El Magazín Cultural

"Delirios y/o Ilusiones", una exposición en el Centro Cultural Casa Bolívar

No debería parecernos extraño, que en casi todas las épocas se hayan manifestado discursos interesados por contestar a modelos explícitos de actuación social que funcionan como reguladores de conductas y reprimen estratégicamente a los  individuos de las sociedades.

Úrsula Ochoa
29 de julio de 2018 - 03:22 p. m.
Mónica Torrejón Majluf (Perú) De la Serie: Et in Arcadia Ego, 2018. Instalación fotográfica de medidas variables y vídeo / Cortesía Emilio Tarazona.
Mónica Torrejón Majluf (Perú) De la Serie: Et in Arcadia Ego, 2018. Instalación fotográfica de medidas variables y vídeo / Cortesía Emilio Tarazona.

La prohibición de la imaginación (…) abre camino a la locura.

T. Adorno y M. Horkheimer

 

Aquellos que se han ocupado de litigar los dogmas y las ideologías dominantes, han utilizado para este propósito diversas estrategias desde el arte, aun cuando se basen en hechos reales que trastocan por completo nuestras nociones de la existencia, específicamente en circunstancias de violencia extrema, ambición, poder y desarraigo. No obstante y he aquí la paradoja,  el arte nunca nos ha dicho “el sentido del mundo es esto, el sentido de la vida es esto otro”; y ni siquiera pretendió hacerlo cuando estaba atravesado completamente por la religión, porque los artistas fueron igualmente contestatarios (recordemos La Virgen de las Rocas de Leonardo o La Muerte de la Virgen de Caravaggio). Esto se debe, justamente, a que  el poder del arte reside en desbaratar y alterar cualquier imposición ideológica mundana sobre aquello que procuran imponernos como la “única” realidad  posible del mundo.

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Exposición Delirios y/o Ilusiones. Vista de la inauguración. Cortesía Centro Cultural Casa Bolívar.

Delirios y/o Ilusiones es una muestra realizada por el curador Emilio Tarazona con la organización y el apoyo de la Embajada de Perú y el Centro Cultural Casa Bolívar. Para ésta, se han seleccionado las propuestas de diez artistas procedentes de Perú y Colombia quienes exponen desde el 5 de julio en el Centro Cultural Casa Bolívar un conjunto de trabajos que cuestionan los estatutos predominantes sobre la conducta, la sensibilidad y la imaginación. Se formula en la curaduría a partir de estas reflexiones una espacie de “alternativa” a los índices culturales sobre el statu quo, en la que, procurando no sucumbir a los laberintos metahistóricos o idealistas, propone recordarnos las posibilidades que tenemos como individuos sobre el dominio de la imaginación; y así mismo, nos alerta de que la ilusión ha sido por muchos años la aliada de los hombres que proyectaron una alteración en sus mundos. Las revoluciones, los cambios de paradigmas históricos (científicos, políticos y culturales), así como la emancipación de las sociedades subyugadas han surgido gracias a esta facultad que se conoció como la “estrategia del alma”, aquella que representa los rumbos del pensamiento que no pueden ser captados inmediatamente,  pero que salen a flote a partir de otras realidades que se presentan dentro de particulares estructuras del pensamiento: mito, sueño, símbolo, utopía.

En nuestra historia del arte por ejemplo, gracias a la imaginación e incluso, al delirio, muchas voluntades encontraron nuevos cauces de expresión que forjaron un panorama artístico diverso pero al mismo tiempo complejo, con el cual, pusieron de manifiesto unas creaciones que procuraron desbordar límites sin ser partidarias de la carencia conceptual y formal o la relativización de lo que es y no es sustancial, verosímil y coherente. “La imaginación se mueve a contravía de una realidad homogénea e inoculada a fuerza. No se trata de evasión sino de convicciones: construye sus propias rutas, lentamente, para instaurar un tránsito distinto, sin deseos fabricados desde fuera (y sin trancones). Quienes la impulsan no permiten ser conducidas/os en su sensibilidad y producción de subjetividad, y son a su modo ingobernables: contribuyen al inminente desplome de mundos impuestos (o deficientemente construidos) que han sido proyectados sin tregua ni disputa sobre la historia, el pasado y el presente, programando el trayecto del futuro”; señala el curador Emilio Tarazona.

Mari Luz Gil, "Vestido Dorado" (versión 2018). Performance In Situ.

Duración, 01,30,00. Fotografía: Manu Mojito.

Así, pues, el arte se trata de eso: del surgimiento de formas que dan posibilidades de mundos; no que imponen un mundo. Ahí donde el mundo de manera ordinaria y corriente se halla o bien limitado a significaciones elementales (vivir, sobre vivir, ganarse la vida, perder la vida, hacer o producir esto o aquello, fabricar objetos, aprender algo, etc.); o bien, al contrario, expuestos a una ausencia de significación como lo sugirió el filósofo Jean Luc-Nancy, es donde empieza a resquebrajarse una cordura impuesta por la norma social. ¿A qué se abre entonces el arte? A otras posibilidades de mundos, a su posibilidad de abrir un sentido; mientras que el sentido ya dado está cerrado, el arte debería permitirse otra posibilidad.

Pablo Ravina (Perú). De la Serie: Afectar una subjetividad es crear un mundo nuevo, 2018

5 piezas de acrílico sobre lienzo, 63 x 50 cm. c/u. Imagen: Prueba de diseño digital, cortesía de Emilio Tarazona.

Quizás y con razón sea por este motivo que a menudo se mencione sobre los artistas que todos poseen no sólo un mundo, sino, un universo particular; un universo que extiende  muchos otros universos  posibles esencialmente al tocar la sensibilidad que reluce en otras formas de visión, bien como lo indicó Tarazona: “soñar con los ojos abiertos territorios y subjetividades distintas”; bien como una estrategia para apaciguar realidades más perversas e inmediatas, o bien como otra manera de conocer el mundo.

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La muestra se compone de trabajos en fotografía, video - performance, foto -performance, pintura, así como técnica mixta y contó con la participación de Harry Chávez, Miguel Cordero, Nicole Franchy, Pablo Rivana y Mónica Torrejón Majluf de Perú; y Mari Luz Gil, Eduard Moreno, Ricardo Moreno y Ana María Villate de Colombia.

Por Úrsula Ochoa

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