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¿Qué implica ser socialmente responsable?

No todas las acciones de las organizaciones en favor de la comunidad hacen parte de la Responsabilidad Social Empresarial. Expertos nos cuentan de qué se trata este asunto y por qué es tan indispensable para las organizaciones hoy.

Redacción Especiales
30 de agosto de 2016 - 03:00 p. m.
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Una de las grandes confusiones que se presentan en el mundo de los negocios tiene que ver con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Durante años, cada empresa ha creado su propia definición, lo que ha llevado a pensar que cualquier acción pertenece a la RSE. Sin embargo, no todas las iniciativas hacen parte de esta estrategia que busca mejorar la calidad de vida de las comunidades a largo plazo. Por eso la pregunta que todos nos hacemos es ¿Qué significa ser socialmente responsable?

Víctor Hugo Malagón, consiliario y docente de la Universidad del Rosario, considera que existen unos elementos comunes que nos permiten meter en la misma bolsa a las visiones de cada compañía. El primero de ellos lo aporta la Unión Europea con una definición que plasma en su Libro Verde, publicado en 2001: la voluntariedad. “Allí se explica que la RSE son todas esas cosas que las organizaciones hacen por voluntad con el objetivo de incluir las preocupaciones sociales y ambientales en sus operaciones”.

Para Malagón, esto logró que las compañías cambiaran su chip y dialogaran con sus grupos de interés para diseñar sus estrategias con base en sus expectativas y no sólo en las percepciones de sus accionistas, como ocurría dos décadas atrás.

También manifiesta que si bien la intención de ayudar a mejorar los entornos no es un hecho que nació hace poco, resalta que ahora hay una mejor comprensión de la RSE de cada organización como un modelo integral de gestión: “Eso quiere decir que no es una aproximación filantrópica y aislada de la cadena de valor, sino que implica la gestión de la empresa en múltiples dimensiones: su gobierno corporativo, su equipo humano, su inversión social estratégica y su dimensión de desarrollo de sostenibilidad medioambiental”.

Pero ¿Cuál es la diferencia entre la RSE y la filantropía? Javier Texidó, presidente de Nestlé, expresa que en la primera “es posible generar valor a los accionistas, proveedores, clientes, consumidores y las comunidades en donde operamos; mientras que en la segunda opción se ejecuta una acción social vista como una ayuda, que solo implica esfuerzos de una parte y no una unión sostenida donde cada segmento apoya y se beneficia mutuamente”.

No caer en el asistencialismo ha traído múltiples beneficios para Nestlé, como tener una operación estable, un personal comprometido y unos consumidores que los escogen por la transparencia en sus prácticas y su aporte al bienestar de las comunidades por medio de programas como Fomento Lechero, cuyo objetivo es convertir a los agricultores en proveedores más prósperos para así aumentar sus ingresos.

Santiago Pardo, vicepresidente de relaciones institucionales de Claro, concuerda con esta visión y añade que sin duda “enriquecer el entorno, genera una mayor oportunidad de funcionamiento para la organización”. Admite que hace cuatro años en Claro se cometió este error, pero que esto los impulsó a crear iniciativas novedosas: La empresa se unió para crear un informe de RSE, en el que decidieron utilizar su herramienta, la tecnología, para mejorar la calidad de vida de los colombianos.

Pardo aclara que si bien no es necesario que la RSE de una compañía sea afín a su tarea, Claro descubrió que su aporte es mayor en las áreas que dominan. Hoy, por ejemplo, tienen un proyecto llamado “Capacítate para el empleo”, una plataforma de educación virtual en la que se dictan unos cursos para todas las personas, sin necesidad de estudios previos. Son dictados por profesionales y certificados por entidades internacionales.

Para el vicepresidente, este tipo de proyectos son fundamentales, sobre todo para un escenario de posconflicto en el que se necesitan oportunidades para los reinsertados.

Empresas Públicas de Medellín (EPM) se une a esta discusión reiterando que a pesar de no ser una obligación, los negocios deben tener claro que “es un imperativo ético, porque el mundo lo exige y lo necesita. También porque es estratégico: la actividad empresarial genera impactos de los que debe hacerse cargo y colaborar con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ”.

Todos son optimistas con que el país ha asumido una labor de liderazgo en la RSE. Por supuesto, hay que continuar con su consolidación, pero lo creado hasta ahora vale la pena resaltarlo y aplaudirlo porque en estos momentos es un asunto indispensable , incluso, en las medianas y pequeñas empresas.

No es fortuito, expresa Malagón, que hoy Colombia sea la sede para América Latina del Pacto Global de las Naciones Unidas y la sede para Hispanoamérica de la Iniciativa de Reporte Global. Sin embargo, sugiere a los negocios que no pierdan el foco y no le den tanta importancia a los instrumentos por encima del fin, pues “el corazón de la RSE es el ser humano”.

Por Redacción Especiales

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