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Benedicto XVI, con los pies en la tierra

Durante la celebración de su última eucaristía pública, el pontífice señaló también la "división dentro de la curia".

Redacción Internacional
13 de febrero de 2013 - 11:26 p. m.
Benedicto XVI durante la celebración del Miércoles de Ceniza.  / AFP
Benedicto XVI durante la celebración del Miércoles de Ceniza. / AFP

Las primeras palabras del papa Benedicto XVI tras su renuncia —que se hará efectiva, según corrigió el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, el 28 de febrero a las 5 de la tarde, y no a las 8, como el propio papa había dicho al leer su carta de dimisión— estuvieron cargadas de mensajes. “Renuncié en plena libertad, por el bien de la Iglesia”, fue lo primero que señaló el papa ante cientos de fieles que gritaban: “¡Papa, papa!”.

“Queridos hermanos y hermanas: como saben, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me confió el 19 de abril de 2005. Lo he hecho en plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado largamente y examinar mi conciencia ante Dios”, precisó el pontífice ante 10.000 personas en el aula Pablo VI del Vaticano. “Y soy consciente de la importancia del hecho, pero también de que no soy capaz de llevar a cabo el ministerio petrino con la fuerza física y el espíritu que lo requiere”, dijo en la celebración del Miércoles de Ceniza, última de su pontificado.

Benedicto XVI pidió acabar con la “hipocresía religiosa” y las “rivalidades” en el seno de la congregación. Dijo que “el rostro de la Iglesia aparece en ocasiones desfigurado por los pecados” contra su unidad y por las divisiones en el clero. El papa aprovechó la homilía sobre la cuaresma para llamar a la unidad y denunciar los “golpes” contra la Iglesia, e invitó a los fieles a superar “individualismos y rivalidades”.

Al final de la misa, el cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado y quien fuera durante años la mano derecha de Benedicto XVI, pero que, según la prensa italiana, se alejó del papa “por su desmesurada ambición”, le dedicó unas palabras de despedida. Bertone, señalaron varias revistas italianas, supo de la decisión de renuncia hace quince días. “No seríamos sinceros, Santidad, si no le dijéramos que hay un velo de tristeza en nuestros corazones. En estos años, su enseñanza ha sido una ventana abierta sobre la Iglesia y el mundo, que filtró los rayos de la verdad y del amor de Dios, para dar luz y calor a nuestro camino, sobre todo en momentos en que las nubes se acumulaban en el cielo”, afirmó.

El purpurado subrayó que el “profundo amor” del papa hacia Dios y la Iglesia es lo que lo ha llevado a este acto, “que revela que la pureza de la mente, la fe fuerte y exigente, la fuerza de la humildad y la docilidad, junto con una gran valentía, han marcado cada paso de su vida y de su ministerio”.

El papa proseguirá con sus actividades diarias y actos públicos hasta el 28 de febrero, cuando dejará de ser Benedicto XVI y volverá a ser Joseph Ratzinger. A las 5:00 horas de la tarde de ese día, abandonará el Vaticano en helicóptero e irá a Castelgandolfo.

Por Redacción Internacional

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