“El país tiene cifras espeluznantes en violencia infantil”

Juliana Pungiluppi, quien deja la dirección del ICBF después de 18 meses en el cargo, dice que el énfasis en la primera infancia hizo que se subestimara el problema de violencia contra los menores de edad.

Redacción Vivir
04 de marzo de 2020 - 09:58 p. m.
Juliana Pungiluppi, ex directora del ICBF.  / Cortesía.
Juliana Pungiluppi, ex directora del ICBF. / Cortesía.

A pocas horas de un paro nacional de madres comunitarias, la saliente directora del ICBF, Juliana Pungiluppi, y Olinda García, presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores al Cuidado de la Infancia y Adolescentes del Sistema Nacional de Bienestar Familiar, lograron llegar a un acuerdo.

Las últimas dos semanas fueron de tensiones políticas dentro de la institución que se hace cargo de la protección de los niños del país.

Pungiluppi, politóloga de la U. de los Andes, habló sobre su paso por una de las entidades más grandes y complejas del Estado.

¿Cómo fue su llegada a una institución como el ICBF?

Todo un reto. Es la más grande del país en número de funcionarios. Son unos 13.300 funcionarios. Tiene cinco sindicatos. El presupuesto es cercano a los $8 billones. Tenemos 33 direcciones regionales y 213 centros zonales.

¿Cuál fue el mayor reto?

El clima organizacional.

¿Qué se planteó hacer?

Esta es una institución con cinco áreas misionales y con un sesgo hacia la primera infancia, que se lleva el 70 % del presupuesto. Poco se conoce del área de protección que se ocupa de los niños vulnerados, de los niños que sufren violencia. Eso fue lo que me marcó la vida y creo que es lo más importante. No subestimo lo de primera infancia, porque es un vehículo de equidad. Mis dos transformaciones están en esas dos áreas: primera infancia y violencia contra los niños. El país tiene cifras espeluznantes en violencia infantil. Después del conflicto armado se destapó esta violencia en los hogares. El enemigo está en los hogares, con el padrastro, en los tíos que violentan a los niños. Cuando los que deben proteger son los que violentan hay un reto enorme.

¿Significa que cambió la política dentro del ICBF?

Mi primer legado es pasar a contratación competitiva. Esto provocó llagas. El ICBF, para los $4,5 billones de primera infancia, hacía selección directa y cerrada con los directores regionales elegidos por gobernadores a través de terna. Por eso es que estoy atrasada. Porque le metí un nuevo proceso de competencia. Ese es mi primer legado. Fue un retraso de dos semanas en el inicio de los jardines infantiles, pero porque hice el cambio en el modelo de contratación. Por primera vez se está poniendo a competir a los operadores.

¿Cuál es exactamente el giro en la dirección de la institución?

Mis dos apuestas fueron cambio en el modelo de contratación y medir lo que se hacía. En el índice de pobreza multidimensional, tienes que saber cuánto pesa la privación en primera infancia. Ya lo sabemos. La primera infancia pesa el 5 %. Nosotros nos obsesionamos en cómo se reduce pobreza con primera infancia. Por eso todos los días uno se tiene que preguntar cómo contribuir a la superación de pobreza extrema. Ya identificamos, a través del nuevo Sisbén 4, a cuántas familias les falta el servicio de primera infancia para salir de la pobreza.

¿A cuántas?

Son 138.000 niños en 105.000 hogares. Hogares que no están teniendo acceso a primera infancia y les falta ese logro para superar la pobreza. En total hay un millón de hogares con menores de cinco años. Están ya georreferenciados. Eso es pura gerencia de superación de pobreza. Es una mezcla de seleccionar a los mejores operadores con esta estrategia de contratación y se les exige que busquen a los hogares que más necesitan esto para salir de pobreza.

¿Cómo trabajó en el área de protección contra la violencia?

Por un lado tenía la ley 1878, que fue un hito en el país. Una ley que le dijo al ICBF que para enero de 2019 tenía que haber resuelto la situación jurídica de 49.000 niños. En el ICBF se siguen lo que se llaman procesos administrativos de restablecimiento de derechos. Es cuando interviene el Estado porque un niño tuvo una vulneración de derechos. Estos procesos toman dos determinaciones: o se reintegra a la familia o se declara en adoptabilidad. Por mucho tiempo esto no tuvo término de vencimiento y el niño podía quedar en un limbo. Tuvimos que hacer un plan de choque para coger caso por caso y resolver. Saber si el victimario seguía cerca. Y no teníamos recursos. Pero lo logramos hacer. Ese es uno de mis logros: 43.000 procesos administrativos. Descongestión del 86 % de los procesos. Pero haciendo esto se descubrió que había 54.000 solicitudes nuevas que nadie les respondía. Niños que llamaban a denunciar y ni siquiera les hacían una verificación. Esto nos hizo darnos cuenta de que el modelo no funciona. Están congestionados los procesos, cortos de personal, ineficiencias.

¿Cuál fue la reingeniería?

Habrá un nuevo diseño. Eso no lo puedo hacer de la noche a la mañana. La idea es atender por etapas. Unos funcionarios para crisis, otros para estabilización, otros para seguimiento. Y también que unos sean expertos en casos de vulneración, otros en violencia sexual, responsabilidad penal, conciliaciones.

¿Cómo avanzó el tema de adopciones represadas?

Ahí creamos el asistente digital de adopciones. Antes para adoptar te demorabas 24 meses. La aplicación siempre era en papel. Ahora puedes hacerlo en línea. Estos tiempos van a bajar a 9 meses. Me dijeron que iban a ser 12 meses y les dije bájenlo a 9 meses para que coincida con el tiempo de un embarazo. Queríamos bajar los tiempos de deserción porque mucha gente se cansaba del proceso. 

La desnutrición y muertes de niños en diferentes zonas del país ha sido una de las críticas más fuertes al ICBF en los últimos años. 

La otra cosa de la que me siento muy orgullosa es la reducción de notificación de muertes asociada a desnutrición. Pusimos en marcha el plan Ni Uno Más. Los niños menores de cinco años más vulnerables generalmente están en programas del ICBF o con los papás más irresponsables. Y los que no están en radar del ICBF están en zonas dispersas y hay que ir a buscarlos. Hablé con Juan Pablo Uribe, ex ministro de Salud, y nos unimos para sacar adelante ese plan. Logramos reducir la tasa de mortalidad. Hicimos centros de recuperación nutricional, son mini clínicas, donde los niños se deben quedar al menos un mes para estabilizarlos. Lo más clave de esto fue que lo logramos a pesar del fenómeno migratorio.

Por Redacción Vivir

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