El Magazín Cultural

Los nuevos cartuchos del wéstern

La cinta, dirigida por David Mackenzie con guión original de Taylor Sheridan, está nominada en cuatro importantes categorías del premio Óscar. El humor negro y los personajes con matices caracterizan su desarrollo audiovisual.

Juan Carlos Piedrahíta B.
20 de febrero de 2017 - 05:40 p. m.
Los nuevos cartuchos del wéstern

En “Hell or High Water”, que para América Latina se tradujo como “Enemigo de todos” y en España se conoció bajo el nombre de “Comanchería”, el villano no es de carne y hueso. El atuendo del malvado en esta cinta de David Mackenzie, cuyo guión original es de Taylor Sheridan, lo porta una entidad ventajosa en todos los rincones del planeta, desalmada y con pocos deseos de aportar al desarrollo y bienestar del género humano.

Los personajes, protagonistas, antagonistas y roles de reparto, exhiben matices a lo largo de la historia y eso dificulta ubicar sus actuaciones dentro de la cuadrícula del bueno por antonomasia o del malo tradicional. Quienes levantan la cabeza en un principio mostrándose como los papeles blancos, en un pestañeo, cambian de polaridad y se dejan llevar por una buena dosis de crueldad. Lo mismo pasa al contrario.

En la cinta, que se convierte en una manifestación contemporánea del wéstern de antaño, de ese género del Viejo Oeste que tantos renglones ocupó en la industria cinematográfica de Estados Unidos, el malo es el banco. ¿Cuál banco? Cualquiera en realidad. No importa tanto el entorno porque lo que se insinúa es que el escenario puede ser Texas, como en la película, o cualquier población en la que sus habitantes tengan relación con una entidad bancaria.

Los hermanos Toby y Tanner Howard (Cris Pine y Ben Foster, respectivamente) tienen que pagar hipoteca para no perder una hacienda que siempre ha sido un bien familiar. En la situación desesperada en la que están, encuentran la manera de cancelar la deuda y el camino más rápido es atracando a la misma corporación financiera que les está cobrando el monto.

Los forajidos no quieren hacerle daño a nadie y por eso realizan sus golpes durante las primeras horas del día, cuando hay menos clientes en el banco. Pasan por cada caja y tan pronto abandonan el establecimiento sepultan el automóvil para no dejar rastro y darse a la huida. No se sabe si la cantidad de tierra empleada para tapar el vehículo es superior al humor negro de los personajes cuando deciden atacar, con acciones y con palabras, a las entidades bancarias.    

El equilibrio está otorgado por los policías, que en este caso son Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y su ayudante por momentos incondicional Alberto Parker (Gil Birmingham). Tanto en la pareja conformada por los hermanos Howard como en la dupla de ley los roles son intercambiables. No hay un componente bueno y el otro malo; y cada situación determina que los cuatro actantes principales de la cinta tengan reacciones inclinadas hacia la bondad o hacia lo perverso.

Hamilton no tiene el poder de reservarse ningún comentarios. Es sarcástico y exigente con su compañero más joven; mientras que Parker hace gala de su paciencia hasta cuando puede y trata de salir victorioso de algunas pequeñas batallas, aunque no le quede fácil. El eje de las actuaciones en esta pareja está determinado por las reacciones faciales de ambos, pero el protagonismo se lo roba Jeff Bridges, quien está nominado al premio Óscar en la categoría Mejor Actor de Reparto.

Este wéstern social y contemporáneo tiene con la guía de David Mackenzie la misión de alejarse de los estereotipos de los vaqueros. No se queda en la acción policial sin razón porque el director, nacido en Cambridge (Reino Unido) y reconocido por su cinta “Convicto” (2013), planteó desde el comienzo la urgencia de crear un espiral dramático en el que los hechos estuvieran siempre justificados.

En este propósito audiovisual, el guionista Taylor Sheridan tuvo una destacada participación. El actor convertido en escritor y con la reconocida propuesta “Sicario” (2015) en su espalda, hizo todo lo posible por suministrar todos los ingredientes en el texto para que la infraestructura histriónica y audiovisual funcionara con la mayor precisión posible. 

“Hell or High Water”, “Enemigo de todos” o “Comanchería”, como la quieran llamar es una nuevo cartucho que revitaliza el Oeste de antaño. Está nominada en cuatro categorías en el premio Óscar de la Academia (Mejor Película, Mejor Guión Original, Mejor Montaje y Mejor Actor de Reparto) y tiene, sobre todo, la magia de mostrar a los personajes con matices a través del humor. 

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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