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Poética ruin de la memoria

El artista Pablo Mora, ganador en la categoría de artistas emergentes para realizar una intervención en Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, cuestiona la institucionalidad a través de objetos deteriorados por el paso del tiempo.

Sandra Fernández
01 de octubre de 2020 - 01:49 a. m.
Pablo Mora reflexiona sobre el Estado a partir del deterioro de documentos oficiales. Dicho deterioro alude al daño que existe dentro de las instituciones estatales.
Pablo Mora reflexiona sobre el Estado a partir del deterioro de documentos oficiales. Dicho deterioro alude al daño que existe dentro de las instituciones estatales.
Foto: Archivo Particular

En un despacho de abogados, un escritorio atestado de papeles da cuenta de la escasa importancia hacia los procesos morales, éticos y de violación a los Derechos Humanos, una analogía actual a los miles de casos en Colombia que no son resueltos y que van dejando millones de víctimas por la poca atención prestada por parte de las instituciones judiciales del país. Situaciones cotidianas que desde un ojo estético y poético arremeten hacia la belleza de un montón de documentos, folios, expedientes y gabinetes, que con el paso del tiempo se convierten en polvo y ruinas de dolor ajeno, pero que el artista Pablo Mora ha sabido convertir en instalaciones y piezas escultóricas.

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Este artista antioqueño descubrió su fascinación por los elementos que se encuentran en una oficina desde que era niño y acompañaba a su padre diariamente en el trabajo. Con el tiempo estudió derecho y con ello despertó considerablemente su interés por el papel de la institución y su intención de cuestionarla a través de la plástica: “Después comprendí que la manera en que yo resolvía esas preguntas de orden político y filosófico era a través de la creación de piezas visuales”, explica Mora.

El 22 de octubre de 2002 asesinaron al padre del artista, hecho que dio origen a la realización de un proyecto ambicioso titulado 22 de octubre, expuesto en el 2014. “Ese día, como muchos otros, mi padre se convierte en un radicado más, en un expediente más, en una investigación más, que va a quedar ahí tirado y que se va muriendo en los arrumes de papeles, de expedientes, entre otros casos no resueltos. Entonces un poco lo que justificaba todo ese proyecto era precisamente traer a la memoria el olvido de la justicia, traer esa desidia del aparato estatal; cómo el aparato estatal, que tiene que agenciar la vida de los individuos, simplemente se olvida de ellos cuando las cosas tienen que pasar por todas estas marañas burocráticas que tienen que vivir los ciudadanos”, dice Mora.

Un escritorio oxidado sujetando folios desechos por la humedad y el olvido, entre las cenizas y el recuerdo, como si una metamorfosis agotara su existencia convirtiendo los objetos en ruinas, pretendiendo explicar el abandono de las instituciones del Estado que marginan la dignidad de las víctimas, el artista entierra durante un año los expedientes y documentos de su padre fijándose en la transformación y en el deterioro de las instituciones mismas.

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Esta práctica, y su interés por resolver de una manera plástica sus inquietudes, llevaron a Mora a manifestar en este tipo de elementos su desconcierto hacia el desmoronamiento del Estado y de la misma institucionalidad. La exposición realizada en 2018 en La Balsa Arte de Medellín, llamada Escenarios para utopías fallidas y llevada a cabo en colaboración con el artista bosnio Radenko Milak, trata precisamente de promesas enterradas que aún habitan en nuestro entorno cotidiano. Su proyecto evoluciona, esta vez fijándose en las minucias y rastros del tiempo como el óxido, dejando su huella en un lienzo o en cajones con clips sueltos pudriéndose en el olvido. Los archivadores pintados de negro desaparecen en el espacio y evidencian el vacío de la institucionalidad del Estado.

“Yo siento que el mundo está en transición de uno formal, que es el que plantea la modernidad, a uno informal; a uno donde las relaciones de poder ya no son tan verticales como las plantea la modernidad y el Estado, sino las relaciones donde se van volviendo más extrañas, más difíciles de percibir”, dice el artista. Y es que en el 2019 Mora presentó en el Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM) Proposiciones crepusculares, una muestra que da cuenta de una idea del Estado en ruina o que más bien nunca existió; sorprende en esta muestra la pieza audiovisual que sustenta un paisaje entre rural y urbano en un terreno baldío en donde descansan chimeneas sin ninguna clase de uso. Esta pieza fue grabada en algo que antes se llamaba El pasaje comercial Los puentes que fue un interno por formalizar la economía informal, pero que terminó siendo un nicho de criminalidad que con el tiempo fue demolido hasta convertirse en un lote abandonado con ruinas y yerbas creciéndole a su alrededor.

Su obra entonces navega entre la descomposición de archivos y artefactos de utilidad que aseguran prestar un servicio óptimo para la comunidad y que guardan memorias; todo ello convertido en ruinas de algo prometedor que el Estado dispone a sus ciudadanos. “El Estado toma estas vidas, estas personas que están reclamando derechos, asistencia y reconocimiento. Sus vidas entran en esa madeja y van siendo trituradas (…) en estos laberintos en los que la gente pierde el tiempo, la vida y la esperanza”, afirma Mora al explicar la intervención que tendrá lugar en Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, un proyecto que recoge su trayectoria artística y que titula Leviatán, haciendo alusión a la obra de Thomas Hobbes en donde se manifiesta al Estado con el poder absoluto.

Por Sandra Fernández

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