El Magazín Cultural

Santiago Gutiérrez Pérez, el niño poeta de Facatativá

En el Festival de la Palabra 2019, que se realiza en el municipio de Zipacón, encontramos a Santiago Gutiérrez Pérez,  un poeta de 8 años, quien dejó los videojuegos por los versos, y supo encontrar en las palabras el mundo ideal para sembrar un jardín de imaginación. 

Angélica Villalba Cárdenas
27 de septiembre de 2019 - 02:53 p. m.
Santiago Gutiérrez Pérez,  un poeta de ocho años, que leyó sus versos en el Festival de la Palabra de Zipacón. / Cortesía
Santiago Gutiérrez Pérez,  un poeta de ocho años, que leyó sus versos en el Festival de la Palabra de Zipacón. / Cortesía

Y de pronto llegas a un pueblo de casas antiguas, una iglesia, una plaza central, como cualquier otro. Un lugar ignorado por los grandes noticieros (para alivio de sus habitantes). Su nombre: Zipacón, y sí, viene a tu mente aquella clase de historia en la que un profesor, del que ya no recuerdas el nombre, te hizo imaginar a aquel poderoso Zipa pasando largas horas de llanto en las montañas de Cundinamarca.  

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Estás en la plaza central y ves a las personas organizadas alrededor de un escenario improvisado en la entrada de la Parroquia San Antonio de Padua. Paz, unión, amigos, sonrisas, una escena surrealista para un país en guerra. Cualquiera diría que están esperando al Padre o al Alcalde. De pronto, en la tarima hay movimiento, el anuncio de la llegada de alguien importante. 

Escuchas al público aplaudir y ves a un niño de pie frente a un micrófono. Te sorprendes. Aquel pequeño, de voz aguda e ingenua comienza a recitar un poema de su autoría. Lo presentan como Santiago Gutiérrez Pérez, el niño escritor de Facatativá ¡Es un poeta de 8 años! La gente está muy atenta, como escuchando el discurso de un sabio que les está dando las claves de la vida. Y te preguntas: ¿Cómo es posible? Y decides hablarle. 

Te sientas junto a él, al lado del poeta y juntos ven al ¨Gueparsito¨, ese animal salido del primer poema de Santiago. Mientras el ser poderoso camina de un lado al otro de la plaza, el artista te explica que lo dejó por un tiempo, pues encontró unas nuevas formas de escribir. Todo a través de la lectura.

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Te tomas la cabeza, no lo puedes creer y le preguntas por esas nuevas formas, esas que olvidaste en el desván de tus obviedades. Dímelas. Santiago sonríe y con la picardía de sus ocho años te dice: “Bueno hay varios pasos para lograr escribir. Escuchar primero. Escuchar después. Empezar a leer. Después inspirarte y en el último paso, empiezas a escribir. Sí, lo habías olvidado”. 

Lo envidias. En tu cabeza se agotaron las ideas. Te preguntas ¿De dónde salen todos esos pensamientos? Es como si Santiago te pudiera leer la mente. Escuchas las palabras del pequeño: “No te preocupes las ideas salen de la imaginación, de contemplar tu alrededor. Yo miro con ojos de poeta. Con mis ojos verdes, así”. 

De pronto ves al poeta pensar y sonreír. Él suspira. Se balancea como también lo hacías a su edad, una imagen perdida entre el trabajo, el amor y el tiempo. Vuelves en sí para escuchar lo que Santiago tiene que decirte: “La verdad disfruto la clase, es muy buena. Es como jugar con los sueños. A veces llego retrasado, pues termino el colegio a las 3 p.m. y justo mi clase de literatura comienza a esa hora. Eso me pone triste¨. 

Piensas en tus llegadas tarde a las clases de la universidad, cuando te quedabas en la cafetería besando a la noviecita de turno y este niño, quien comenzó su escritura a los cinco años, solo quiere llegar a tiempo a su clase de literatura. 

No puedes evitarlo. Te lo imaginas buscando la sección de cuentos infantiles y al verlo, sí, puedes soñarte caminando esos mismos pasillos llenos de libros de colores, esos que olvidaste cuando recibiste un papel de graduado de una universidad prestigiosa. Por eso le preguntas sobre el reino mágico de los libros y los niños.  Ves como, por primera vez, se sienta derecho, y muy serio te dice: “Los niños deben ir a la biblioteca, preguntar dónde está la sección de libros infantiles, luego empiezan a leer. Y luego de ahí se puede respirar, mirar y dibujar. Los papás deben llevar a los niños a la biblioteca”.

¿Qué lo impulsa a escribir? ¿Quién es su inspiración?  Te lo preguntas, una y otra vez, mientras Santiago te sonríe con esos ojos pícaros. Te olvidas de la cobardía, esa triste compañía que te hizo olvidar tu sueño de ser escritor.  Él te contesta con una respuesta esperada, pero a la vez sorprendente: “Mi inspiración es mi mamá porque me ha enseñado muchas cosas desde que yo era un bebecito, como a leer, dibujar, y esas cosas, mirar. Se puede ver de otras formas, se puede ver el mundo al revés” 

Sus mentores 

Viviana Pérez Forero, Mamá de Santiago Gutiérrez

“Somos de Facatativa. Un día, Jorge Valbuena, su profesor de literatura, me dijo que fuera a una actividad de literatura y de pronto anunciaron al siguiente poeta: ahora va a pasar a leer el escritor más grande que tiene la casa de la cultura. Ya para esos momentos Santiago tenía 6 años para mí fue un momento muy emotivo porque sabía que estaban presentándose escritores extranjeros. Cuando mi hijo leyó, todos ellos estaban viéndolo, fue magia”.

Jorge Valbuena - Poeta y profesor de Santiago Gutiérrez Pérez

“Cuando conocí a Santiago sabía por su mirada que había en él un artista, se trataba de una curiosidad más inmensa que la que suele albergarse en cualquier persona, detallaba el misterio de las cosas, sabía en dónde podían encontrarse secretos majestuosos, espacios para conversar con él mismo, sus juegos siempre salían de su imaginación, no necesitaba ningún aparato, y al empezar a escribir encontró el escenario predilecto para ser él mismo”.

***

Acerca del Festival de La Palabra de Zipacón 2019

El Festival de La Palabra de Zipacón 2019, es un escenario de encuentro entre diversas voces y apuestas literarias de la región. Es un evento apoyado por el Ministerio de Cultura en sus Programas de Concertación Cultural, que ha permitido que se descentralicen los espacios de la palabra y se pueda llegar a ella de una forma más familiar y fraterna, con el fin de recuperar los relatos de tradición oral que circulan en los espacios urbanos y, sobre todo, rurales, del municipio de Zipacón. 

Es el Festival del compartir, en el que todos los habitantes, de todas las edades, saberes y oficios intercambian relatos y versiones del devenir de pueblo que circula y se respira en cada rincón de este municipio. Coordinado por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, le apuesta a llegar a la mayor cantidad posible de personas, leyendo poemas y cuentos de miles de lugares pero permiten a los ciudadanos la posibilidad de escribir y hacer tejido social desde la memoria compartida.  

Por Angélica Villalba Cárdenas

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