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El teatro se celebra

El 27 de marzo, actores, directores, dramaturgos y toda la comunidad teatral conmemoran el Día Mundial del Teatro, una celebración que busca transmitir el valor y la importancia de este arte.

Moisés Ballesteros
26 de marzo de 2021 - 02:00 a. m.
La celebración del Día Mundial del Teatro busca que la comunidad teatral promueva su trabajo a gran escala, para que los gobiernos y los líderes de opinión sean conscientes del valor y la importancia del teatro en todas sus formas.
La celebración del Día Mundial del Teatro busca que la comunidad teatral promueva su trabajo a gran escala, para que los gobiernos y los líderes de opinión sean conscientes del valor y la importancia del teatro en todas sus formas.
Foto: Obra: “Trilogía del desasosiego”. Cortesía: Teatro Estudio 87

“Evidentemente, se puede vivir sin teatro o sin información, incluso sin libertad. En ocasiones extremas, el hombre ha demostrado que puede vivir sin casi nada que le confiera verdadera categoría humana. Pero ¿por qué hacerlo? ¿Por qué resignarse?”, se cuestionaba uno de mis primeros maestros de teatro en el colegio, Octavio Gómez, un hombre de canas turbias que se torcía los pelos de las cejas para impresionar a sus estudiantes. Yo lo seguía con fervor creyéndome el gran actor del futuro. ¿Por qué evitar el calor de la sala una vez se ha calentado la función? Me pregunto ahora, que ya sé que no seré ese actor con que me ilusionaba entonces, pero que sigo sentándome en las butacas para asistir a la comunión del drama. O ¿por qué evitar la mirada inquisidora del actor que se dirige al público? ¿O el simpático pero certero secreto de quien habla a solas, frente a una sala llena de soñadores? El teatro ha estado ahí siempre, y cada año lo celebramos porque celebrar el teatro es celebrar la vida.

Dramaturgo de profesión, hablo por mí en este pequeño relato intentando comunicarme con esos otros que también sienten que pertenecen al calor de la hoguera donde un anciano cuenta viejas historias: ¡el teatro! Pero también con las palabras de los que me preceden porque donde quiera que haya dos hombres y el irreprimible gesto de la imitación, el espíritu de la ceremonia se manifiesta: “Bajo los árboles de pequeñas aldeas, o en los sofisticados escenarios de las grandes metrópolis, en salones de actos de colegios y en campos, en templos, en suburbios, en plazas públicas, en centros cívicos y en los subsuelos de las ciudades, la gente se reúne en comunión en torno a los efímeros mundos teatrales que creamos para expresar nuestra complejidad humana, nuestra diversidad, nuestra vulnerabilidad, en carne y hueso, aliento y voz”, acuñó hace algunos años, por motivo de esta celebración, el dramaturgo sudafricano Brett Bailey.

El 27 de marzo, actores, directores, dramaturgos y toda la comunidad teatral conmemoran el Día Mundial del Teatro, una celebración que busca transmitir el valor y la importancia de este arte.

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El teatro siempre ha estado aquí, algunas veces moribundo como ahora, no hay que dejar de mencionarlo, pero siempre habrá alguien que lo salve, sin duda están aquellos que se congregan y buscan defenderlo o los que se llenan de vanidad y pretenden salvarse con él, cruzar el umbral o la ventana y estar frente a la hoguera para escuchar o ser escuchados. El 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Teatro, idea del Instituto Internacional del Teatro (ITI), que en 1961 tomó la decisión de celebrar este gesto que nos mueve; pero siendo en realidad el teatro una ceremonia, es innegable que se celebra cada día en donde hay un Romeo clamando por una Julieta, donde una Nora Helmer pelea con su espíritu de libertad por una condición más justa para sí o en donde una comunidad de muertos se levante para charlar sobre sus derechos, allí, donde se necesita la magia de un teatro que nos proyecte sobre el espejo del escenario.

Necesitaremos muchas veces de ese ejército que se evoca tras bambalinas y provoca temor porque se siente que derrumbará la sala, pero también necesitaremos la pequeña luz de la vela para proyectar las sombras sobre la sábana blanca en las más recónditas montañas a donde ni la prensa llega. ¡Somos testimonio! Cada día, sí, pero sobre todo somos pregunta y nuestra responsabilidad es ante todo esta: la de dudar, la de hacer con cada gesto una pregunta que nos acerque.

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El 27 de marzo celebraremos que estamos volviendo al campo de batalla que se abre ante nuestros ojos cuando nace el silencio y en la penumbra aparecen las guerras de cada ser humano que se recrea en la historia.

Lo celebramos porque ese espíritu nunca se fue, siempre estuvo con nosotros, alimentándose de cada espanto, de cada gloria, de cada humor, del amor y desamor. Estamos volviendo, algunos a pasos agigantados, otros en un lento compás, a la hoguera del relato, al fuego de la comunidad, volverán con nosotros a arder los deseos.

¿Quién habla hoy? ¿Quién escuchará mañana? No importa, si no entendemos que “la historia de la humanidad es precisamente, una larga conquista de las necesidades materiales que le permiten al hombre poder dedicar más tiempo y energía a las necesidades del espíritu”, como lo mencionaba Gómez, mi profesor. Ahí estará siempre el teatro, en medio de esas infatigables necesidades del espíritu y quien quiera que lo haya perdido se enriquecerá rescatándolo.

Por Moisés Ballesteros

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