La historia de Karen Llantoy, a quien Perú pidió perdón por impedirle abortar

La mujer fue obligada a dar a luz a los 17 años, pese a que los médicos sabían que el bebé nacería con una malformación inviable y que moriría días después. En diálogo con este diario, Llantoy les pide a las mujeres nunca creer que este tipo de situaciones son su culpa, sino una violación de sus derechos reproductivos.

Redacción El Mundo
09 de marzo de 2019 - 08:54 p. m.
Centro de Derechos Reproductivos
Centro de Derechos Reproductivos

Casi dos décadas tuvo que esperar Karen Llantoy para que el pasado martes el Estado peruano le pidiera perdón por negarle un aborto terapéutico.  La historia de este caso empezó en 2001, cuando Llantoy quedó embarazada de un feto anencefálico, es decir que nacería sin cerebro o sin una parte de este órgano, por lo que un especialista dictaminó interrumpir la gestación. Sin embargo, el director del Hospital Nacional Arzobispo Loayza se negó a hacerlo y, tres semanas después, la joven dio a luz al bebé y tuvo que amamantarlo durante cuatro días hasta que murió.

El hecho afectó la salud mental de Llantoy, quien por años padeció depresión y se mudó a Madrid (España) huyendo de ese episodio. Las organizaciones Centro de Derechos Reproductivos, DEMUS y CLADEM la acompañaron en el proceso legal y demandaron al Estado peruano ante el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por haber obligado a la mujer a continuar con su embarazo, pues fue una clara violación a los estándares internacionales que prohíben la violencia contra las mujeres y constituyó un trato cruel, inhumano y degradante por parte de funcionarios públicos. 

Al analizar su caso en 2005, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas falló en contra del Estado peruano y obligó al país a encontrar formas para evitar que otras personas vuelvan a sufrir los mismos abusos que K.L., como fue conocida Karen Llantoy en aquella época debido a que era menor de edad y debía protegerse su identidad. El aborto terapéutico es permitido en Perú desde 1924, pero sólo en 2014 se aprobó el protocolo para reglamentarlo. Es decir, que cuando Llantoy solicitó abortar, Perú no sabía cómo se debía realizar el procedimiento.  

En diciembre pasado, la abogada de Llantoy le comunicó que el Estado peruano le pediría perdón el 5 de marzo. El acto de disculpas, a cargo del ministro de justicia de ese país, Vicente Zeballos, se llevó a cabo la semana pasada y la mujer quedó satisfecha con las palabras del gobierno. "¿Cuántas más K.L. vamos a permitir? Que no quede solo en palabras, ni en mensaje, sino que signifique un cambio en las políticas públicas, que despierte en corazones y conciencias actitudes de vida; que signifique comprometernos con niñas, adolescentes y mujeres, que no signifique burocracia, ni en los pasillos de la norma, ni corrernos de las responsabilidades", dijo en su discurso el ministro peruano.

“Fue un día muy intenso, llevaba bastantes años esperando ese momento, y el ministro dijo las palabras que yo necesitaba escuchar, más para enmendar y no recordar. Y le pidió al Ministerio de Salud cifras sobre la real implementación del protocolo del aborto terapéutico”, dijo Llantoy en diálogo con este diario.

“Hay muchas mujeres que están pasando por lo mismo y es importante que sepan que no son las culpables. Por muchos años creí que yo tenía la culpa de lo que me había pasado, no me creía merecedora de una disculpa. Después de años de recibir ayuda, entendí eso. El Estado es el que debe aplicar el aborto terapéutico, eso es justicia.Yo he ido cerrando ciclos con el tiempo y las disculpas representan el cierre de otro importante. Pero terminará todo esto cuando se aplique de verdad el protocolo de aborto terapéutico”, añadió Llantoy, ingeniera mecánica de 35 años. 

Por su parte, María Ysabel Cedano, directora de la organización DEMUS, sostuvo en un comunicado de prensa que las disculpas otorgadas por Perú son una reparación simbólica que “restaura el vínculo con el Estado que se quebró cuando los operadores de justicia y salud le negaron su derecho a un aborto terapéutico, reconociendo públicamente que se puso en riesgo y afectó su vida y su salud. El Estado debe garantizar que nunca más se niegue el servicio público al aborto terapéutico. Pedir disculpas y perdón no es olvidar lo qué pasó, negarlo, sentir pena o compasión. Es asumir responsabilidad y comprometerse a que nunca más se repita la vulneración. Es tratar con dignidad a K.L. y a todas las mujeres que requieren un aborto terapéutico".

Por Redacción El Mundo

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