El Magazín Cultural

Roy Assaf Trio: de Manhattan con amor

Reseña sobre la presentación del Roy Assaf Trio en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango. La agrupación también visitó Pasto como parte de la Temporada Nacional de Conciertos del Banco de la República.

Esteban Bernal Carrasquilla*
03 de marzo de 2018 - 07:34 p. m.
Roy Assaf (piano), Raviv Markovitz (contrabajo) y Ronen Itzik (batería) son los integrantes del Roy Assaf Trio.   / Gabriel Rojas © Banco de la República
Roy Assaf (piano), Raviv Markovitz (contrabajo) y Ronen Itzik (batería) son los integrantes del Roy Assaf Trio. / Gabriel Rojas © Banco de la República

“La improvisación es la base de la libertad”. Este fue uno de los comentarios con los que el pianista Roy Assaf explicó la apuesta que hace su trío de jazz a la audiencia de la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango. En un formato clásico de piano, contrabajo y batería, estos tres músicos judíos residentes de Nueva York, deleitaron al público de manera desembarazada, a partir de un ‘diálogo de saberes’ entre instrumentos, tal como ha sucedido por décadas en los distintos escenarios en los que el jazz se ha constituido en Manhattan, en otras ciudades de Estados Unidos y en el mundo entero. Y es así, con improvisación libre, como se ha propiciado un escenario adecuado para el enriquecimiento de este género musical, que cada vez se hace más universal.

A través de un acercamiento cambiante y dinámico a un repertorio acordado, pero con un fuerte componente de improvisación, Roy Assaf Trio presentó un recital de casi dos horas que, más que un concierto planeado, parecía un jam session de aquellos que uno esperaría ver a altas horas de la noche en algún club nocturno de la denominada Gran Manzana, cuando la magia sucede.

Para cada tema que presentaban se mantenía la misma estructura en la que uno de los tres músicos exploraba en solitario algún tipo de sonoridad en su instrumento, experimentando hasta que algún elemento ya conocido por los demás los llamaba al ensamble. La técnica de los tres músicos en este ejercicio fue propia para cada instrumento y mostró la esencia de su sonido: Roy Assaf proponiendo armonías que llenaba de color con notas agregadas a una serie de acordes de base; Raviv Markovitz moviéndose horizontal y verticalmente en el diapasón del contrabajo e improvisando melodías caminantes que acompañaba simultáneamente con su voz; Ronen Itzik retozando con sus manos y sus múltiples tipos de baquetas por toda la superficie de los tambores y platillos, evadiendo la métrica para presentar un espectro amplio de sonidos.

De todo lo anterior hay varios elementos positivos por resaltar en el concierto de este afincado trío. Por un lado, fue muy valioso para los amantes del jazz conocer de primera mano la forma en la que se construye este tipo de propuesta. “Es a partir de la confianza”, dijo Assaf, quien durante un año ensayó con sus dos compañeros, semana tras semana, para conocerse estilísticamente y poner en común su apropiación de la música. Así “si te caes, tu compañero te levanta para lograr un bien colectivo”, declaró. Esta confianza y conocimiento se podía ver en las miradas de complicidad y las risas y guiños que compartían los tres músicos durante sus ejecuciones. Por otro lado, este planteamiento recuerda algo que ha sido esencial en el desarrollo histórico del jazz: la construcción y el enriquecimiento conjunto de lenguajes. Sucedió en los bares de Nueva Orleans cuando se definía un estilo que bebía de otras músicas presentes en esta ciudad cosmopolita; en los de Kansas City, donde músicos profesionales y aficionados improvisaban juntos; en los estudios de grabación en Chicago, cuando se gestó la figura del solista; en los clubes nocturnos de Nueva York, en los que nació el bebop cuando despuntaba el alba entre el tufo del whisky; y también en este concierto, en el que un ensamble orgánico presentó, en el orden que les provocó y no como anunciaba el programa de mano, un repertorio escogido de una manera que no se repetirá exactamente igual, por la naturaleza improvisada del mismo.

Adicional a lo anterior, fue sorprendente el balance logrado entre los tres instrumentos, pues salvo en los espacios de improvisación, difícilmente se destacaba alguno de ellos en los momentos de ensamble. Esto recordó un componente simbólico fundamental de la carga política del jazz, un género democrático en el que cada voz tiene la misma importancia que las demás y algo singular por decir.

Finalmente, fue emotivo escuchar la historia asociada a dos de las composiciones de Assaf: Babel y Second Row Behind the Painter, inspirada la primera en los tres escenarios geográficos de la película homónima de los mexicanos Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga, y la segunda en una vivencia del pianista cuando asistía de niño a una sinagoga en Tel Aviv. Con esto se puso de relieve que el jazz ha dejado de ser un bien cultural estadounidense y que, como se dijo antes, se perfila en la actualidad como un punto de encuentro entre culturas.

La carga histórica y conceptual con la que contó la propuesta de Roy Assaf Trio en este concierto puede tomarse como una invitación a disfrutar in situ el jazz en algún bar de los Estados Unidos mientras se delita el paladar con unos mariscos cajún al estilo de Nueva Orleans, un bourbon de Kentucky o una pizza Chicago style, pues jazz, comida y alcohol son una mezcla inseparable. O quién sabe, tal vez pueda suceder lo mismo en cualquier club nocturno del mundo donde se acojan estos sonidos.

* Guitarrista clásico egresado de la Universidad Javeriana y magíster en relaciones internacionales de la misma institución.

 

Por Esteban Bernal Carrasquilla*

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar