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'Estudiantes tienen memoria, pero no creatividad'

Según el experto, los métodos de aprendizaje en Colombia no son los mejores. La falla, principalmente, está en la formación de los docentes.

Redacción Vivir
27 de abril de 2014 - 02:00 a. m.
Andreas Schleicher, coordinador internacional de Pisa.  / Lizeth Milena Durán
Andreas Schleicher, coordinador internacional de Pisa. / Lizeth Milena Durán

Una de las muchas preguntas que les hicieron a los estudiantes en las últimas pruebas Pisa iba dirigida a saber cuál era la clave para tener éxito en ciertas materias. Cuando a los colombianos les llegó el turno en matemáticas, una de las áreas en las que el país no tiene buenos indicadores, casi todos coincidieron: “Simple: es un asunto de talento”. La respuesta de los chinos, en cambio, fue muy distinta: “El éxito depende del esfuerzo”. Esas dos afirmaciones, aunque simples, reflejan las grietas que tiene hoy el sistema educativo escolar y las enormes diferencias con los mejores del mundo: desde los deficientes profesores y los métodos poco apropiados hasta la poca importancia que le dan nuestros jóvenes al aprendizaje en sus vidas.

El ejemplo es de Andreas Schleicher, director de educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y coordinador internacional de las pruebas Pisa, el examen que hace casi un mes alarmó a todos por los pésimos resultados que obtuvo Colombia.

El pasado viernes Schleicher estuvo en Bogotá, en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, para hacer parte de un foro en el que se intentaba responder las preguntas, las incertidumbres, que hace tiempo vienen rondando en la comunidad académica: ¿cuáles son las razones para que el país ocupe el lugar 62 entre 65 naciones? ¿Por qué a la hora de resolver problemas de la vida cotidiana estamos en el último puesto?

Los factores que influyen son múltiples, claro, pero los esfuerzos, en palabras de Schleicher, ahora deben concentrarse en mejorar la calidad. “En términos de cobertura —dice— ya se ha cumplido la meta, pero eso no significa que equidad implique calidad, ni que haya que sacrificar una para alcanzar la otra. Es un paradigma que debemos romper”.

Pero lograr ese objetivo depende de algunas variables que resultan esenciales: tener mejores profesores, reducir las brechas entre los más y los menos favorecidos y plantear proyectos educativos a largo plazo en los que se establezcan altas expectativas.

Eso, en principio. Porque para que se vean frutos también se requiere, por ejemplo, distribuir de una manera más equitativa el presupuesto y entender que la educación de hoy es la base de la economía del futuro.

“Colombia —dice el experto— en verdad invierte mucho en educación, pero esa no es la clave del éxito. Hay que aprender a utilizar el dinero de forma más efectiva. Finlandia, China, Croacia y Serbia lo hacen muy bien”.

De hecho, en las gráficas de Schleicher que analizan este aspecto, nuestro país es uno de los que menos equidad tienen. Es un punto solitario, cerca del cual están México y Perú. “Ponerle freno a ese problema da resultados sorprendentes: los más pobres en China tienen mejor desempeño que los más ricos en Estados Unidos”.

La necesidad de mejorar la formación de los profesores era un punto sobre el cual se venía advirtiendo desde hace unos años. Incluso, en las pruebas Saber Pro de 2012, los futuros maestros fueron los universitarios con más baja calificación.

Ante semejante deficiencia, la solución para muchos consistía —consiste— en dar más incentivos económicos a quienes ejercen esa profesión y así motivar a quienes la estudien. Pero eso, explica Schleicher, aunque necesario no basta. “Hay que elegir a los mejores, promover su aprendizaje, hacer que entre ellos mismos construyan la enseñanza y las formas de evaluarse. En un estudio que hicimos, lo importante para los profesores, más que los salarios, como todos piensan, era que su trabajo fuera reconocido públicamente”.

De ellos —y también de la autonomía que tengan los colegios, que es fundamental siempre y cuando se siga una ruta— depende en gran parte que aquí la educación empiece a entenderse como un “compromiso universal”. Y depende que se transforme de una vez por todas el aprendizaje en las aulas. Sólo integrando esos factores podrá avanzarse en dos de las áreas que más dificultad nos generan: las matemáticas y la resolución de problemas.

“Otro ejemplo: los maestros de Vietnam y Shanghái no enseñan, en matemáticas, cómo memorizar las ecuaciones y cómo resolver complicaciones numéricas. Enseñan los conceptos fundamentales para que los estudiantes los apliquen en sus vidas. Les enseñan a pensar matemáticamente”, cuenta.

Esa es una de las razones que explican por qué nos hemos rajado con frecuencia en las pruebas Pisa: parafraseando a Schleicher, los colombianos han demostrado que tienen una muy buena memoria, que retienen en su cabeza los conocimientos, pero no saben cómo aplicarlos en la cotidianidad. En últimas, “memorizan muy bien, pero tienen muy poca creatividad”.

Por Redacción Vivir

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