El más reciente informe del observatorio Pulso de Consumidor de SINNETIC, con corte de junio 2020, reveló que la confianza del consumidor en actividades como la agricultura llegó al 64% mientras que la ganadería, porcicultura y acuicultura llegaron al 42%.
Sin embargo, “pese a esta elevada confianza del consumidor frente al campo y sus actividades, el reporte anual de desarrollo productivo muestra que progresivamente el optimismo y la confianza del agricultor colombiano viene deteriorándose de forma significativa desde 2017”, advierte el reporte.
Para este año (a junio) solo el 6% de los pequeños productores se mostraron optimistas, mientras que la confianza en los medianos llegó al 16% y en los productores grandes a 22%.
El informe identificó las preocupaciones de los productores agrícolas colombianos y los resumió en cinco grandes grupos:
- Seguridad en el campo: la aceleración de la violencia en territorios agrícolas, la matanza de líderes sociales, la baja presencia del Estado en algunas zonas de la Colombia profunda y en las zonas productivas con educación y salud particularmente, distraen al agricultor de sus objetivos productivos. Por otra parte, la dificultad de acceso al crédito, la ausencia de garantías para acceder a financiación y las demoras en titularización de tierras, limita la percepción de futuro de los productores llevándolos al pesimismo frente su actividad productiva.
- Infraestructura: la ausencia de vías para poder sacar su cosecha de las fincas, los elevados costos de intermediación y transporte en unión a la ausencia de sistemas de riego, que hacen difícil transitar por sequías y cambios de clima, son parte de las limitaciones que enfrenta la producción agrícola colombiana.
- Insumos productivos: muchos productos agrícolas dependen de principios activos importados, la variación del peso frente el dólar atemoriza a los agricultores quienes predicen un incremento en el costo de insumos dada esta condición cambiaria del mercado. Adicional a esto, la escasez de semillas para actividades productivas como la papa y el maíz, así como el bajo soporte técnico en campo por parte de agrónomos en finca, resulta en prácticas agropecuarias eventualmente improvisadas que van en deterioro de la producción del campesino.
- Comercialización: año tras año se eleva la tensión entre los campesinos y los centros de acopio e intermediarios ya que el pago por la cosecha es cada vez menos rentable. Cubrir costos con los plazos de pago, costo de intereses de créditos y bajo pago por cosecha, es parte del discurso diario en el campo. Conseguir nuevos clientes y hacer nuevos negocios es difícil gracias al bajo poder de negociación de los campesinos, adicional a esto, los pequeños productores tienden baja verticalización de productos por lo que se dedican a actividades como el transporte o servicios de construcción, sin descontar negocios principalmente de comercio.
- Productividad y cambio climático: es claro que el uso de combustibles fósiles como fuente de energía para la mayoría de las actividades productivas y de consumo, entre otros factores del estilo de vida moderno, ha desencadenado cambios en el clima que repercuten en sequías más largas, desplazamiento de blancos biológicos y patógenos que afectan la productividad de los cultivos, escasez de agua para actividades ganaderas y agrícolas entre otros factores. La principal respuesta del agricultor es cambiar de cultivo, comprar tierras en diferentes alturas y diversificar siempre que los recursos lo permitan.