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La cena de Obama y los republicanos

Los temas serán la reforma migratoria, la venta de armas y las medidas para recuperar la estabilidad económica del país.

Daniel Salgar Antolínez
09 de abril de 2013 - 05:37 p. m.
Barack Obama. /EFE
Barack Obama. /EFE

El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, sugiere que durante la cena que tendrá el miércoles Obama con un grupo de senadores, lo mejor será que pidan pizza, a causa del déficit presupuestario del Gobierno. Para Priebus, "tal vez la pizza sirva para iluminar un punto económico importante para el presidente Obama: en vez de redistribuir los pedazos, la mejor manera de que todo el mundo esté feliz es hacer el pastel más grande". Esto, según el republicano, "es tan verdad para una cena como para el crecimiento económico y las oportunidades".

Los temas que abordarán los comensales son los más candentes en Estados Unidos. Asuntos que no se han podido agilizar, precisamente, debido a las marcadas divisiones entre demócratas y republicanos: la reforma migratoria, el control de las armas y la propuesta presupuestaria del presidente.

El mismo miércoles, la comunidad inmigrante de Estados Unidos, compuesta en su mayoría por hispanos, realizará una histórica concentración a favor de una reforma migratoria en el país, a la que asistirán decenas de miles de personas. Los manifestantes, que han llegado a la capital desde todos los rincones del país, se reunirán frente a la cara occidental del Capitolio, después de que varios de ellos realicen visitas a los despachos de sus representantes en el Congreso para manifestarles la urgencia de encontrar una vía para la ciudadanía para los indocumentados.

El debate sobre la reforma migratoria lleva varios años abierto en EEUU. Bajo el mandato de George W. Bush, en 2006 se intentaron aprobar una serie de modificaciones que finalmente no gozaron del acuerdo suficiente entre demócratas y republicanos. Ahora, Obama está en deuda con los inmigrantes de su país. Gracias a ellos, en buena parte, fue reelegido el pasado 6 de noviembre, pese a que la reforma migratoria fue su promesa electoral durante su primera campaña presidencial en 2008. El creciente peso del voto latino, tanto para demócratas como para republicanos, ha creado la necesidad de reformar un quebrado sistema de inmigración.

Obama, durante las primeras semanas de su segundo mandato, dio un discurso en el que manifestó su apoyo a una iniciativa bipartidista presentada por ocho senadores (cuatro demócratas y cuatro republicanos), que contiene puntos propuestos anteriormente por el Presidente. Los incipientes consensos entre ambos partidos, distanciados durante décadas respecto a los inmigrantes, auguraban entonces probabilidades de éxito a la iniciativa que debería ser aprobada por el Congreso. Sin embargo, hasta ahora, no se ha logrado mucho.

El otro tema en la agenda de los comensales es la prohibición a la venta de armas. La masacre ocurrida el 14 de diciembre del año pasado en la localidad de Newton, Connecticut, en la que murieron 28 personas –entre estas 20 niños-, despertó una conmoción inédita en los estadounidenses, mayor a las surgidas después de las muchas tragedias similares que ya había vivido el país por causa de la venta descontrolada de armas. La matanza indiscriminada de menores de edad, a manos de un joven de 20 años que tenía en casa un arsenal adquirido por su madre (quien fue la primera de sus víctimas fatales), parecía ser el detonante de un cambio en el millonario mercado de armas estadounidense.

Senadores del partido demócrata y republicano se unieron después de la masacre para impulsar iniciativas que iban a llevar a una mayor regulación y control de la venta de armamento, y que servirían para prevenir futuros episodios de terror como el que se vivió en la escuela primaria Sandy Hook. La multimillonaria Asociación Nacional del Rifle, en principio, también se mostró proclive a colaborar con la causa.

Obama expresó su "enérgico" respaldo. Fue Jay Carney, el portavoz de la Casa Blanca, quien aseguró que el (presidente) estaba activamente a favor del intento de la senadora Dianne Feinstein de revivir la propuesta de reinstaurar la prohibición de las armas de asalto. Carney agregó que Obama "apoya y apoyaría una nueva legislación que encare el problema del llamado vacío legal de las armas y otros elementos como los cargadores de amplia capacidad, por ejemplo". Carney también dijo que "está claro que como nación no hemos hecho lo suficiente para encarar el azote de violencia de las armas en este país".

Sin embargo, hasta ahora, poco se ha logrado. Este lunes Obama volvió a prometer que luchará para reforzar la legislación sobre la venta de armas, pese a una fuerte oposición del Congreso, tres meses después de la matanza en Newtown. El Congreso sigue debatiendo la medida.

El plato fuerte de la cena, sin embargo, será la presentación que hará Obama el miércoles del primer presupuesto de su segundo mandato. El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo este martes que ese plan presupuestario no es el "ideal" para Obama, sino uno que adopta "decisiones difíciles" en aras de un acuerdo bipartidista que permita reducir el abultado déficit público y dar alas a la recuperación económica. Ese plan mostrará que "se puede invertir en nuestra economía, proteger a nuestros ancianos, asegurarse de que estamos haciendo inversiones importantes en áreas como la infraestructura (...) y reducir de forma responsable nuestro déficit", subrayó Carney.

El portavoz del presidente también anticipó que la propuesta contempla recortes en los programas de Seguridad Social y las aportaciones al plan de sanidad para jubilados del Medicare, al tiempo que pide una subida de los ingresos de la hacienda pública mediante límites a las deducciones a los que más ganan. Además, permitirá una rebaja del déficit de 1,8 billones de dólares en 10 años, lo que sumado a los 2,5 billones de rebaja obtenidos ya dará un total de 4,3 billones. Eso significará, según Carney, que el déficit esté por debajo del 3 % del producto interno bruto (PIB), que es lo que los economistas estiman necesario para estabilizar la deuda.

 

Por Daniel Salgar Antolínez

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