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El partido de Michel Temer, el PMDB, es un camaleón en la política

Aunque sus resultados en las presidenciales han sido siempre un fracaso rotundo, el PMDB ha hecho alianzas con todos los mandatarios desde 1985 y ha sobrevivido como el regente del Senado y la Cámara.

Redacción Internacional
01 de septiembre de 2016 - 10:13 p. m.
Michel Temer ante el Senado mientras se posesionaba como presidente tras la destitución de Rousseff.  / AFP
Michel Temer ante el Senado mientras se posesionaba como presidente tras la destitución de Rousseff. / AFP

A pesar de todo su poder regional, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) jamás ha ganado las elecciones presidenciales. Su historia es justo la antítesis de las mayorías que ganarían con facilidad cualquier elección: han tenido el dominio del Senado y la Cámara de Diputados y en algún momento tuvo 22 de 23 gobernaciones, pero le ha sido vedada la presidencia.

Por eso no lanzan un candidato oficial desde 1994. Por ese entonces, Orestes Quércia se quedó con el 1,24% de los votos. Fracaso rotundo. Cinco años antes, Ulysses Guimarães —con todo y que se había convertido en la cara de la resistencia a la dictadura— había obtenido poco más del 4% de los votos. Fracaso. Según analistas consultados por EFE, la convergencia de numerosas ideologías y prácticas en el PMDB ha impedido la existencia de un programa común.

El PMDB, que nació como el Movimiento Democrático Brasileño (MDB) en 1966, comenzó como un partido de centro izquierda y con el paso de las décadas muchos de sus miembros crearon nuevas formaciones o se desplazaron a movimientos más cercanos a la izquierda. Entre tanto, el PMDB forjó una guía política pragmática, que en los últimos años incluyó a tres de los políticos que lideraron el juicio político contra Rousseff: el expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha; el presidente del Senado, Renán Calheiros, y el hoy presidente de Brasil, Michel Temer.

El PMDB ha estado alrededor del poder y dentro de él: en dos ocasiones ha ocupado la presidencia de manera extraordinaria. José Sarney, uno de sus miembros, subió al solio mayor cuando Tancredo Neves (el primer presidente de la recién establecida democracia) falleció antes de su posesión. Michel Temer es su segundo miembro en la presidencia, tras la salida de Dilma Rousseff. Itamar Franco, quien reemplazó a Fernando Collor en 1992 tras su renuncia por denuncias de corrupción, no estaba en el partido cuando fue designado como presidente, pero fue su miembro pocos años antes y en 1997 volvió a la formación.

Sin embargo, la tendencia de su política en las dos últimas décadas indica que el PMDB, más que una formación en busca del poder presidencial, es un movimiento que ambiciona un terreno más bajo pero esencial para gobernar el país: el Congreso y las gobernaciones. Sus bancadas en el Senado (tiene a más de la mitad de los 81 senadores en su coalición) y en la Cámara de Diputados (tiene a 354 diputados de 513) fueron necesarias para que Lula da Silva y la misma Rousseff pudieran cumplir con sus programas presidenciales. Sin la venia del PMDB y sus aliados, ninguno de los dos presidentes hubiera podido moverse de sus puestos.

La expansión de su influencia es comprobable. En 2004, durante la primera presidencia de Lula da Silva, obtuvo dos ministerios tras los coqueteos del mentado José Sarney y de Renán Calheiros —hoy ambos enemigos acérrimos del PT, la formación de Lula—. El expresidente los buscó de nuevo en 2005, cuando lo inundó un escándalo de sobornos para favorecer proyectos gobiernistas. Cuando el líder del PT fue reelegido en la presidencia, el PMDB ganó aún más presencia: seis ministerios. Y en la presidencia de Rousseff, ascendió a la vicepresidencia y de allí a la presidencia.

Si hacen falta pruebas, el argumento más certero de que el PMDB tiene una influencia sin par en Brasil es que en siete meses fue capaz de destituir a una presidenta en medio de un proceso que estuvo siempre en una línea muy delgada entre la legalidad y la sobreinterpretación de la ley.

Sin embargo, como Rousseff, el PMDB también pasa por una crisis de legimitidad. 16 de sus miembros activos están investigados por delitos electorales, corrupción y sobornos. Uno de sus líderes más populares, Eduardo Cunha, tuvo que renunciar a la presidencia de la Cámara de Diputados luego de que el Supremo Tribunal lo suspendiera por, al parecer, haber servido como intermediador en una serie de sobornos entre Petrobras y empresas internacionales. Renán Calheiros está también investigado por el caso Petrobras y Temer ha sonado con frecuencia en las acusaciones y testimonios sobre dicho escándalo. 

Por Redacción Internacional

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