¿Lo que dijo Trump sobre Biden es mentira?

El presidente de Estados Unidos desató una campaña mediática contra el demócrata Joe Biden. Parte de esa información, sin embargo, no corresponde con la realidad.

Michelle Goldberg - The New York Times
03 de octubre de 2019 - 02:00 a. m.
El pasado julio Donald Trump llamó al presidente de Ucrania para pedirle que investigue a Joe Biden.  / AFP
El pasado julio Donald Trump llamó al presidente de Ucrania para pedirle que investigue a Joe Biden. / AFP

El 24 de septiembre de 2015, Geoffrey Pyatt, entonces embajador de Ucrania, habló en Odesa sobre el flagelo de la corrupción. Había transcurrido alrededor de un año y medio desde que sucedió lo que algunos han llamado la “Revolución de la dignidad”, el momento en el que los ucranianos derrocaron al régimen cleptocrático, alineado con Rusia, de Víktor Yanukóvich.

El país estaba tratando de tomar un rumbo más liberal y europeo. La corrupción, según afirmó Pyatt, amenazaba con frenar a la nueva Ucrania.

Pyatt desafió a la oficina de Víktor Shokin, entonces fiscal general de Ucrania. “Elementos corruptos dentro de la Fiscalía General están empeorando las cosas al socavar la reforma de manera abierta y agresiva”, sentenció. En específico, Pyatt arremetió contra la oficina de Shokin por subvertir un caso británico en contra de un hombre llamado Mykola Zlochevsky, quien había sido ministro de Ecología de Yanukóvich.

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En 2014, como parte de una investigación de lavado de dinero, las autoridades británicas congelaron US$23 millones que Zlochevsky tenía en Londres y solicitaron documentación que podría haber sustentado el caso a la oficina de Shokin. En lugar de enviar lo solicitado, intervino a favor de Zlochevsky. “En consecuencia, el tribunal del Reino Unido liberó el dinero y, poco después, este fue transferido a Chipre”, mencionó Pyatt.

“Shokin era visto como el punto clave de la falla que atascaba todo el sistema y bloqueaba los casos de corrupción”, me comentó un exfuncionario del gobierno de Barack Obama. El vicepresidente Joe Biden acabó por tomar la iniciativa de pedir la salida de Shokin.

Mientras todo esto estaba ocurriendo, el hijo de Biden, Hunter, era parte del consejo de administración de Burisma Holdings, una empresa de gas natural que Zlochevsky había cofundado, con la que llegó a ganar US$50.000 mensuales. Zlochevsky tal vez había pensado que podría congraciarse con el gobierno de Obama comprando una asociación con el vicepresidente. Toda la evidencia disponible sugiere que estaba en un error.

El presidente Donald Trump, quien ha tergiversado esa historia en su cabeza, ha acusado a Joe Biden de ejercer coerción sobre Ucrania para que se deshiciera de Shokin a fin de proteger a Hunter y ha presionado al actual presidente de Ucrania para que inicie una investigación sobre los Biden, lo cual haría parecer más creíbles sus acusaciones. Ahora que el presidente enfrenta un proceso de impugnación, sus paleros de alquiler están repitiendo como loros sus ataques a Biden y se dice que la campaña de Trump ha gastado la asombrosa cantidad de US$10 millones en un comercial para amplificar la calumnia.

Los periodistas, tal vez en un intento de parecer equilibrados, han llegado a decir que las afirmaciones de Trump sobre Biden “no están corroboradas” o son “infundadas”. Eso es engañoso, porque sugiere más suciedad en el recuento de los hechos de la que realmente hay. Trump no está acusando a Biden de manera infundada, sino que está mintiendo descaradamente sobre él. Trump y sus defensores están diseminando una teoría conspiratoria que es exactamente lo opuesto a la verdad.

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Al igual que las teorías conspiratorias más efectivas, esta se ha construido en torno a una mínima realidad. Era inapropiado que Hunter Biden fuera miembro del consejo de administración de Burisma, aunque sea ridículo que sea Trump quien se queje de corrupción nepotista. El hijo de Biden no parece haber violado ninguna ley, pero la manera en la que comerció con su nombre no deja de ser ruin.

A Joe Biden parece haberle incomodado la presencia de su hijo en Burisma. En un perfil de The New Yorker, Hunter recuerda que su padre le dijo: “Espero que sepas lo que estás haciendo”. Hunter comentó que nunca volvieron a hablar del tema. Biden ha insistido en no hablar con su hijo sobre sus tratos comerciales.

No resulta difícil imaginar por qué Biden no presionó a Hunter. Los hijos de Biden, al igual que su padre, han pasado por un infierno. Hunter ha dicho que su primer recuerdo fue despertarse en el hospital junto a su hermano mayor, Beau, después del accidente automovilístico en el que murieron su madre y su hermanita, que aún era una bebé. Al crecer se convirtió en un hombre atormentado, cuya vida ha estado marcada en distintos momentos por la adicción y el fracaso.

Beau murió de cáncer cerebral unos meses antes de que Biden viajara a Ucrania para ejercer presión a fin de que el gobierno aplicara mano dura contra la corrupción. No sorprende que, en un momento en el que su familia estaba consumida por la pena, Biden no quisiera confrontar al único hijo que le quedaba.

Sin embargo, incluso si no nos inclinamos a empatizar con Biden —incluso si damos por hecho lo peor de su persona—, la teoría conspiratoria de Trump no tiene sentido alguno. Para creerla habría que creer primero que el aparato de relaciones exteriores del gobierno de Obama estaba dispuesto a arriesgar su credibilidad para ponerla al servicio de la oveja negra de la familia Biden. Después de todo, Joe Biden no estaba trabajando por su cuenta en Ucrania, sino que estaba poniendo en práctica las políticas de la Casa Blanca.

Además, si el gobierno de Trump en realidad cree que la política de Obama en Ucrania fue indebida, cabría preguntarse por qué Pyatt, quien ayudó a llevar a cabo esa política, representa actualmente a Estados Unidos como embajador en Grecia.

Lo más importante: deshacerse de Shokin hizo que la investigación de Burisma fuera más probable, no menos. “Él no quería investigar a Burisma”, dijo a The Washintgon Post la activista anticorrupción ucraniana Daria Kaleniuk. “Shokin fue despedido no porque quisiera hacer esa investigación, sino más bien por lo contrario, porque falló en esa investigación”.

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Sin importar qué tan mala sea la perspectiva en torno a Hunter Biden, Joe Biden no estaba trabajando en aras de los intereses de su hijo. Si acaso, ambos estaban trabajando en propósitos cruzados.

Como he escrito en varias ocasiones, no quiero que Biden sea el candidato demócrata. Hay demasiado en su historial legislativo que me perturba y no creo que tenga tantas probabilidades de ganar como sus defensores afirman. En cierto sentido, mi resultado político preferido sería que el escándalo de Trump con Ucrania terminara ensuciando también a Biden.

Sin embargo, la desinformación usada como arma por Trump corroe la democracia sin importar contra quién la dirija. Como muchos autoritarios, Trump depende de que la gente acepte una gran mentira o de que abandone la idea de la verdad en general. Si tiene éxito en difamar a Biden hoy, será incluso más audaz al usar la misma estrategia contra cualquier otro que lo amenace. Aquí lo que está en riesgo no es solo el futuro político de Biden, sino cuánto puede erosionar Trump la prominencia política de la realidad y qué tanto lo ayudarán los medios a hacerlo.

Por Michelle Goldberg - The New York Times

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