La pintura según Eugenio Viola

El Curador Jefe del Museo de Arte Moderno de Bogotá - Mambo, Eugenio Viola, elegido por segunda vez como curador del año por Artibune, presenta una serie de exposiciones que revisan la técnica de la pintura.

Daniel Grajales Tabares
03 de enero de 2020 - 12:19 a. m.
Eugenio Viola, curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá, y quien asegura que la pintura ha retornado al mundo artístico en los último años.  / Cortesía
Eugenio Viola, curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá, y quien asegura que la pintura ha retornado al mundo artístico en los último años. / Cortesía

Cuando se esperaba que el nuevo Curador Jefe del Mambo, Eugenio Viola, propusiera una programación en la que la performance dominara, debido a su especialización en ese tema, el italiano busca en la tradición de la pintura, para decir que, más que una relación con una técnica, con una manera de hacer arte, él está interesado en la reflexión sobre la contemporaneidad, con cómo hoy la escena visual desarrolla sus procesos, en investigar sobre el trabajo de los artistas colombianos. 

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Así lo precisan las tres exposiciones dedicadas a pintores nacionales que acaba de inaugurar: El oficio de la pintura, de David Manzúr; Suspender, de Verónica Lehner; e Invisible, de Julián Burgos, que irán hasta febrero de 2020.

Viola, después de unos meses de adaptación al equipo del Mambo y de inmersión en la plástica nacional, presenta a un David Manzúr que va revelando secretos, mirado desde su ángulo, sin hacer una retrospectiva, mostrando más bien una investigación de los procesos artísticos del hombre del caballo y las moscas: desde su paso por el Constructivismo y la figuración hasta su actual trabajo con el collage.

A su vez, propone una conversación intergeneracional del maestro colombiano junto a la caleña Verónica Lehner y el pereirano radicado en París, Julián Burgos. No se trata precisamente de una colaboración, porque cada uno se toma un piso del Museo para mostrar qué es lo que hace, guiándose por una museografía delicada y precisa, que los conecta. 

Por ejemplo, en la curaduría de la muestra una brillante capa de pintura de Lehner conecta dos pisos del Museo, desde el hall de acceso hasta la planta baja, uniendo al universo de Burgos a una creadora que, aparentemente, no tendría nada que ver con lo que él hace. Ella usa la pintura como base de arquitecturas de mediano y gran formato, instala con delicados pliegues largas capas de pintura negra que contrasta con materiales como el vidrio. Burgos, por su parte, evidencia un conocimiento de la historia del arte, aplicando elementos pop a aparentes réplicas de obras barrocas, evidenciando un uso tradicional del color, al mismo tiempo que símbolos populares. Más bien, es la pintura dentro de la pintura, como explicará el curador, quien define esto como “metapintura”. 

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El Barroco, dice Viola, es el hilo conductor entre los tres artistas, por cómo sigue presente en las creaciones de los tres, de maneras diferentes, como en los capítulos que Manzúr ha contado en 70 años de trayectoria, con tonos, formas y composiciones que responden muy especialmente a un “neo-Barroco”. Lehner usa su materialidad para crear sus propias formas, como una escultura hecha de pintura y Burgos se ríe del Renacimiento con negaciones de la imagen, abstracciones de ella, casi hasta llevar su pintura al grafiti.

Señor Viola, ¿por qué tomó la decisión de elegir la pintura como una técnica a revisar en este momento?

La pintura es el medio más antiguo y persistente de la historia del arte —podemos hablar de pintura desde las cavernas neolíticas— pero paradójicamente en el transcurso de la contemporaneidad,  ha sido dado por muerto muchas veces. Recordémoslo por ejemplo con el invento de la fotografía, o incluso más adelante con la llegada de lo digital.

Entonces, en el Mambo decidimos mostrar con estas exposiciones, de una manera provocadora y subversiva, cómo este medio, que es el más antiguo de la historia de la humanidad, puede dialogar, de una manera crítica, con la contemporaneidad, viendo además, cómo en el ámbito internacional, la pintura está registrando un renovado interés. 

¿Cómo resumiría brevemente la historia reciente de la pintura?

Si nos detenemos en la historia de la pintura de los últimos 50 años, después de la explosión del pop art en los años 60, en los 70, con lo conceptual, la mayoría de artistas abandonaron la pintura como medio de expresión. Con la posmodernidad de los 80, se da la transavanguardia en Italia, el neoexpresionismo en Alemania y aparecen nuevos grandes nombres de pintores. En los 90, cuando yo estudiaba, la pintura estaba “out” y el interés en la fotografía predominaba. En los últimos años, en el plano internacional, la pintura ha regresado como protagonista, y podemos verlo en las grandes exposiciones internacionales, bienales y ferias de arte. Con esto podríamos decir que el interés en la pintura es cíclico. 

Algunos se refieren a usted como un “curador de performance”, siendo esto un error...

Es un equívoco muy frecuente. Soy un estudioso de la performance, pero para mí es importante cómo se da un aporte crítico y dialéctico relacionado con el contexto en el que se presenta. No me importa el medio, me importa cómo se dan conexiones en la contemporaneidad a través del arte. Trabajé mucho con la pintura, por ejemplo en Italia curé una gran muestra de Mimmo Paladino, un artista de la transvanguardia italiana, que como David Manzur, firma llamándose asimismo “el pintor”. 

Precisamente, conversemos sobre David Manzúr. Él estaba temeroso de someterse a la curaduría, porque afirmaba que no creía mucho en el oficio de los curadores. ¿Cómo fue el trabajo con él?

Así es. Como dice la artista Marina Abramovic, quien es muy importante en mi carrera: “debes confiar en el trabajo de la otra persona”. David ha sido muy valiente al aceptar un proyecto que yo he creado conceptualmente y que no es muy convencional. No es una retrospectiva, es más bien una serie de confrontaciones, de miradas invertidas entre el presente, el pasado y el futuro de la obra de David Manzúr. 

Y, ¿cuál es el futuro de la obra de Manzur?, si ha dicho él que la mejor obra es la que no ha hecho...

El futuro es precisamente eso, lo que podría hacer, lo que no ha hecho. Como Honoré de Balzac, que nos habla de un futuro proyectado desde el pasado. El trabajo de Manzur es un viaje metafórico al interior de la historia del arte, entonces el futuro se proyecta de manera provocadora desde el pasado, hace un aporte arqueológico al presente, es un artista que trabaja como un historiador del arte a través de la pintura. 

En la historia del arte colombiano se ha usado la pintura para producir obras políticas, algunas dolorosas, aquí se ven tres exposiciones frescas, sensitivas, hasta divertidas, un receso del duelo que ha explorado recientemente en el arte nacional.

Sí, las tres exposiciones constituyen un recorrido al interior de los códigos expresivos de la pintura. Es la pintura como medio; una mirada auto-reflexiva sobre la pintura, si se quiere. 

¿Tienen en común un cuidado especial por lo formal los tres artistas que eligieron para esta muestra?

Sí, desde mi mirada de extranjero, creo que ese es un matiz común en estos tres artistas, y en muchos otros artistas colombianos. Lo estuve comentando precisamente con Cuauhtémoc Medina, crítico, historiador del arte y Curador Jefe del MUAC en Ciudad de México. Las obras de los artistas colombianos tienen unos significados políticos muy fuertes, debido a que tienen mucho material para trabajar, por la intensa historia ha vivido —y que vive aún— el país. Sin embargo, se caracterizan  también por tener una atención especial al aspecto formal, artistas como Doris Salcedo, Clemencia Echeverri, Nohemi Pérez o Miguel Ángel tienen un nivel formal impecable, así los temas que traten sean fuertes, sus obras son formalmente contundentes. Podemos llamar a esto atención al aspecto formal. 

Esto es muy evidente por ejemplo en el caso de Julián, que su obra surge desde la subversión de la citación, unificando el barroco histórico con lo contemporáneo, demostrando que domina la técnica, igual pasa con el trabajo de Verónica.

¿Cómo describiría usted la pintura contemporánea?

Un contenedor, potencialmente infinito, de estilos, técnicas y soluciones formales. Una fuente inagotable, potencialmente infinita, de estilos, técnicas y soluciones formales.

Por Daniel Grajales Tabares

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