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Nueva Zelanda: ¿Una excepción al populismo?

El diario británico The Guardian dice que los resultados históricos en las elecciones del país, pueden ser una pista del rechazo de los neozelandeses a los gritos de guerra de algunos aspirantes políticos al populismo, las teorías de conspiración y el escepticismo sobre el COVID-19.

22 de octubre de 2020 - 06:00 p. m.
 “Nueva Zelanda ha mostrado esta noche el mayor apoyo al Partido Laborista en al menos 50 años”, dijo Jacinda Ardern
“Nueva Zelanda ha mostrado esta noche el mayor apoyo al Partido Laborista en al menos 50 años”, dijo Jacinda Ardern

Jacinda Ardern se impuso con una histórica victoria en las elecciones generales de Nueva Zelanda. Su partido de centroizquierda ganó 64 de los 120 escaños del parlamento. “El país ha mostrado esta noche el mayor apoyo al Partido Laborista en al menos 50 años”, dijo la mandataria. Y su victoria castigó a los políticos que comenzaban a abrazar el populismo en el país, como Winston Peters, el líder de New Zealand First.

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“El público rechazó los gritos de guerra de algunos aspirantes políticos al populismo, las teorías de conspiración y el escepticismo sobre el COVID-19”, dijo la periodista Charlotte Graham-McLay en el diario británico The Guardian que además plantea que el rechazo a estas ideas se debe a la satisfacción de la mayoría de los neozelandeses con la dirección en la que se dirige el país. Todo parece indicar que el populismo tiene grandes obstáculos para surgir nuevamente en Nueva Zelanda. Pero antes, ¿qué es el populismo?

Los autores Cas Mudde y Cristóbal Rovira lo definen como “una ideología delgada que considera a la sociedad dividida en dos campos homogéneos y antagónicos, el ‘pueblo puro’ frente la ‘élite corrupta’ y que sostiene que la política debe ser la expresión de la voluntad general del pueblo".

Sergio Ángel Baquero, profesor investigador de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, explica que estos autores entienden el populismo como una ideología, de ahí que el concepto es maleable. “Si hoy el populismo puede estar asociado con el discurso, mañana puede no estarlo. Si hoy está asociado con un régimen de derecha, puede que mañana esté asociado con un régimen de izquierda. Es decir, es una ideología delgada en la medida en que resulta bastante maleable en términos de su utilización”.

Baquero plantea que hay dos problemas con el concepto de populismo: “El primero, es que es utilizado por contrincantes políticos. Por ejemplo, los que están en la orilla de izquierda van a catalogar a los de derecha como populistas, y viceversa. Es un término utilizado para descalificar al contrincante”. Agrega que el segundo problema es su vaguedad. “Es tan genérico que podríamos decir que a todo se le podría aplicar. No hay claridad cuándo aplica y cuándo no”. Lo que sí es cierto es que tenemos un común denominador: incorporar el concepto de pueblo con el de élite.

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¿Quiénes podrían catalogarse cómo líderes populistas? El medio norteamericano The Conversation plantea que los populistas se posicionan como “forasteros que son radicalmente diferentes y separados del orden existente. Por lo tanto, con frecuencia abogan por un cambio al statu quo y pueden defender la necesidad de un cambio estructural urgente, ya sea económico o cultural. A menudo lo hacen promoviendo un sentido de crisis (sea cierto o no)”.

Un claro ejemplo de esto es la propuesta del muro fronterizo de Donald Trump. El mandatario categorizó el tema de los cruces ilegales como una emergencia nacional, literalmente. El mandatario declaró la emergencia en febrero de 2019 para recurrir al presupuesto militar después de que la oposición demócrata en el Congreso se negara a autorizar los montos necesarios para levantar el muro. Aquí le contamos un poco más del tema: ¿Qué podría pasar con el muro de Trump luego de las elecciones presidenciales?

“Junto con Trump, el Brexit también ha llegado a ejemplificar el populismo contemporáneo, debido a su antielitismo centrado en la Unión Europea y la naturaleza misma del referéndum que actúa como una expresión de la voluntad ‘del pueblo’”, agrega el medio The Conversation. Ahora, Sergio Ángel Baquero agrega que el concepto de populismo tiene características diferentes en cada una de las regiones. “Lo que puede resultar una acción populista en Europa, en América Latina puede que no sea entendida de esa misma forma”.

¿Qué pasó en Nueva Zelanda?

Si volvemos a Nueva Zelanda, y a lo que plantea Charlotte Graham-McLay en The Guardian, podríamos decir que ya sea de centro derecha o de izquierda, la gente está profundamente satisfecha con el gobierno y eso se evidencia con el manejo de la pandemia; el país ha reportado 25 personas fallecidas y menos de 2.000 casos confirmados del virus. Su éxito se ha atribuido a uno de los bloqueos más estrictos en marzo y abril.

Y no sólo por eso, en 2019 Jacinda Ardern recibió elogios de todo el mundo por cómo sobrellevó la peor masacre en la historia moderna del país: el tiroteo contra dos mezquitas en la ciudad de Christchurch, que mató a 50 personas e hirió a decenas más.

De acuerdo con la periodista, los resultados exitosos hacen que los movimientos populistas no tengan un efecto profundo. Hay ante todo un servicio público neutral y eso hace que la ciudadanía esté contenta con sus líderes y no le den paso a movimientos marginales que pueden ser extremistas y populistas. Su sistema político es fuerte y funciona.

Incluso, el Diario.es de España citó a David Farrar, fundador de la empresa de sondeos Curia Market Research, para explicar que lo que pasó en Reino Unido antes del referéndum del Brexit de 2016, cuando el 52 % votó por abandonar la Unión Europea, una mayoría sentía que el país iba en la dirección equivocada. Farrar dice que ese sentimiento fue el que permitió que los movimientos populistas ganaran impulso, algo que la satisfacción de los neozelandeses ha evitado en gran parte.

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De hecho, luego de los comicios de 2017 en los que el partido populista New Zealand First ganó un papel fundamental en una coalición con el Partido Laborista, autores como Jack Vowles y Jennifer Curtin, explicaron que las opiniones sobre la inmigración, la satisfacción con la democracia y la relevancia del género y de los asuntos indígenas, podrían ser un indicador de que la política de Nueva Zelanda “no refleja la tendencia internacional hacia la polarización ideológica y volatilidad electoral”.

Los autores explicaron que aunque el populismo ha sido durante mucho tiempo una fuerte corriente en la historia del país, “la Nueva Zelanda contemporánea exhibe una forma moderada de populismo, con valores liberales y pluralistas en equilibrio con un fuerte compromiso con la democracia mayoritaria”.

Un dato antes de cerrar: el papel de la prensa es clave

“Una gran razón por la que la política de Nueva Zelanda no está tan extremadamente polarizada, ni tan lejos de la gente, es que ya no hay medios de Rupert Murdoch y nunca se han afianzado”, afirma David Cormack, cofundador de una empresa de relaciones públicas y exjefe de políticas y comunicación en el Partido Verde a The Guardian.

Rupert Murdoch es un empresario y fundador de un imperio internacional de medios que incluye a Fox News. Cormack explica que en Australia, los medios de comunicación propiedad de este empresario, fueron criticados por impulsar políticas de confrontación y elevar el sentimiento populista.

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Mar(60274)22 de octubre de 2020 - 10:43 p. m.
Excelente, excelente, excelente!!!
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