El Magazín Cultural
Publicidad

El Museo de Arte Contemporáneo de Teherán y una controvertida colección de arte moderno

El Museo de Arte Contemporáneo de Teherán tiene obras de artistas locales y occidentales. La mayoría de las piezas fueron compradas antes de la Revolución Islámica, por la entonces emperatriz Farah Diba, quien ha criticado en numerosas ocasiones la gestión de este patrimonio.

Agencia EFE y Marina Villén
05 de abril de 2021 - 01:51 p. m.
La exposición temporal que exhibe el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán, titulada “Armaghan” (obsequio), incluye parte de las 700 obras recientemente cedidas por la familia de la artista iraní Maniye Mir Emadí, así como de reconocidos autores locales, entre ellos Parviz Tanavoli y Jazeh Tabatabai. También se han dedicado dos salas a una exposición de fotografías de artistas extranjeros, como los alemanes Bernd y Hilla Becher.
La exposición temporal que exhibe el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán, titulada “Armaghan” (obsequio), incluye parte de las 700 obras recientemente cedidas por la familia de la artista iraní Maniye Mir Emadí, así como de reconocidos autores locales, entre ellos Parviz Tanavoli y Jazeh Tabatabai. También se han dedicado dos salas a una exposición de fotografías de artistas extranjeros, como los alemanes Bernd y Hilla Becher.
Foto: EFE/ Marina Villén

Con obras de Picasso, Miró, Bacon, Gauguin, Rothko o Kandinsky, el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán presume de una fuerte colección de arte moderno occidental, aunque no está exenta de polémicas, debido a su adquisición previa a la Revolución Islámica. El museo ha reabierto recientemente sus puertas al público, tras casi dos años de permanecer cerrado por motivos de restauración. En este tiempo se han modernizado las instalaciones, incluidos sus sótanos. Hasan Noferestí, director de Relaciones Públicas, asegura que es “uno de los diez museos de arte contemporáneo más destacados del mundo, al contener obras de artistas iraníes, europeos y estadounidenses de diferentes estilos”. La mitad de las obras, entre más de 4.000 piezas del museo, son de autores occidentales y, según reconoce el responsable, “fueron en su mayoría compradas antes de la revolución” por la entonces emperatriz de Irán, Farah Diba, quien ha criticado en numerosas ocasiones la gestión de este patrimonio.

Lo invitamos a leer una reseña del cortometraje “El Presente”, una reflexión sobre la libertad de movimiento en Palestina

La temporalidad en un espacio limitado

Los visitantes que esperan deleitarse con Ventana abierta sobre la calle Penthièvre (1920), de Pablo Picasso, con Tensions Claires (1937), de Wassily Kandinsky, o con Naturaleza muerta con estampa japonesa (1889), de Paul Gauguin, se sentirán decepcionados. Estas obras no están permanentemente a la vista del público, pues solo lo están de forma temporal, cuando son seleccionadas para las exposiciones. En las salas del museo, cuya arquitectura mezcla modernidad y tradición, inspirándose en las casas de adobe del desierto iraní, hay capacidad para exponer entre 200 y 250 obras. “Tenemos muchas obras destacadas. En caso de que quisiéramos exhibir esas de modo permanente, no habría espacio para el resto”, justifica Noferestí, quien también defiende que el mantenimiento en la tesorería es “mucho mejor”.

Las únicas piezas que siempre están expuestas son una piscina que contiene unos 5.000 litros de aceite de coche, Matter and mind (1977), del japonés Noriyuki Haraguchi, y las cerca de catorce esculturas colocadas en el jardín y los patios del museo, entre ellas una de Eduardo Chillida: Estela a Pablo Neruda (1974). Esta política de exposiciones temporales de la colección ha fomentado, probablemente, las denuncias efectuadas por Farah Diba, quien argumenta que las obras occidentales que ella adquirió están “escondidas” en los sótanos del museo, sobre todo aquellas adquiridas en las primeras décadas tras la revolución.

Las obras no se ocultan

La última esposa del shá Mohamad Reza Pahlaví, quien reside en París, inauguró en 1977 el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán, tan solo dos años antes del triunfo de la Revolución Islámica, para acomodar su gran colección de arte moderno occidental. El cuadro más importante comprado por Farah Diba es Mural on Indian Red Ground (1950), de Jackson Pollock, considerado uno de los mejores del artista estadounidense y que hasta el año 2005 no vio la luz en el museo de la capital iraní. Desde entonces, este óleo ha sido exhibido en Teherán “cinco o seis veces” y fue prestado a Japón para una exposición en 2012, señala el Director de Relaciones Públicas del museo, con la intención de argumentar que las obras no están languideciendo en los sótanos.

Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos: El Instituto de Cultura Árabe de Colombia, una apuesta por narrar el mundo árabe desde las voces de sus protagonistas

Noferestí también detalla que algunos cuadros de Picasso han sido expuestos en tres o cuatro ocasiones, durante estas cuatro décadas, y que se está contemplando la posibilidad de que la próxima exposición temporal esté dedicada al español Joan Miró. “No es verdad que las obras estén en la tesorería, que no las toquemos y que nadie las haya visto. Nosotros, con diferentes motivos, en diferentes exposiciones, hemos mostrado una gran parte de las obras”, subrayó el responsable del museo. Tan solo -reconoce- hay unas quince obras que al mostrar desnudos no han sido expuestas en Teherán, debido a las restricciones morales impuestas por las autoridades persas desde la instauración de la República Islámica.

Cuidar el tesoro

Noferestí también niega los rumores acerca de que algunos cuadros hayan sido vendidos: “Hasta ahora, ninguna obra del Museo de Arte Contemporáneo ha sido vendida”, asevera. Únicamente, hace ya casi tres décadas, una obra de Willem de Kooning, que no se podía exponer por incluir desnudos, fue intercambiada por un antiguo y valioso manuscrito persa del Shahnameh, lo que avivó la protesta de Farah Diba. El responsable del museo insiste en que el objetivo es cuidar esas obras que “pertenecen a la nación iraní” y que, de hecho, la reciente restauración del museo se centró en mejorar las condiciones de la tesorería, separando el sistema de refrigeración de los sótanos, para una mejor preservación de los cuadros.

La exposición temporal que exhibe el museo, titulada “Armaghan” (obsequio), incluye parte de las 700 obras recientemente cedidas por la familia de la artista iraní Maniye Mir Emadí, así como de reconocidos autores locales, entre ellos Parviz Tanavoli y Jazeh Tabatabai. También se han dedicado dos salas a una exposición de fotografías de artistas extranjeros, como los alemanes Bernd y Hilla Becher, adquiridas por Farah Diba antes de partir al exilio, luego del fin de la monarquía en Irán. Otra de las metas del Museo de Arte Contemporáneo de Teherán es finalizar un banco de datos para que de modo virtual se puedan ver todas las obras y sus características. Esta es una forma de acallar los rumores sobre sus tesoros.

Por Marina Villén

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar