Debate: dos visiones sobre los asentamientos israelíes

Naciones Unidas exigió que las colonias israelíes construidas en territorios palestinos sean detenidas. Nacionalistas piden responder con anexiones. ¿Es un impulso o un reversazo para las negociaciones entre ambos países?

Redacción Internacional
26 de diciembre de 2016 - 03:00 a. m.
Vista general del asentamiento de Ramat Shlomo, Palestina. / EFE
Vista general del asentamiento de Ramat Shlomo, Palestina. / EFE
Foto: EFE - JIM HOLLANDER

Primero, una introducción básica: los asentamientos israelíes son colonias o aldeas construidas sobre territorios palestinos. Comenzaron a ser levantados a partir de la década de 1970 y se extendieron tras los Acuerdos de Oslo, que tenían como objetivo crear un acuerdo de paz entre ambos pueblos, en 1995. Los asentamientos se encuentra en Cisjordania y en Jerusalén Este, que se suponían parte del Estado palestino. Cerca de 600.000 israelíes viven en dichos asentamientos. La mayoría de la comunidad internacionales considera estas colonias como ilegales: quienes las ocupan las ven como la realización de una promesa religiosa y también como un territorio adquirido de manera legítima tras las guerras. Los palestinos, representados en parte por la Autoridad Nacional Palestina, los ven como un obstáculo para la paz y, por supuesto, como una ocupación ilegal. En ese contexto, dos expertos debaten sobre la pertinencia de la decisión que tomó la ONU el viernes.

Asentamientos, todos ilegales

Por Víctor de Currea-Lugo

En una histórica resolución, el 23 de diciembre de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU por primera vez después de años de intentos, condenó la construcción de asentamientos con el apoyo de 14 países y la abstención de Estados Unidos.

La resolución llama a la suspensión de la construcción de nuevos asentamientos y recuerda la ilegalidad de todos ellos. Además, insiste en la protección debida a los civiles, que no se pueden modificar las fronteras de 1967 y que la construcción de asentamientos contradice la solución de dos Estados. Esa resolución no hace más que confirmar lo que claramente dice el Derecho Internacional Humanitario y que, en 2004, confirmó la Corte Internacional de Justicia.

Un asentamiento, en el caso palestino, es el nombre dado a barrios construidos y habitados por colonos israelíes en territorio palestino y que son parte de una política sistemática y deliberada de Israel para la apropiación progresiva y permanente del territorio palestino. No pueblan Palestina por sobrepoblación en Israel sino por un deseo de colonización. Además existe una red de vías que intercomunican los asentamientos, lo que fragmenta el territorio palestino, vías que son de uso exclusivo de carros israelíes.

Los colonos, que viven en los asentamientos, no solo pueblan las tierras palestinas: se favorecen de la política israelí de subsidios, algunos de ellos portan armas a la vista y participan de las acciones represivas contra los palestinos. Los subsidios israelíes a los colonos incluyen áreas como agricultura, turismo, educación, salud, vivienda (permisos de vivienda, subsidios a las hipotecas), industria, vías, seguridad y rebaja en impuestos.

Además, los colonos están exentos de ser procesados por la Autoridad Palestina, están protegidos por el ejército y gozan de impunidad por sus actos contra los palestinos. Lo cierto es que las disputas civiles entre colonos o entre éstos y los palestinos caen dentro de la jurisdicción israelí. No es que Israel ceda a los colonos, es que los colonos son parte constitutiva del proyecto llamado Israel.

Según Michel Warschawski, judío y luchador por los derechos de los palestinos: “El colono se ha convertido en un superhombre que no tiene en cuenta ninguna ley, ninguna institución. Roba la tierra de sus vecinos árabes, recoge sus aceitunas, abre caminos y cierra otros, prohíbe el acceso de campesinos árabes a sus tierras y, cuando entra en cólera, organiza acciones punitivas. Tiene el derecho de vida o de muerte sobre la población autóctona e impone su ley incluso a los militares, que lo protegen, y sin los cuales él no sería más que un miserable ladrón”.

El ilegal muro que construye Israel en territorio palestino deja del lado israelí muchos de los ilegales asentamientos a los que precisamente se refiere la recién aprobada resolución por parte de la ONU. En 2004, la Corte Internacional de Justicia llegó a la conclusión “de que los asentamientos israelíes en el territorio palestino ocupado (incluida Jerusalén oriental) se han establecido en contravención del derecho internacional”. Además, dijo la Corte, resulta evidente que “el trazado del muro se ha diseñado de manera que incluya dentro de la zona a la gran mayoría de los asentamientos israelíes en el territorio palestino ocupado”.

A pesar de la ilegalidad manifiesta, ya Donald Trump anunció que apoyará los asentamientos. Todo indica que, a pesar de la resolución, seguiremos escuchando noticias sobre la creación de nuevos asentamientos judíos en Palestina. Esta política de anexiones progresivas, que Trump apoya, está en línea con la meta del Plan Allon que inaugura la política de asentamientos: “La mayor cantidad posible de territorio con el menor número de habitantes árabes”.

Resolución nociva

Por Marcos Peckel

Una vez más, Naciones Unidas se atraviesa como mula muerta en el camino a lograr una solución diplomática al conflicto palestino-israelí. Tras años de fungir como lastimoso espectador, cómplice podría decirse, de los exterminios de árabes por árabes en Siria, Yemen e Irak, y mostrarse impotente en guerras y conflictos alrededor del planeta, el organismo, en un acto que reafirma su enfermiza obsesión con Israel, emite la resolución 2334 sobre los asentamientos israelíes en Cisjordania.

Los asentamientos son sin duda uno de los temas que deben ser tratados en futuras negociaciones entre las partes. Sin embargo, el mayor impedimento para avanzar en un proceso de paz ha sido la persistente negativa de las autoridades palestinas a reconocer a Israel como el Estado Nación del pueblo judío.

La “victoria diplomática” que se atribuyó el presidente Mahmud Abás tras la resolución no puede ocultar lo que ha sido el fracaso histórico del movimiento nacional palestino, empeñado en mantener una narrativa permanente de victimización acoplada con acusaciones hacia Israel por lo divino y humano, en un círculo vicioso que no parece querer abandonar.

En un conveniente lenguaje ambiguo, la resolución 2334 hace un llamado a “acabar con actos de terror y violencia” contra civiles, sin mencionar por su nombre al movimiento palestino islamista Hamás, cuya misión es la eliminación del Estado de Israel y que además destruyó los acuerdos de Oslo enviando adolescentes palestinos a inmolarse en lugares públicos en Israel y expulsó en 2005 a la Autoridad Palestina de Gaza.

Con la misma ambigüedad, la resolución hace un llamado a “evitar acciones provocativas, incitación y retórica incendiaria” sin mencionar que es la Autoridad Palestina, desde la firma de los acuerdos de Oslo, la que ha promocionado el odio desde sus mismos textos escolares. El llamado que hace la resolución a las partes para negociar de “manera creíble” un acuerdo final ignora que son los palestinos los que han rechazado esa opción. John Kerry nunca recibió respuesta alguna a su propuesta de paz de 2014, a la cual Israel respondió afirmativamente sugiriendo algunas modificaciones.

Para Obama, la resolución 2334 es el colofón de su fracasada política en el Medio Oriente. El anunciado rechazo de Trump asegura que esta no tendrá mayores efectos prácticos, lo que en su defecto podría desatar una ola de violencia ante las expectativas frustradas. Lo más peligroso de esta resolución es que envalentona a los extremistas en ambos lados y despoja a los palestinos de cualquier incentivo para negociar un acuerdo final con Israel. Por el contrario, los motiva a seguir buscando deslegitimar al Estado judío en cuanta organización internacional exista, para acumular así otras victorias pírricas mientras que en el terreno el pueblo palestino, con un liderazgo dividido y desprestigiado, se encuentra cada vez más alejado de la realización de sus aspiraciones nacionales y de su Estado.

Por Redacción Internacional

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