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De cómo una danesa contó la historia de una familia colombiana

El largometraje documental A Colombian Family forma parte de la programación del Festival de Cine de Zurich, una de las citas cinematográficas que ha apostando por una edición presencial en época de pandemia.

Janina Pérez Arias
03 de octubre de 2020 - 03:00 p. m.
Tanja Wol Sørensen es la directora del largometraje documental "A Colombian Family". La historia narra el regreso a Bogotá, tras 12 años en el exilio, de Yira, hija de Ruby, una líder social de larga trayectoria.
Tanja Wol Sørensen es la directora del largometraje documental "A Colombian Family". La historia narra el regreso a Bogotá, tras 12 años en el exilio, de Yira, hija de Ruby, una líder social de larga trayectoria.
Foto: ©Josef Brunner for Zurich Film Festival

Tanja Wol Sørensen es danesa. Su castellano fluido es testigo de los años que lleva dedicándole a Colombia, primero como observadora internacional de Derechos Humanos, luego como antropóloga y cineasta.

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“Tener conocimiento no me convierte en experta en Colombia”, aclara la directora de A Colombian Family, película que forma parte de la programación oficial del Festival de Cine de Zurich, y que como su título delata, centra la acción en territorio nacional.

El primer largometraje documental de Tanja Wol Sørensen tiene como punto de partida el regreso a Bogotá, tras 12 años en el exilio, de Yira, quien es la hija de Ruby, una líder social de larga trayectoria. Marcadas por el conflicto armado, tal como millones de colombianos, sin proponérselo inician un proceso de acercamiento. La cámara de Wol Sørensen capta la intimidad de momentos de reproche, de silencios que contienen sentimientos de culpa, pero también el amor materno filial.

En Zurich, mientras se proyectaba A Colombian Family en una de las salas del multicine Kosmos, Tanja Wol Sørensen habló sobre el acercamiento hacia esas dos mujeres, el recorrido que ha tenido el filme, las reacciones del público, así como de su relación con Colombia.

¿Cómo una danesa termina contando una historia colombiana?

Sé que es una conexión muy extraña. En 2009 y 2010 estuve trabajando en Colombia para una ONG como observadora internacional de Derechos Humanos. Mi trabajo consistía en acompañar a líderes sociales que trabajaban con comunidades en zonas de conflicto. Allí conocí a Ruby (Castaño Rodríguez), me pareció una persona fascinante, se trataba de una mujer de mediana edad en un mundo bastante peligroso. Ruby proviene del campo, su padre y otros campesinos formaron uniones para salir adelante, de manera que ella lleva el activismo en su sangre. Regresé a Europa para estudiar antropología visual, pero sabía que tenía que volver a Colombia para hacer una película sobre Ruby. Al cabo de tres años regresé y rodé un cortometraje con ella (Moving Target, 2016), en ese proceso me enteré que tenía una hija (Yira Sarmiento Castaño) que vivía en el exilio (en Cuba), entonces pensé que allí estaba mi historia para un largometraje. A Colombian Family (Una familia colombiana) trata pues de una madre y su hija, no sobre el conflicto armado. Me interesaba explorar también la historia de los colombianos exiliados, ya que se trata de una población numerosa, pero a la vez invisible.

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Aunque no es una película sobre el conflicto armado, este ha sido determinante en la vida de la familia.

En ellas vi una historia de pérdida, de rabia, de fortaleza, lo que en el fondo es una historia colombiana. Aunque parte de un entorno íntimo, también refleja cómo una sociedad decide seguir hacia adelante cuando la mayoría de la población no conoce otra cosa más que el contexto de un conflicto armado y sus consecuencias. Deseo que la gente que ha sufrido tenga un final feliz, pero estoy consciente de que no existe ni siquiera un final. Ese es el punto de la historia, que no tiene fin y que la lucha continúa.

Varias veces durante la película Ruby se dirige hacia usted, tal vez en búsqueda de una respuesta. ¿Cómo fue su trabajo de contención?

Ruby es una mujer muy solitaria, su familia está lejos, las personas más cercanas a ella son sus guardaespaldas, que están pagados por el Estado para protegerla. Tampoco puede ni sabe en quién confiar y vive una situación en la que muy fácilmente se desarrollan muchas paranoias, ya que el peligro acecha en cada esquina. Al yo venir de fuera, al no estar involucrada en nada, para ella yo representaba una persona neutral y por lo tanto era una oportunidad para confiar. Yo no pienso que Ruby esperaba alguna respuesta de mi parte, porque no las tengo. Estuve dispuesta a escucharla, proporcionándole una espacio seguro para expresar en voz alta sus sentimientos, sus experiencias, sus ansiedades y esperanzas, cosa que no puede hacer con otras personas, ni siquiera con su hija. Cuando les mostré la película, Yira se enteró que a su madre la habían secuestrado una vez; es que para protegerla, Ruby nunca le cuenta ese tipo de historias.

Después de tanto tiempo siguiendo a estas mujeres, ¿cómo es su relación actual y a futuro con ellas y con Colombia?

Nunca va a parar mi relación con Colombia. Ya llevo 10 años trabajando de una u otra manera con ese país, pues hice la investigación de mi master allá, así como rodé el corto sobre Ruby y luego hice esta película. En Dinamarca sigo escribiendo artículos y participando en paneles de conversación que tienen que ver con Colombia. En cuanto a Ruby y Yira, siento que formo parte de su familia, me preocupo por ellas, como también me preocupa todo lo que está pasando a nivel social y político en el país, y ahora aún más debido a la pandemia. No sé si haré otro documental en Colombia, pero, de ser así, sería en colaboración con colombianos.

Está presentando su documental en el Festival de Cine de Zurich, ¿cómo reacciona el público en Europa?

El público conecta con la historia y los personajes a nivel humano, y cuando entablas un puente de empatía sientes que puedes entender algo de la situación, aunque nunca hayas estado en Colombia, ni sepas nada de ese país. Es por eso que también hay curiosidad por saber cómo están Yira y Ruby actualmente, entonces hablo sobre las personas que han sido asesinadas desde entonces, así como de la violencia que perdura y de la fragilidad del tratado de paz. Pienso que a través de esta película se puede establecer un buen punto de partida para hablar de cómo está viviendo la gente actualmente en Colombia y que en realidad no hay una línea de progreso en el proceso de paz. Ruby aún tiene guardaespaldas, siguen matando a líderes sociales, perduran los desplazamientos, es decir, se presenta la misma dinámica de antaño. En Dinamarca muchas mujeres se identificaron por ser madres trabajadoras, las entendieron, y eso lo tomé como una confirmación de que había hecho bien mi trabajo.

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¿Cuál ha sido el recorrido de A Colombian Family?

Se estrenó mundialmente en marzo en el Festival Internacional de Cine Documental de Copenhagen (CPH Dox), después se presentó en el Hot Docs de Toronto entre mayo y junio, ambas fueron ediciones online, y ahora está en el Festival de Zurich que es presencial. Lo más importante será cuando llegue a la Muestra Internacional Documental de Bogotá (MIDBO, del 27.10 al 2.11) que se realizará online.

¿Se ha preparado para enfrentar al “cómo es posible que una danesa cuente una historia colombiana”?

Lo he pensado mucho. Mi intención nunca fue la de contar la historia del conflicto, sin embargo, al centrarme en Ruby y Yira tenía que referirme al contexto, el cual les ha llevado a tomar decisiones muy difíciles. Yo soy adoptada de Corea del Sur, y como Yira soy la consecuencia de una guerra. Mi conexión personal con la historia está en la emigración, en vivir en otro país diferente al de donde tengo mis raíces, en no entender las razones de mi madre biológica, en por qué estoy aquí y no allá, así como en el hecho de ser madre. Y en todo eso, además, encontré una historia que transciende las fronteras culturales.

Por Janina Pérez Arias

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