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La agridulce historia de Rita Moreno

En el Sundance Film Festival se estrenó mundialmente el documental Rita Moreno: Just a Girl Who Decided to Go for It, pieza audiovisual que narra la vida de la icónica actriz de origen puertorriqueño.

Janina Pérez Arias
07 de febrero de 2021 - 02:00 a. m.
Rita Moreno se convirtió en un modelo e inspiración para las actrices hispanas y en un símbolo para la comunidad latina en EE. UU.
Rita Moreno se convirtió en un modelo e inspiración para las actrices hispanas y en un símbolo para la comunidad latina en EE. UU.
Foto: Sundance Film Festival

A los 89 años, Rita Moreno es una mujer libre y plena. Liberada de los roles de mujer-de-piel-oscura de inglés quebrado, de la sexualización, de los abusos de todo tipo, de las humillaciones, del asfixiante egocentrismo de Marlon Brando (su expareja) y del control de su marido durante cincuenta años hasta que enviudó, Rita se ha liberado hasta de sus terapias psicológicas.

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Menuda, pizpireta, risueña, ocurrente. “Siempre quise ser una estrella de cine”, dice mirando a la cámara en su casa en Berkeley (California), con el sol colándose por las ventanas.

Esa cámara es la que la acompaña en Rita Moreno: Just a Girl Who Decided to Go for It, dirigido por Mariem Pérez Riera, un documental que condensa la vida de esta actriz que llegó al Hollywood de la época dorada cuando apenas tenía 16 años, época en la que no figuraban nombres como el suyo, ni caras como la de ella, en la gran pantalla.

Rita Moreno se convirtió en un modelo e inspiración para las actrices hispanas, y también en un símbolo para la comunidad latina en EE. UU. La puertorriqueña, que creció en Nueva York, es la primera latina en ganar un Óscar (por West Side Story, de Robert Wise y Jerome Robbins), pero también ha sido la primera latina EGOT; es decir, ganadora de Emmy (en 1977 y 1978), Grammy (en 1972), Óscar (en 1962) y Tony (en 1975). Estas estatuillas, y muchas más, habitan en las repisas de su casa, un apartamento acogedor en el que provoca quedarse.

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Con más de setenta años de carrera, Moreno tiene mucho que contar. Ya lo había hecho en sus memorias publicadas en 2014. Sin embargo, una cosa es la palabra escrita y otra muy diferente es tener el valor de ponerse frente a la cámara sin maquillaje, sin máscaras ni artificios.

Rita Moreno: Just a Girl Who Decided to Go for It comienza con una fiesta, o más bien con los preparativos del cumpleaños número 87 de una de las mujeres más icónicas de la pantalla grande. El festín será de disfraces, una costumbre que implantó cuando decidió empezar a celebrar su cumpleaños. No siempre fue así.

El documental, estrenado mundialmente en el Sundance Film Festival, profundiza prácticamente en todas las etapas de la vida de Rita Moreno. En él toma la palabra su protagonista, pero también su hija, así como varios amigos y colegas. La vemos en su vida normal con sus largas jornadas de trabajo en la sitcom One Day at a Time, que casualmente se graba en los antiguos estudios de la Metro Goldwyn Mayer (actualmente son los estudios de Sony), adonde llegó hace más de setenta años con el visto bueno de Louis B. Mayer.

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El recorrido de Rita Moreno: Just a Girl Who Decided to Go for It es intenso, doloroso, brillante y agridulce, tanto que a veces cuesta creer cómo esa mujer, después y a pesar de todo, emana tanta energía positiva. Desde su infancia en Humacao (Puerto Rico), su segunda niñez y adolescencia en Nueva York (hacia finales de 1930, principios de los 40), con la creencia de no valer nada y con la llegada de la danza a su vida, Rita narra y reflexiona sobre el entorno social de una época dura, que para una inmigrante, como ella y su madre, se magnificaba en dificultades.

En la realidad paralela de Hollywood, el deslumbramiento y la euforia empezaron a difuminarse para dejar ver lo feo, sufrir episodios de humillaciones y abuso sexual. A Rita Moreno, a diferencia de las mujeres que hoy en día tienen el apoyo incondicional del movimiento #MeToo, le tocó echarle tierra a lo abominable. Se propuso sobrevivir a costa de su salud mental, pero también a modelar su activismo, fortalecido a través de los años. Narra las marchas feministas y antirracistas, de cuando presenció el inspirador I Have a Dream, de Martin Luther King, y de cuando se puso ante un micrófono para apoyar a la comunidad latina. Además, en un ámbito más personal, se mete en las oscuridades de la dicotomía interna: la Rosita, su nombre verdadero de Puerto Rico, y la Rita, la estrella de cine.

Quién iba a pensar que estuvo a punto de abandonar el rol de su vida, Anita en West Side Story, a causa de la versión original de la canción América. Los directores cambiaron la letra por ella. Lo demás ya es historia y parte de ella es que Rita Moreno retorna a aquel barrio neoyorquino (esta vez como Valentina) con la nueva versión de Steven Spielberg.

“Es una bendición”, dice desde su casa con la esperanza de poder vivir ese gran estreno antes de su cumpleaños número noventa y desde la plenitud de su vida, en la que por fin se siente ella misma.

Por Janina Pérez Arias

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