El Magazín Cultural

Yo estuve en Los Óscar

El 29 de marzo nos despertamos tranquilos. Toda la expectativa que nos rodeaba podría generar nervios, pero no lo logró. El 28 hacíamos la alfombra roja y entrábamos al evento con que todos sueñan. Era un día tranquilo. Ahí estábamos don Antonio, Ciro, Brionne, Gonzalo, Raúl y yo, disfrutándolo.

Cristina Gallego*
01 de enero de 2017 - 02:00 a. m.
Cristina Gallego, esposa de Ciro Guerra, estudió cine y mercadeo.
Cristina Gallego, esposa de Ciro Guerra, estudió cine y mercadeo.

La sed de copa es algo que debiéramos preguntarnos. A Di Caprio le dan la estatuilla luego de 12 nominaciones, pero no creo que él este año sea mejor que Michael Fassbender (Steve Jobs), como no creo que Spotlight sea mejor película que Revenant o Puente de espías. En el 2006, después de 12 nominaciones, la Academia le da un Óscar a Martin Scorsese.

El objetivo de estos premios es visibilizar las películas, ampliarles mercado, no tener una estatuilla. En el extranjero lo hemos logrado, pero ¿será igual en Colombia?

Toda la gente que sentía orgullo por El abrazo en los Óscar, ¿realmente la vio? ¿Era euforia colectiva? Del amor al odio hay un paso, de la euforia a la depresión otro. Me preocupa que la euforia de tantos colombianos dé un paso que sea contraproducente para nosotros y para el cine nacional.

Acepto el guayabo que produce tanta emoción cuando no desemboca en victoria, pero, pasado el momento y reflexionando, es posible ver todo lo que ganamos.

Que la estatuilla implica un lobby importante lo sabíamos. También, que teníamos un músculo pequeño para lograrlo.

¿Que la academia está compuesta en su mayoría por judíos blancos, de avanzada edad? También lo sabíamos. No en vano toda la ceremonia, y el ruido previo a la entrega, giró en torno a la falta de diversidad.

Un distribuidor norteamericano escribió una columna para The Hollywood Reporter una vez cerradas las votaciones, quejándose públicamente de que los miembros de la Academia estaban votando sin ver.

Todo esto podía parecer extraño, pero no lo es. La campaña del Óscar es lo más parecido a una contienda política: una combinación de talento, 20 %, y estrategia, 80 %. Así que si basamos nuestra ilusión en obtener un trofeo, con una cinematografía emergente y pocos recursos, estamos en el lugar equivocado. Hemos hecho, aprendido, conocido, abierto muchas puertas, hemos sido un canal para abrir curiosidad e interés por el cine colombiano, por el respeto y el conocimiento amazónico, y ese era el objetivo.

Hemos hecho una película hermosa, poderosa, capaz de abrir mentes y corazones, una película que tiene y tendrá una vida larga, que será punto de referencia en la historia y en el cine, una película capaz de unir el inconsciente colectivo del continente que piensa, escucha y les da lugar a sus genes indígenas.

El Óscar 88 era nuestra primera apuesta en esa liga. Ya vendrán otras. Y así como nosotros nos hemos parado en los hombros de quienes durante tanto tiempo han hecho cine en Colombia, con las uñas y con pasión, los nuestros serán los que soporten lo que está por venir.

* Productora de El abrazo de la serpiente.

Por Cristina Gallego*

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