La explosión en el centro de Beirut no pudo llegar en un momento más dramático para la nación, que atraviesa una crisis económica y política tan grave como la que antecedió a la guerra civil en el país, a mediados de la década de 1970.
Por primera vez en la historia, Líbano reportó una hiperinflación. La moneda se ha devaluado a tal punto que algunos de sus ciudadanos, desesperados por la devastadora crisis económica, se han suicidado en sus hogares o en las calles del país.
Y fue la emergencia desatada por la pandemia la que terminó de agravar la ya delicada situación. Los efectos de la emergencia sanitaria dejan más de 220.000 desempleos nuevos, recorte del salario mínimo, una restricción de los bancos al retiro de efectivo, una estrepitosa devaluación de la moneda y falta de circulación de dólares, todas circunstancias que llevaron al gobierno a incumplir con el pago de su deuda externa y ser incapaz de comprar ciertos productos al exterior. Esto ha llevado, entre otras cosas, al racionamiento de energía, causa de los apagones constantes en casi todo el país. Esta era Beirut antes de la explosión.