La mala hora del expresidente ecuatoriano, Rafael Correa

La Fiscalía revivió el caso de Fernando Balda, un opositor que acusó a Correa de haber estado detrás de su secuestro en 2012, y logró vincularlo a la investigación. El exmandatario no de ha dejado de defenderse, asegurando que todo se trata de una persecución política.

MAURICIO JARAMILLO JASSIR
19 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
Manifestantes ecuatorianos defienden al exmandatario, Rafael Correa.  / AFP
Manifestantes ecuatorianos defienden al exmandatario, Rafael Correa. / AFP

Cuando Rafael Correa cumplió con el primer gran ciclo de trasformaciones, sentenció tajantemente que su país había dejado atrás “la larga y triste noche del neoliberalismo”. Hoy no parece haber mayor oscuridad posible para el máximo líder del proceso. Los cambios en el derrotero bajo el mando de Lenín Moreno, con críticas al excesivo endeudamiento en la era Correa, y la separación del vicepresidente Jorge Glas, acusado de corrupción, llevaron a una ruptura insuperable.

Este año, y por cuenta de una consulta popular que acabó con la reelección indefinida y con la posibilidad del retorno de Correa, se pensaba que no podía haber peor escenario para el expresidente. No obstante, su nombre aparece de nuevo, en un tema de la mayor gravedad, pues se le acusa de haber intentado el secuestro del exasambleísta y opositor Fernando Balda. El caso revive las acusaciones de medios por intimidación y de aquellos que lo acusaron de ser un dictador. Todos aprovechan la coyuntura.

Balda vivía en Colombia, pues se consideraba un perseguido político, cuando en agosto de 2012 habría sufrido un intento de retención ilegal que no se habría perpetrado por la reacción de las autoridades en Colombia. A pesar de ello fue deportado en octubre de 2012.

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Su caso se empezó a tomar en serio cuando el presidente, Lenín Moreno, decidió desclasificar la información del caso y anunciar detalles. Paralelamente, el cambio en la Fiscalía ecuatoriana ha sido esencial, pues en la pasada administración, el dossier Balda no tenía chances de prosperar. Esta vez la Fiscalía ha pedido que se vincule a la investigación al expresidente Correa, lo cual desató una tormenta política. ¿Independencia o politización en la Fiscalía?

Ahora bien, Correa se ha defendido insistiendo en que se trata de una persecución política y un plan de la oposición para justificar su captura. En noviembre de 2017, Balda anunció en un tuit que habría una orden de captura de Interpol contra Rafael Correa. Tal vaticinio, para los seguidores del expresidente, confirma la conspiración, pues no se explican cómo Balda podía conocer con tal antelación la envergadura que alcanzaría su proceso.

Esta acusación contra Correa es más grave que las anteriores, pues no se trata de un mal manejo de la política económica o de su estilo de confrontación constante (que de hecho a muchos cautivó), sino de prácticas incompatibles con la democracia. Si tal proceso penal prospera, afectaría gravemente la gobernabilidad del Ecuador y pondría en evidencia la politización de la justicia, paradójicamente reformada en 2008 y 2011 para garantizar su independencia. Desde el exilio, Correa anuncia una batalla interminable.

* Profesor U. del Rosario. @mauricio181212

Por MAURICIO JARAMILLO JASSIR

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