El Magazín Cultural

Lidia Jorge: Las sociedades quieren olvidar, los escritores quieren recordar

La escritora portuguesa Lidia Jorge sabe qué es vivir y escribir sobre una guerra y por eso no duda al advertir que "las sociedades quieren olvidar" mientras que "los escritores quieren recordar" y deben hacerlo.

Mar Romero Sala (EFE)
24 de abril de 2018 - 05:36 p. m.
La escritora portuguesa Lidia Jorge, quien empezó a comprender lo complejo de la vida en la guerra de independencia de Mozambique, que acabó en 1974.  / Afp
La escritora portuguesa Lidia Jorge, quien empezó a comprender lo complejo de la vida en la guerra de independencia de Mozambique, que acabó en 1974. / Afp

"La historia es rápida para olvidar el dolor (...). Las sociedades quieren olvidar. Los escritores quieren recordar. Recordar para que no se repita, para que la gente no olvide", reflexiona en una entrevista con Efe.

Jorge se encuentra en la capital colombiana con motivo de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), en la cual impartió su charla "Escribir un pasado escurridizo".

La escritora de "Os Memoráveis" y "A Noite das Mulheres Cantoras" cuenta que encontró "la síntesis de la literatura" en la ciudad al conocer de primera mano las experiencias artísticas que rodean un conflicto armado de más de cinco décadas como el colombiano.

En un acto del pasado domingo, la "Gala por la paz y el perdón", vio una frase que "reconoció como" suya: "La literatura lava con lágrimas amargas los ojos de la historia".

"Para mí, eso es la síntesis de la literatura. He tratado de encontrarla durante mucho tiempo y al final la encontré aquí en Bogotá", explica la autora, nacida en 1946 en Boliqueime.

Jorge vivió de primera mano la guerra de independencia de la antigua colonia portuguesa de Mozambique, que concluyó en 1974, cuando vivía en ese país durante su juventud.

Posteriormente escribió una de sus novelas más conocidas basada en esa experiencia: "La costa de los murmullos" (1989). La autora recuerda que durante esa guerra "se ocultó la realidad. Se ocultaban los muertos, los sacrificios, la verdad, se demonizaba a los otros (...). Era fantasmagórico, los soldados ni siquiera eran enterrados públicamente".

"Lo más importante de mi vida lo entendí allí. Conocí la muerte, vi muchos heridos, vi la mentira histórica. Comprendí que un pequeño país puede dominar a muchísima gente. Fue una experiencia fundadora para todos mis libros, una especie de bautismo de la edad adulta", recuerda.

Para la escritora, la literatura "puede combatir" esa "mentira histórica" además de ser una pieza clave en cualquier proceso de reconciliación como el que vive Colombia tras el desarme de la de las FARC, ahora convertida en partido político.

"Leer los libros colombianos ayuda a que las dos partes se comprendan y vean que es más importante lo que une que lo que separa. En la literatura las partes pierden las fronteras porque los conflictos son sobretodo íntimos", explica.

"Es una especie de viaje al alma de los otros", agrega la escritora, quien reconoce que leer "La virgen de los sicarios", del colombiano Fernando Vallejo, fue para ella "un golpe profundo".

La escritora nota "una diferencia entre quien es lector y quien no lo es", puesto que "el lector tiene una mirada más larga" a través de la cual "es posible anular ciertos efectos de la violencia".

Precisamente por eso, Jorge está "preocupada" porque "se lee poco" y considera que los miembros del "mundo del libro debemos resistir".
Para ella, la sociedad tecnológica "tiene sus males" y uno de ellos es desplazar a la literatura, "el arte más denso", puesto que "crear un lector se demora 20 años".

"Los niños y jóvenes están ejercitando el cerebro rápido", mientras que su disciplina "alimenta el cerebro lento". Vivir la independencia de Mozambique también llevó a Jorge a reflexionar sobre las dinámicas entre los países colonos y colonizadores, con la esperanza de que la literatura sea "una bandera blanca" entre ambas realidades.

Sin embargo, advierte de que es necesario "tener paciencia": "Las dos sociedades no tienen el mismo ritmo. Nosotros (los portugueses) queremos olvidar inmediatamente lo que ocurrió (...) y aprovechar el hecho de que hay ocho países que hablamos una misma lengua".

"El ritmo de las colonias no es igual. Tienen la necesidad de vivir el resentimiento. Es natural, y hay que comprenderlo", agrega. Tampoco le tiembla el pulso a Jorge al reivindicar la literatura portuguesa, que reconoce como "difícil" pero "muy trabajada", y lamenta que "un gran escritor portugués" sea "tratado como inferior a un escritor mediocre de Estados Unidos".

"Hay una relación entre el poder político y el poder de representación exterior de la literatura, eso no es gratuito", reflexiona, para extender una invitación a tener "paciencia" con los autores portugueses porque "tienen mucho que dar y son diferentes".

Por Mar Romero Sala (EFE)

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar