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Donald Trump tenía razón cuando aseguraba que no se había aliado con el gobierno ruso de Vladimir Putin para obtener la presidencia del país en las elecciones de 2016. Al menos es lo que señalaron las conclusiones del esperado informe del fiscal encargado Robert Mueller, quien durante más de dos años estuvo investigando con sigilo el caso de la trama rusa, de donde salieron cerca de treinta funcionarios acusados y muchos de ellos condenados. El hecho es un giro inesperado que pocos veían venir y le da luz verde al mandatario para empezar de lleno con su campaña para buscar la reelección el año que viene.
Poco después de conocerse la noticia, el presidente estadounidense salió, como era de esperarse, a gozar de su triunfo y señaló que no le molestaría que se publicara el informe completo. “Es una vergüenza que nuestro país haya tenido que pasar por esto. Para ser honesto, es una vergüenza que su presidente haya tenido que pasar por todo esto. Fue un intento ilegal de derrocamiento que falló”, aseguró a periodistas. Sobre Mueller, de quien había dicho que llevaba en su contra una caza de brujas y que había perdido la razón, afirmó que se comportó de forma honorable.
Además, Jarrold Nadler, presidente de la Comisión de Asuntos Judiciales de la Cámara Baja, donde la oposición es mayoría desde el pasado 6 de noviembre, afirmó a CNN: “El fiscal especial investigaba en un marco restringido. (...) Lo que debe hacer el Congreso es tener una visión de conjunto”.
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El tema no es de poca monta. De hecho, The New Times asegura que las amenazas legales de Trump podrían estar en las investigaciones que existen contra negocios familiares o colaboradores cercanos, según los expedientes de la corte y las entrevistas con personas informadas sobre las investigaciones. Todo esto, que tiene una perspectiva más amplia que la labor de Mueller, se estaría gestionando desde Los Ángeles hasta Brooklyn, y alrededor de la mitad de indagaciones las realiza la oficina del procurador de Estados Unidos en Manhattan.
Algunas de esas investigaciones federales surgieron del caso contra Michael Cohen, el antiguo abogado y encubridor del presidente, quien entra a jugar un papel importante en el ajedrez político de Estados Unidos. La investigación sobre Cohen fue turnada a los fiscales federales de Manhattan, a principios del año pasado, después de que la oficina de Mueller pasara meses investigándolo, según muestran los expedientes de la corte hechos públicos esta semana.
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Por eso, según el medio, desde que Cohen se declaró culpable, en agosto pasado, de ayudar a tramitar los sobornos para silenciar a las mujeres que afirmaron haber tenido aventuras con Trump, los fiscales se han concentrado en el papel que la Trump Organization y sus ejecutivos podían haber tenido en esa confabulación.
El exabogado del mandatario, quien deberá comenzar a pagar su sentencia de tres años en prisión en mayo, ha ayudado a los fiscales con esa indagación.
En este momento, no se sabe si se culpará a alguien de algún delito. Algunas de las investigaciones tienen que ver con acusaciones que pueden tener ya demasiado tiempo como para ser procesadas. Sin embargo, en conjunto, las indagaciones demuestran que el centro de gravedad de los procesos ha pasado de la oficina de Mueller en Washington a Nueva York.