El Magazín Cultural

Bellas francesas: La literatura no tiene fronteras

El festival de literatura ‘Bellas Francesas’, en su 5ª edición, que se llevó a cabo del 21 al 27 de marzo,  bajo la dirección de Januario Espinosa y que fue coordinado en Colombia por Carole Sánchez Albarracín, dentro del marco del año Colombia-Francia, ofreció a los jóvenes universitarios la posibilidad de encontrarse y dialogar sobre la tarea de tres escritores franceses: Carole Zalberg, Fréderic Couderc y Stéphane Chaumet.

Luz Clemencia Pérez Martin
01 de abril de 2017 - 03:00 p. m.
La escritora francesa Carole Zalberg, autora de la novela 'Fuego por fuego'.  / Cortesía
La escritora francesa Carole Zalberg, autora de la novela 'Fuego por fuego'. / Cortesía

A Francia la identificamos  por ser cuna del arte, la música, las letras. La literatura francesa es una de las más antiguas de Europa, los primeros poetas europeos fueron franceses y su aporte cultural se ha extendido por todo el mundo.

Adentrarse en el ejercicio del poeta y del escritor, ir por sus calles y sus laberintos, tomar la mano de ellos y rondar en sus escritos, ver sus fatigas, sus fantasmas, su alegría o su tristeza, ver cómo caminan con sus personajes, cómo les dan vida, los viven y dialogan con ellos día y noche, cómo los persiguen, les hablan, los consienten.

Cómo corren detrás de la palabra cuando ella aparece y quiere escaparse, cómo la palabra se les vuelve grande o pequeña al traducirla, cómo la agarran a cualquier hora, en cualquier lugar y de cualquier manera, o cómo las palabras los sorprenden en los lugares menos esperados, fue la apasionante experiencia que vivieron los jóvenes que asistieron a los encuentros y diálogos de esta semana en las universidades Javeriana, Nacional, Central y Autónoma de Bucaramanga.

Los estudiantes abordaron a los escritores con preguntas: ¿cómo crean un personaje?, ¿qué hacen con él y en qué momento escriben?, ¿hay fronteras en la literatura?, ¿el idioma es una barrera? ¿cambia el sentido de sus obras al ser traducidas?

No cabía duda de que había interés, que el tema era apasionante. Las respuestas de los escritores los inquietaron más, los llevaron más allá de la realidad cotidiana para pasarlos a un escenario en el que los personajes tomaron vida en la palabra de cada autor y cada uno de ellos volvió a vivir la experiencia del nacimiento y vivencia de sus personajes.

Entre la realidad y la ficción

“Yo a veces era Leonardo y me ponía a hablar con Dolores. Otras veces era Dolores y me ponía a hablar con Leonardo. Pasé días, meses, metido en mis personajes, los viví como si fuera ellos”, contaba Fréderic Couderc, hablando de su experiencia al escribir su novela ‘El sol sale y no es el suyo’,  inspirado en la figura de Camilo Cienfuegos, uno de los guerrilleros que acompañó a Fidel Castro en la Sierra Maestra en Cuba y después en el desembarco y entrada a la Habana.

“Por lo general, saco mis escritos de algún hecho real que me ha impactado, pero al escribirlos mezclo la realidad y la ficción. Como soy periodista he tratado de trabajar mucho el lenguaje narrativo, no quiero que se confunda el lenguaje y estilo periodístico con el de la novela. He viajado por países en guerra y he tenido que ir a lugares con idiomas muy difíciles, sin embargo, nos unen a veces las dificultades y nos hacemos entender, el idioma nunca es una barrera, los seres humanos nos entendemos como tal y la literatura nos une”.

Al preguntarle por qué siendo francés escribe sobre un personaje latinoamericano y si esos personajes pierden su esencia en la visión francesa del escritor, él aclara que de ninguna manera, que el latino sigue siendo latino con sus costumbres y su manera de hablar, en este tiempo de las comunicaciones se vuelven mas universales los idiomas. Estuve un mes en la Habana antes de escribir mi novela y traté de retratar las costumbres los paisajes, los sonidos y la vida de la isla.

“Mis poemas salen muy de lo más profundo de mí, solo así escribo”, dijo Carole Zalberg. Su novela, “Fuego por fuego” (ya traducida al español), es el testimonio del impacto que ha producido en ella la vida de los exiliados, el destino de los refugiados, quienes en medio de sus condiciones aman, sueñan, luchan, viven.  Al hablar sobre su llegada a Colombia afirmó: “Yo encontré un país apasionante, la atmósfera está cargada de los traumas de la violencia y de la inmensa esperanza que trae el proceso de paz, por más difícil que sea. Los colombianos son abiertos y calurosos”.

Y describiendo la experiencia con los otros escritores, dice: “Los intercambios siempre son muy fértiles pues obligan a interrogarme sobre mi trabajo y su práctica. Era particularmente interesante constatar los múltiples puntos en común entre Stéphane Chaumet, Fréderic Couderc y yo, ya fuera en la sensibilidad o en el modo de trabajar, incluso si nuestros universos son diferentes, y pude constatar lo mismo con los escritores colombianos.”

“Lo que me impactó –dice- fue que la literatura hace explotar la noción de fronteras y de identidad. Desde luego estamos hechos, en parte, de nuestra cultura, de nuestros orígenes, pero todos habitamos, sobre todo, el vasto y rico territorio de la lengua.”

Al preguntársele si el idioma era una barrera, ella responde: “Lo es en lo que concierne a la producción literaria, de la cual solo una mínima parte, la más comercial, es traducida y circula de un país a otro. En lo que tiene que ver con los intercambios directos, vimos bien, luego de este festival, que logramos comprendernos pasando de un idioma a otro e incluso mezclando, en algunos casos. Creo que cuando uno quiere comunicar, siempre lo logra”.

 

 

 

 

 

 

Por Luz Clemencia Pérez Martin

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