El verdadero poder de India

El gigante país asiático se convirtió en una potencia mundial desde hace unos años. Desde este 11 de abril y hasta el 19 de mayo celebrarán elecciones, en las que el actual primer ministro, Narendra Modi, aspira a la reelección. Se mide contra un Gandhi.

Nicolas Marín Navas*
11 de abril de 2019 - 03:00 a. m.
El actual primer ministro indio, Nerendra Modi, parte como favorito en los comicios.  / AFP
El actual primer ministro indio, Nerendra Modi, parte como favorito en los comicios. / AFP

La semana pasada el primer ministro de India, Nerendra Modi, advertía que el país se había convertido en una “superpotencia espacial”, luego de que sus fuerzas militares destruyeran con un misil un satélite de órbita baja en el espacio. La hazaña no es de poca monta. Además de que el mandatario dio un golpe en la mesa de cara al inicio de la campaña electoral con la que busca su reelección en los comicios generales, que se llevarán a cabo del 11 de abril al 19 de mayo, también le recordó a la comunidad internacional que India ahora está al nivel de los más fuertes.

A las urnas están citados cerca de 900 millones de indios. Para los próximos cinco años, la coalición nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP), liderada por Modi, promete una renovación en medio de una desigualdad social extrema y tensiones políticas con países vecinos como Pakistán. “Este país ha visto gobiernos que solo hacen eslóganes, pero por primera vez están viendo un gobierno decisivo que sabe cómo mostrar su resolución. Queremos una nueva India en línea con su glorioso pasado”. Lea también: Claves para entender la crisis entre India y Pakistán

El crecimiento del país ha sido exponencial desde 1947, cuando alcanzó su independencia. Mientras la geopolítica se movía alrededor de Estados Unidos, China y Rusia, India fue creciendo en silencio hasta convertirse en un gigante capaz de competirle a cualquiera. Actualmente cuenta con uno de los sectores tecnológicos más desarrollados y, según la consultora internacional PwC, para 2050 el país será la segunda economía más grande del mundo, superando a Estados Unidos y quedando solo por debajo de China.

Sin embargo, India sigue siendo un país lleno de ambigüedades, donde conviven dos mundos completamente diferentes y extremos: progreso y pobreza. Hasta hace unos años, el país tenía setenta millones de personas que vivían en la extrema pobreza; es decir, con menos de US$1,90 al día. Por eso, para muchos políticos indios el anuncio de Modi sobre el lanzamiento del misil al espacio es un simple anzuelo. Le puede interesar: India quiere enviar personas al espacio en 2022 

“Narendra Modi se regaló una hora de televisión gratuita y desvió la atención de la nación de temas como el desempleo, la crisis agraria y la seguridad de las mujeres señalando el cielo con el dedo”, escribió en Twitter Akilesh Yadav, un influyente dirigente político del gran estado de Uttar Pradesh.Eso sin contar que en enero de este año el primer ministro afrontó huelgas en todo el país en las que participaron entre 150 y 200 millones de trabajadores que salieron a pronunciarse en contra de la privatización del sector público, el desempleo y el aumento de los precios de los alimentos. Además, en 2018 también tuvo que hacerse cargo de masivas protestas de campesinos que aseguraban estar asfixiados por las deudas adquiridas en préstamos agrícolas.Otros políticos indios, en cambio, señalaron que la estrategia del mandatario es la acertada. Apuntar al poder bélico podría ser determinante en un momento en el que el sentimiento de identidad nacional está tocado tras el más reciente conflicto con Pakistán, en el que un atentado suicida en la Cachemira india, reivindicado por el grupo terrorista Jaish e Mohammad (JeM) dejó cuarenta militares muertos el pasado 14 de febrero. Ante el rechazo general, el primer ministro bombardeó un campamento en suelo paquistaní del JeM como represalia.

La escalada militar está precedida por tres guerras entre India y Pakistán, dos de ellas por el control de la región de Cachemira, en las montañas del Himalaya, poblada por una mayoría de musulmanes y dividida por la frontera. Además, el conflicto sería relativamente fácil de solucionar si ambos no estuvieran equipados con armamento nuclear. Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri), organismo que monitorea el desarrollo armamentístico en todo el mundo, India posee entre ochenta y cien ojivas nucleares, algunas de ellas listas para usar y otras almacenadas.

La tecnología: ¿un riesgo?

Tener un sector tecnológico tan avanzado conlleva ciertos peligros en una sociedad tan grande como la india. Desde hace un tiempo el país padece vastas campañas de desinformación, hechas por partidos políticos, con el fin de influir en decisiones puntuales de la población. Un estudio publicado en 2016 del think tank Developing Societies reveló que si bien un 57 % de personas se informa con los noticieros, un 18 % (porcentaje que cada vez crece más) lo hace en las redes sociales.

Solo Whatsapp es usado por cerca de 230 millones de usuarios en el país, mientras que 270 millones usan Facebook, por lo que ambos son un espacio ideal para la propagación de contenido falso. También cuentan con aplicaciones propias de mensajería como Share Chat, que tiene cuarenta millones de usuarios y Helo, con 25. Según The Atlantic, un sexto de los usuarios que usan Whatsapp hacen parte de grupos creados por partidos políticos para difundir su propaganda.

El año pasado la situación se salió de control luego de que decenas de personas murieran a manos de turbas que creyeron en cadenas falsas que circulaban por las redes. En algunas se describían pandillas de personas dedicadas al secuestro; en otras se veían videos en los que se raptaban niños. Tanto fue el caos que la aplicación, que pertenece a Facebook, decidió reducir el número de personas a las que se les podía reenviar un mensaje de 256 a cinco.

Para las elecciones de este 11 de abril el reto es evidente. La Comisión Electoral Nacional del país nombró a expertos para vigilar la información que circula en redes sociales como Facebook y Share Chat para prevenir que circule contenido para influir en la decisión de voto de los indios. Sin embargo, los expertos aseguran que esta medida poco o nada servirá para detener a los partidos políticos.

El duelo de Modi es nada más ni nada menos que con Rahul Gandhi, que no es descendiente de Mahatma Gandhi, pero pertenece a la dinastía Nehru-Gandhi, una de las más poderosas del país. En 2014, sin embargo, sufrió su peor derrota tras obtener solo 44 de los 543 escaños y perder 166 curules. Todo por corrupción. Pero hoy Rahul Gandhi reaparece fortalecido, pues la corrupción está rondando esta vez al propio Narendra Modi, que pasó de ser una caja de “esperanza y aspiraciones” a una de iliquidez, desempleo y falta de resultados.

En un país de 1.250 millones de habitantes en 29 vastos estados, el escenario es impredecible; por eso hay un dicho que repiten los indios en tiempos electorales y explica por qué duran más de un mes: “En India ningún veredicto es seguro hasta que se recuente el último voto”.

Por Nicolas Marín Navas*

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