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Una cita en 'Estación nocturna'

Los 20 años de Casa de Citas se celebraron con la edición de este libro, un relato poético y sonoro de la rumba bogotana.

Mariángela Urbina Castilla
23 de mayo de 2014 - 02:49 a. m.
Matrimonio en  Casa de Citas.  / Cortesía Carlos González
Matrimonio en Casa de Citas. / Cortesía Carlos González

Quisieron desaparecerla muchas veces, sacarla de la tierra. Los 90 empezaban en Colombia con la marca del narcotráfico sobre la frente. Odios heredados de años de bipartidismo corrupto le habían pateado la cabeza a buena parte de la juventud bogotana. La rumba era la llave de escape, la maratón para huir del desencanto. Algunos sitios como Tunjo de Oro recibían la desidia y la convertían en bacanales, borracheras puras. Pero Casa de Citas lo hizo a su manera, le puso poesía a la cerveza e hizo retumbar los bafles a punta de folclor nacional. Eso sí, no se escapó del godo colombiano recalcitrante.

La bañaron en agua bendita, le pegaron una estampilla de la Virgen, quisieron suspenderla con una carta inmobiliaria, pero Casa de Citas siguió firme. “Algunas personas, por su nombre subversivo para la época, creían que las citas eran de otro tipo”, dice Carlos González, su fundador. Ahora, con el libro Estación nocturna, la Casa se inmortaliza. El poeta Juan Manuel Roca se encargó de la edición del texto y asegura que “es un retrato de la noche bogotana” y sirve para celebrar los primeros 20 años de este bar que ha sobrevivido a todo y que con su historia cuenta también buena parte de la historia de la cultura en la capital.

Carlos González Gómez estaba recién graduado de economía. Militaba con convicción en la izquierda, todo un sindicalista de los que no bajaban el brazo, de esos que se refugiaban en bailoteo, vino y veladas con la guitarra de Silvio Rodríguez. Salomé, El Goce Pagano y Café y Libro le encantaban, pero quería tener un lugar suyo, hecho a su manera. “Ver grupos cubanos en carne y hueso, tocando, era un sueño. Casa de Citas es una emulación de estos sitios con propuestas que van más allá de la rumba”, cuenta González.

Viajó desde Girardot a Bogotá buscando ser músico y nunca lo logró. Por eso tenía el gusanito del arte en la cabeza. De alguna manera debía ligarse a la cultura, eso lo tenía claro. Charlando con su esposa del momento, Luz Mery Urreta, y con algunos amigos, Carlos González decidió que era el momento de hacer lo que siempre quiso. Se encontró con un local vacío en el centro comercial Terraza Pasteur, diminuto, pero que se ajustaba perfecto al bolsillo. Allí empezó a traer grupos como Los Gaiteros de San Jacinto, que casi no cabían en el escenario. Con los años encontraron un local muy cerca de la Universidad Javeriana. Susana Baca, Edy Martínez, Alfonso Córdoba, Carlos Germán Belli, Juan Calzadilla, Héctor Rojas, William Ospina, Rogelio Echavarría, Jotamario Arbeláez, todos empezaron a pasar por allí, a leer sus poemas o tocar sus canciones.

Con el tiempo se topó por la calle con su sueño: una casona en La Candelaria, con una arquitectura anacrónica y hechizante para que la rumba y el arte pudieran encontrarse. A pesar del hallazgo, los problemas económicos no dejaron de acosarlos. “Nos cortaron la luz, el agua, estuvieron a punto de sacarnos”, recuerda González.

Actores como Jorge Cao, el grupo del Teatro La Candelaria y artistas que habían pasado por allí se echaron sobre los hombros la tarea de recoger fondos para que en su peor momento, hace siete años, Casa de Citas, continuara viva. A punta de teatro, música y poemas lo lograron.

Estación nocturna relata muchas de las hazañas de Casa de Citas, honra a maestros como Leandro Díaz, que han pasado por allí y a través de fotografías da cuenta de lo que ha sucedido en Bogotá en términos culturales. “Queríamos que fuera una edición que sirviera de detalle, que la gente quisiera guardar”, afirma González. El texto viene acompañado de un CD que viaja entre el folclor, el jazz y el blues y que, entre otras cosas, incluye un tango escrito por Juan Manuel Roca e interpretado por Chiqui Tamayo.

Con un restaurante de comida peruana y eventos, Casa de Citas se sostiene hoy por sí misma, gracias a la ayuda, dice Carlos González, de su actual esposa, Lina María Cortés. Pero si los problemas acosan de nuevo, quedará Estación nocturna: los primeros 20 años de Casa de Citas grabados en papel.

 

mariangelauc@gmail.com

@mariangelauc

Por Mariángela Urbina Castilla

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