Los maestros como escudos humanos, la propuesta de Trump ante tiroteos

Esta semana, el presidente estadounidense sugirió que los profesores fuesen armados para evitar los tiroteos escolares como el ocurrido en Florida. Los educadores tienen sus reservas.

Julie Turkewitz - The New York Times
23 de febrero de 2018 - 03:00 a. m.
Los maestros están tratando de lidiar con la manera en que su rol se ha ampliado de educadores a guardaespaldas. / AFP
Los maestros están tratando de lidiar con la manera en que su rol se ha ampliado de educadores a guardaespaldas. / AFP

El tiroteo ya había pasado, pero la evaluación emocional apenas comenzaba, así que el sábado los maestros del condado Broward, en Florida, se amontonaron en el salón de su sindicato para discutir lo que significa haberse convertido en los escudos humanos de la nación.

“Anoche le dije a mi esposa que cubriría a los niños contra las balas”, dijo Robert Parish, un maestro de una escuela primaria a unos cuantos kilómetros de la preparatoria Marjory Stoneman Douglas, donde un exalumno mató a 17 personas, incluyendo a por lo menos tres miembros de la planta docente que se encontraban en la línea de fuego.

Desde el ataque ocurrido el miércoles, dijo Parish, “pienso en eso todo el tiempo”.

Ver más: Sobrevivientes de la masacre de Florida, ahora blanco de la ultraderecha

Por todo el país, los maestros están tratando de lidiar con la manera en que su papel se ha expandido, de educadores y asesores a guardaespaldas y protectores. Se preguntan si sus salones están adecuadamente equipados, si reconocerían las señales de un estudiante peligroso y, sobre todo, si están preparados para interponerse entre sus alumnos y una bala.

En los días pasados, los maestros escribieron al Congreso para exhortarlo a prohibir las armas de asalto, y a los legisladores estatales para pedir permiso de llevar armas a las escuelas. Asistieron a manifestaciones locales y revisaron planes de seguridad con los estudiantes. En las noches hablaron con sus amigos y familias sobre una realidad atroz: que los maestros, que alguna vez parecieron mayoritariamente libres de los riesgos de vida o muerte enfrentados por los policías y bomberos, ahora podrían ser vulnerables.

“Lo visualicé y me dieron náuseas”, dijo Catherine Collett, de 28 años y maestra de sexto grado en el norte de Virginia, quien ha pasado los últimos días repasando cientos de situaciones violentas. “¿Podría vaciar el gabinete, quitar las repisas y esconder a los niños ahí? ¿Poner barricadas contra las puertas sería lo mejor que podría hacer? ¿Podría mover los muebles tan rápido? ¿Debería pedirles a los niños que me ayuden?”.

Puede leer: Profesores de universidad de Florida podrán portar armas en el campus

Muchos maestros dijeron que, incluso, contemplar tales inquietudes parecía ajeno a lo que alguna vez imaginaron que serían sus retos. Como si las numerosas presiones de las pruebas de puntaje, correos electrónicos para los padres, guardias en los autobuses y pasillos, nuevas certificaciones y todas las juntas no fueran suficientes. Sin embargo, la cantidad de muertes ha aumentado —miembros del personal fueron asesinados en los tiroteos en la preparatoria Columbine en Colorado, en 1999, la escuela primaria Sandy Hook en 2012 y ahora en Stoneman Douglas, en Florida—, lo que está obligando a un cambio en la forma como los maestros perciben sus responsabilidades.

“Cuando comencé a dar clases pensé que sólo venía a enseñar”, dijo José Luis Vison, de 36 años, un profesor de matemáticas de secundaria en la ciudad de Nueva York. Ahora se concibe a sí mismo también como socorrista, y añadió que sería bueno que los capacitaran en temas como resolución de conflictos y primeros auxilios.

Bo Greene, de 56 años, una profesora de cálculo y estadística en Bar Harbor, Maine, dijo que la preparación para situaciones peligrosas aumentó y se hizo más específica durante el año pasado, incluso en su tranquilo distrito escolar. Todo esto parece discordante después de décadas de haberse dedicado a la educación, añadió.

Ver más: Mr. Beigel: el maestro que dio la vida por sus estudiantes en el tiroteo de la Florida

“Nunca había habido nada como esto”, dijo Greene. “Sólo hacíamos los simulacros básicos contra incendios”.

En ningún otro lugar la conversación entre los maestros fue tan intensa como en el condado Broward, donde Stoneman Douglas es una de las más de 300 escuelas que hay, y Nikolas Cruz, a quien se acusa del tiroteo, estuvo entre los 270.000 estudiantes del distrito.

Laurel Holland, quien fue maestra de literatura de Cruz en undécimo grado en Stoneman Douglas, dijo que no es posible esperar que los maestros de las escuelas públicas grandes investiguen los antecedentes de cada uno de sus alumnos para saber si han tenido un largo historial de problemas. El año en que fue maestra de Cruz enseñaba a más de 150 alumnos, según dijo.

“No hay suficiente tiempo”,
señaló.

Puede leer: Los rostros de la masacre de la escuela de Florida

En el caso de Cruz, comentó, era claro que algo estaba mal. “No trabajaba ni jugaba bien con los demás”, contó. “Me asustaba”. Finalmente, Holland lo reportó a la administración y lo sacaron de sus clases después de un semestre.

Dentro del abarrotado edificio sindical, el sábado, los docentes se tomaron de las manos y gritaron: “¡Sindicato fuerte!”, antes de poner manos a la obra.

Se preguntaron qué pueden hacer para detener el siguiente.

Durante horas hablaron de los palos de golf y bates de béisbol que les gustaría guardar en sus aulas, de los chalecos antibalas que desearían tener, de los retos de expulsar a los perpetradores de asesinatos masivos de su entorno.

Le puede interesar: Trump no se opuso a la idea de armar a profesores tras tiroteo en la Florida

“Tengo la curiosidad de averiguar… de la gente aquí, ¿cuántos chicos como Nikolas hay en sus escuelas?”, preguntó Elizabeth Sundin, de 48 años, asistente de maestra. “Porque en nuestra escuela hay uno”.

En una esquina, Andrea Suarez, de 35 años, de la escuela secundaria Westpine, hablaba de su preocupación por sus alumnos, que tienen necesidades especiales y a menudo hacen ruidos a un volumen alto, lo que significa que es prácticamente imposible esconderlos.

En estos días dijo que su plan de respuesta a un tiroteo implica encerrar a los niños en un clóset, darles bocadillos para entretenerlos y colocarse ella misma enfrente de la puerta del armario con un par de tijeras puntiagudas.

“He tenido muchos problemas para dormir”, dijo Suarez, cuyos cuatro hijos le han estado insistiendo en que deje su profesión. “Todo el tiempo escucho dentro de mi cabeza tiros y gritos de niños”.

The New York Times 2018.

Por Julie Turkewitz - The New York Times

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar