El Magazín Cultural

¿Qué guarda la gente de un amor? Una exposición en el Mambo

La artista Adriana Marmorek, nominada al IX premio Luis Caballero, en su exposición "Háblame Amor", que está expuesta en el MAMBO, propone una revisión de los conceptos efímero y eterno para dos instituciones: el museo de arte moderno y el matrimonio.

REDACCIÓN CULTURA
03 de enero de 2018 - 02:57 p. m.
Uno de los objetos que la artista Adriana Marmorek utiliza en su expopsición "Háblame de amor". / Cortesía
Uno de los objetos que la artista Adriana Marmorek utiliza en su expopsición "Háblame de amor". / Cortesía

La primera pregunta que se hizo Adriana Marmorek antes de comenzar su obra Háblame de amor giraba alrededor de las cosas que guardamos como recuerdos de historias de amor fracasadas. Resultó que la gente guardaba toda clase de objetos que, a los ojos de cualquiera, eran considerados recuerdos cursis: basura. Pero que, a través de los ojos del enamorado se elevaban a la categoría de tesoros. El objeto está cargado de significancia, es personalizado por su dueño y tiene las características infundadas de la persona amada. El objeto sirve como vestigio de la relación que se acabó. Adriana Marmorek, ha pasado los últimos cinco años ensamblando una colección de esos regalos, de esas cosas, documentando las historias de amor que esconden, tratando de comprender las operaciones que usan las personas para dotarlas de significados.

Marmorek abre una serie de preguntas relacionadas con lo efímero y lo eterno en el amor y en la institución museo de arte moderno. Instituciones que están estructuradas de manera estática. Genera preguntas a través de su muestra sobre el contenedor de arte, el museo de arte moderno y su práctica. Las diferentes formas en que nos relacionamos, las nuevas estructuras de familia, el fracaso de la idea “para siempre” y el concepto sobre el amor.

La misión de un museo es coleccionar y preservar los tesoros históricos y artísticos de nuestra cultura. Las reglas del museo de arte moderno cambiaron radicalmente cuando Duchamp decidió elevar un simple orinal a la categoría de arte, y con este acto cambiaron también las reglas de la producción artística subsiguiente, ya admitiendo que los artistas no necesitaban hacer nada específicamente ni tener una onza de genio artístico bajo la piel. Pero, ¿qué ocurre cuando un sinnúmero de objetos que solamente tienen significado para un grupo específico de personas que han perdido a un grupo específico de amantes no solamente son coleccionados y preservados en un museo, sino además luego quemados hasta convertirse en cenizas? Las reglas vuelven a cambiar: la pregunta ahora no es solamente sobre el acto de coleccionar objetos no artísticos y ponerlos dentro de un museo, sino ahora también sobre por qué estos objetos y no otros, durante cuánto tiempo, sobre cómo la misión del museo de preservar y proteger queda desmantelada cuando el objetivo último es destruir los objetos.

Además, el subterfugio de Marmorek sobre el museo se basa en revertir el de Duchamp: la razón por la cual los ready-mades fueron finalmente admitidos como arte es que lo que eleva un objeto encontrado a la cateogría de arte no es solamente su inclusión dentro del museo, sino también la autoridad que la figura del artista ejerce sobre él. No obstante, Marmorek no tiene intención alguna de elevar su constelación de reliquias a la categoría de ate, cosa que aclara con el acto de prenderles fuego a todas. Tampoco tiene intención de ejercer el poder de autoridad del que se inviste gracias a su posición como artista para autorizar sus reliquias de amor para que se conviertan en objetos de arte dentro del museo. Nunca desautoriza la voz de quienes rinden sus objetos, sino que les permite, a ellos que no tienen la autoridad para dejar objetos en el museo, que hable con su propia voz.

Esta es, de hecho, la misma operación que desencadena cuando le pide a la gente que responda a una de las preguntas filosóficas más importantes: qué es el amor. El mismo asunto de la autoridad permea las proposiciones filosóficas y la aparición de objetos encontrados, preservados como arte, dentro del museo. Pero una vez más, Marmorek no está dispuesta a propopner una única respuesta autoritaria: en cabio, le pregunta a una constelación de personas que no están investidas del poder de ser autores de un texto filosófico que contesten esa perenne pregunta. Lo harán, inevitablemente, tomando prestado de su propia experiencia con el amor, y el espectador saldrá del laberinto habiendo formulado una respuesta propia, quizás más de una única respuesta; informada por un coro de voces diversas, quienes intentan responder esa única pregunta desde un sinfín de puntos de vista.

Pero el museo de arte modern no es la única institución que queda subvertida a través del proyecto de Marmorek: también cuestiona la idea de amor eterno – en general – y de matrimonio – particularmente – que se encuentra culturalmente amarrado a categorías de relaciones románticas. La pregunta por lo efímero, entonces, no queda circunscrita a la presencia (y destrucción) de la colección de reliquias amorosas de Marmorek en la esfera del museo, sino que además queda transpuesta a la institución misma del matrimonio. En lugar de representar una idea romántica del matrimonio que es estática y casi monolítica, Marmorek la revela en su mutabilidad. El mismo fracaso romántico que provoca la inclusión de esta constelación de reliquias en el museo es lo que causa el fracaso del museo en su preservación de esos objetos como arte, revelando la mutabilidad de dos instituciones que reiteradamente fracasan en reconocer la necesidad de que sus estructuras cambien.

El fracaso, no obstante, no es juzgado como una condición negativa: simplemente es reconocido como un elemento estructural de los principios operativos de dos instituciones estáticas, causado por el hecho de que ambas son resistentes al cambio.

El significado de este universo de objetos efímeros dentro de los muros del museo solamente se logra colectivamente: es a través del tejido de un complejo conjunto de fracasos personales en el amor que resulta posible formular una idea más global de lo que conlleva fracasar en el amor. Similarmente, intentar formular una noción universal de lo que es el amor se hace posible a través de una constelación hecha de las de voces de personas que se proponen responder estas preguntas, hablando desde su propia experiencia personal e íntima.

Las piezas entregadas se someten a un proceso de selección y quienes las donan autorizan a la artista a contar la historia de amor asociada a las mismas de manera anónima. Además, durante la exposición, el próximo 28 de diciembre a puerta cerrada se llevará a cabo una quema de las reliquias, en la que solo la artista, los donantes que lo deseen y colaboradores del MAMBO estarán presentes.

La muestra se realizará hasta el 7 de enero. 

Por REDACCIÓN CULTURA

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar