El mundo en 2018: el año de los populistas

El populismo es el fenómeno del año: cerca de dos mil millones de personas en el mundo fueron o están siendo gobernadas por líderes populistas, tanto de izquierda como de derecha. La elección de Jair Bolsonaro, en Brasil, o la de Andrés Manuel López Obrador, en México, son solo las más recientes (y visibles) muestras de que el populismo no tiene una corriente ideológica.

Jesús Mesa
15 de diciembre de 2018 - 09:00 p. m.
Fotomontaje El Espectador
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Foto: Getty Images - Justin Sullivan

En los últimos 10 años, el populismo ha demostrado ser especialmente fértil: cerca de dos mil millones de personas en el mundo fueron o están siendo gobernadas por líderes populistas. Al mismo tiempo, partidos y movimientos de este tipo están ganando terreno en más de una docena de democracias en el mundo, muchas de ellas en Europa.

La fórmula, en teoría, es la misma. Políticos que se promocionan como la alternativa a problemas como la globalización, la recesión, la migración y la desigualdad. El fracaso del establecimiento político para hacer frente a cualquiera de las anteriores dificultades ha creado para los populistas un escenario en el que fungen como salvadores, a diferencia de los plutócratas, oligarcas y políticos del establecimiento.

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Pero comprender las causas y consecuencias del populismo requiere identificar quién (y qué) es un populista. Dado que tantos políticos, de tan diferentes rasgos, pueden clasificar en esta categoría, algunos académicos argumentan que el término es inútil. Pero con los llamados populistas de izquierda y derecha, experimentando un resurgimiento en el siglo XXI, el término vuelve a ser relevante.

 

El académico británico Cas Mudde, destacado estudioso del populismo en su país, lo define como "una corriente que considera que la sociedad se separa en dos bandos homogéneos y antagónicos: el pueblo puro frente a la élite corrupta e ineficiente".  Una definición que se ajusta a los fenómenos políticos en Brasil, México, Estados Unidos, Italia, Hungría o Reino Unido, entre otros.

La elección de Jair Bolsonaro, en Brasil, o la de Andrés Manuel López Obrador, en México, en el 2018, así como el triunfo del Movimiento Cinco Estrellas en Italia y la reelección de Nicolás Maduro son solo las más recientes (y visibles) muestras de que el populismo no tiene una corriente ideológica. Daniel Ortega, en Nicaragua; Donald Trump, en Estados Unidos; el primer ministro de Hungría, Víktor Orban, o los promotores del Brexit en Reino Unido son algunos de ellos. 

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De acuerdo con un estudio realizado por el grupo de investigación del Populismo de la Universidad Brigham Young, un cuarto de los europeos votó en las últimas elecciones por un candidato de un movimiento populista y los partidos de este tipo han triplicado sus votos en Europa, en los últimos 20 años.

Por supuesto, los contextos sociopolíticos varían según la geografía, y también el populismo. Sin embargo, temas comunes son el nacionalismo y la antiinmigración. Pero no todo es derecha. Que movimientos como Podemos, en España, o Morena, en México, hayan surgido al margen de los tradicionales partidos de izquierda, como el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) o el Partido Revolucionario Democrático (PRD), muestra que el discurso también cala en el otro extremo del espectro ideológico. 

Por Jesús Mesa

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