevive a su segundo esposo. Si entregó al primero al veneno Estrangulador, por qué no entregar el segundo a los perros y convertirse en la viuda negra de Poniente, por qué no ser la bruja que se convierte en murciélago y beber de la sangre de sus difuntos esposos. Y, sobre todo, dominó el arte del baile. Si hay algo que Sansa ame, es la danza. Precisamente, en los bailes es donde Sansa es ella verdaderamente, donde se siente cómoda e incluso reta a Joffrey. La danza para Sansa es equivalente a la felicidad:

Joffrey estaba muerto, estaba muerto, estaba muerto, muerto. ¿Por qué estaba llorando, cuando lo que quería era bailar? ¿Eran lágrimas de felicidad?”

A su cortés y particular manera, Sansa baila tanto como Arya. Si el sueño de la una era ser una guerrera, la otra quería ser una Dama, y ambas lo han logrado. Cada una evolucionó de una manera única para, al final, ser las dos caras de una misma moneda. La una clava una Aguja por el extremo puntiagudo, la otra teje una red de cumplidos, mentiras y manipulaciones; la una se refugia en la venganza y en el olvido de sí misma; la otra en la romantización del pasado y el hogar, tal como lo hacen los bardos en sus canciones; la una es la deconstrucción del héroe, la otra lo es de la princesa de los cuentos de hadas; la una es una Nymeria, la otra es una Dama, tal como sus lobas.

Aún así, en el fondo, ambas siguen siendo hijas de Ned Stark, siguen siendo parte de una manada. Se pueden olvidar de sí mismas, pueden aprender de reinas, sinsajos, antihéroes y Embaucadores; pero, en su núcleo, continúan siendo las niñas que, alguna vez, salieron de la protección de Invernalia

Aguja era Robb, Bran, Rickon, su madre y su padre, hasta Sansa. Aguja era los muros grises de Invernalia y las risas de sus habitantes. Aguja era las nieves de verano, los cuentos de la Vieja Tata, el árbol corazón con sus hojas rojas y su rostro aterrador, el cálido olor a tierra de los jardines de cristal, el sonido del viento del norte contra los postigos de su habitación. Aguja era la sonrisa de Jon Nieve"

Así que, cuidado, cuidado con estas lobas que ya han vuelto a casa. Puede que bailen, y eso puede resultar mortal. No hay nada más peligroso que lobos en manada. Puede que den vueltas en derredor, puede que terminen gobernando las tierras sobre la nieve. Puede que dicten la cadencia a la cual los demás deberán bailar.

—Lady Sansa (…) ¿Me concederéis el honor de este baile, si vuestro señor esposo da su permiso?

—Mi señora puede danzar con quien le plazca”.

 

Por Juliana Vargas @jvargasleal

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