La castigada ciudad siria de Jan Shijún intenta volver a la normalidad

Jan Shijún y sus habitantes han sufrido todo tipo de violencia durante los combates entre el Ejército sirio y los rebeldes armados. El 4 de abril de 2017, la Fuerza Área siria, según la Comisión de Investigación de la ONU para Siria, perpetró un ataque con gas sarín con un avión Sukhoi (Su-22) en esta localidad.

EFE
29 de septiembre de 2019 - 12:00 a. m.
Más de un tercio de las viviendas quedaron destruidas por completo y muchas otras muestran impactos de proyectiles y balas. / EFE
Más de un tercio de las viviendas quedaron destruidas por completo y muchas otras muestran impactos de proyectiles y balas. / EFE

Un mes después de que las fuerzas del presidente sirio, Bachar al Asad, expulsaran a los rebeldes de Jan Shijún, el que fuera feudo de los insurgentes en la provincia noroccidental de Idlib desde 2014, sus habitantes vuelven poco a poco a la ciudad y tratan de reconstruir sus vidas destrozadas por la guerra.

A solo tres kilómetros del frente, la ciudad está devastada. Más de un tercio de las viviendas quedaron destruidas por completo y muchas otras muestran impactos de proyectiles y balas.

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En la zona lo único que está en pie son varias casas desvencijadas y carteles de Al Asad y su padre, fallecido en el año 2000, colgados por las fuerzas sirias.

El 4 de abril de 2017, la Fuerza Área siria, según la Comisión de Investigación de la ONU para Siria, perpetró un ataque con gas sarín con un avión Sukhoi (Su-22) en esta localidad. Murieron 83 personas, entre ellas 28 niños y 23 mujeres, y resultaron heridas otras 293, incluidos 103 menores. La respuesta de Occidente fue el lanzamiento por la Armada estadounidense de 59 misiles Tomahawk contra la base aérea siria de Al Shairat, en la provincia central de Homs.

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En la localidad, donde antes de comenzar la contienda vivían 65.000 personas, quedan apenas 4.000 habitantes, según dijo el gobernador en funciones de la ciudad e ingeniero de profesión, Mohamed Saadun, a un grupo de periodistas extranjeros, entre ellos Efe, traídos a Siria por Rusia, el principal aliado del régimen de Al Asad.

"En estos momentos en la ciudad se llevan a cabo labores para restablecer la vida pacífica", afirmó, al tiempo que explicó que primero fue necesario desminar la zona sur de la ciudad.

Saadun promete a los que regresan la pronta reconstrucción de siete escuelas. Las autoridades traen pan de Homs, crearon un puesto de atención médica y tratan de restablecer el abastecimiento de agua.

Según el jefe del Centro Ruso de Reconciliación para Siria, el mayor general Ravil Muguínov, en el último mes han vuelto alrededor de 10.000 personas.

Llegan desde el norte y desde el sur: a unos veinte kilómetros al sur de Jan Shijún el puesto de control de Surán, en el norte de la provincia de Hama, cumple con la doble misión de asistir a los refugiados y a la vez garantizar las medidas mínimas de seguridad.

Los refugiados son atendidos por médicos y registrados, y se les proporciona ayuda humanitaria y luego alojamiento en campos de acogida si no tienen vivienda o la posibilidad de irse a vivir con familiares a otras ciudades o provincias de Siria.

"Cuando regresaron las primeras personas a sus casas, hallaron sus hogares prácticamente destruidos (...). Ahora la gente regresa e intenta volver a la vida cotidiana", dice Bahri Isam, representante del gobernador de la provincia de Hama, al sur de Surán.

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Desde el norte, es decir desde Idlib, llegan en su mayoría mujeres y niños. Los que menos llegan son hombres y por lo general se trata de personas no aptas para trabajar o combatir.

A Surán llegan dos autobuses con refugiados desde Idlib, el último bastión insurgente en el noroeste de Siria. De ellos descienden mujeres, niños y ancianos. "Que Alá nos ayude a que Siria vuelva a convertirse en un país unido, en el que todos podamos vivir en paz", comenta una mujer al descender de uno de los autobuses.

Otra mujer, más joven y con un bebé en los brazos, asegura que de Idlib regresan más mujeres que hombres porque a estas los terroristas las dejan marcharse, pero si atrapan a un varón puede costarle la vida.

Shamra, un hombre de 48 años con un niño agarrado de la mano, asegura por su parte que para salir de Idlib tuvo que pagar unas 100.000 libras sirias, alrededor de 200 dólares. Sin apenas pertenencias, ahora tendrá que buscarse un sustento.

El militar ruso cree tener la respuesta: "Desde Surán hasta Jan Shijún hay grandes plantaciones de olivos; se trata de campos muy fértiles. Esto permitirá ganarse la vida a aquellos que se vieron obligados a marcharse por culpa de la guerra".

Por EFE

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