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Jarhat Pacheco, un refugio de emociones prestadas

Jarhat Pacheco es una poeta aguachiquense de 28 años que a muy temprana edad decide encacillar sus sentimientos y pensamientos más profundos en los renglones de sus cuadernos.

Estefanía Trujillo
11 de agosto de 2020 - 04:49 p. m.
Portada de "La guerra que aposté en mi contra", el tercer libro de Jarhat Pacheco.
Portada de "La guerra que aposté en mi contra", el tercer libro de Jarhat Pacheco.
Foto: Planeta

Cursando décimo de bachiller y escribiendo frases e ideas sueltas, a pesar de no sentirse como escritora, es publicada por primera vez en el periódico escolar y este acontecimiento impulsa aún más su interés por el mundo literario.

En el año 2014 comienza a compartir algunas reseñas de libros y textos sin si quiera saber que estaba escribiendo poesía; todo esto a través de una cuenta anónima en la red social Facebook, a la que nombra Y si el camino es volar.

Esa toma decisiva fue gracias a un amigo chileno, quien le recomendó que empezara a compartir su arte y dejara de esconderse. No mucho después de eso y motivada por la buena acogida que estaba teniendo, decide salir del anonimato y mostrar su rostro y su nombre real por primera vez.

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Justo después de la aparición ante sus seguidores, auto-publica por medio de Amazon sus dos poemarios. El primero: Te amo y no es metáfora, que cuenta con dos ediciones en ésta misma plataforma y con una tercera publicada por Alcorce Ediciones en México. Y el segundo, Mi mundo no se rompió.

La guerra que aposté en mi contra es su tercer y más reciente libro, que cuenta con ilustraciones de la artista colombiana Carolina Rodríguez Fuenmayor, las cuales hacen alusión y homenaje al mar y a los poemas que fueron editados por Carolina Venegas bajo el sello editorial ESPASAesPOESÍA de Planeta. 

La autora ha definido el proceso de escritura que viene desarrollando desde hace seis años, como un duro ejercicio interno de catarsis, en donde logra apreciar de cerca el dolor, la frustración, la sanación, el amor propio y hacia los otros. Se podría decir que Alejandra Pizarnik, Piedad Bonnett y María Mercedes Carranza son algunas de sus poetas preferidas, quienes, además, la inspiran a seguir creando.

Aunque casi le da un “yeyo” tras la no esperada salida de su trabajo convencional a sus veinticinco años, al sol de hoy se dedica a leer y a escribir tranquila desde su casa en César, Colombia, junto a su amiga, mánager y sobrina Oriana, quien además es el motor motivacional para ella desde los inicios de su sueño, ahora logrado.

Por Estefanía Trujillo

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