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Francia: ¿el comienzo de un incendio?

La tensión aumenta en Francia luego de la muerte de un joven arrestado por la gendarmería. En medio de protestas que recuerdan el inicio de la “revuelta de los suburbios” del 2005, la familia y vecinos de Adama Traoré exigen explicaciones.

Ricardo Abdahllah
30 de julio de 2016 - 03:00 a. m.
Manifestantes cargan una imagen de Adama Traore, durante una protesta el pasado 22 de julio.  / AFP
Manifestantes cargan una imagen de Adama Traore, durante una protesta el pasado 22 de julio. / AFP
Foto: AFP - THOMAS SAMSON

Mientras los empleados municipales retiran el penúltimo de los cinco automóviles quemados en el parqueadero del parque central, una ilusión de calma se siente en Beaumont-Sur-Oise, una ciudad de 10.000 habitantes a 45 kilómetros al norte de París. “Pero más tarde eso vuelve a empezar” dice un transeúnte. “Ayer trataron de quemar la alcaldía”, dice otro.

En el pórtico del Ayuntamiento, los vidrios reventados por el calor y reemplazados esta mañana por planchas de madera son testimonio de la incursión la noche anterior de un grupo de jóvenes del barrio de Boyenval, ubicado en la periferia de Beaumont, donde en la tarde del jueves, uno de ellos dijo: “Nos empezaron a echar gas, pero habíamos ido de manera respetuosa. Con las manos en alto diciendo 'Yo me rindo', así como dijo Adama cuando lo detuvieron el martes”.

La explicación para la cólera de los jóvenes es la muerte, dos días atrás, de Adama Traoré, residente de toda la vida en Boyenval y quien celebraba sus 24 años de edad el pasado martes cuando una discusión con el grupo de tres gendarmes que se había presentado en su domicilio en busca de su hermano mayor, terminó en su detención.

Las versiones difieren en torno a lo que ocurrió después de ese primer altercado. “Lo golpearon en la cabeza mientras lo subían al carro”, afirman uno tras otro los numerosos vecinos testigos del arresto, a plenas seis de la tarde de un día caluroso en el que había muchas personas sentadas en las escaleras exteriores de los edificios de la unidad residencial. Horas más tarde corría el rumor de que el joven había muerto en la sede de la gendarmería del vecino municipio de Persan. La primera versión oficial habló de una “crisis cardiaca”. La declaración oficial del fiscal de Pontoise, competente en la zona de Beaumont, afirma que Touré presentaba “una grave infección respiratoria que se había expandido a otros órganos” y que “no se encontraron muestras de violencia aparte de algunos rasguños, pero nada importante”.

“Era un muchacho bien, de esos a los que podías pedirle que trajera unas botellas de gaseosa del supermercado”, dice en el parque central de Beaumont una mujer que afirma residir en Boyenval desde hace veinte años. “Mi hija Fátima tiene apenas un año más que él, yo lo vi crecer”, continúa luego de interrumpirse porque otra de sus hijas, Malika, la llama para advertirle que tenga cuidado con las fotos de las protestas que está poniendo en Facebook. Ver más en: (http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/corresponsal-de-el-espectador-paris-graba-agresion-poli-articulo-645206)

“Yo entiendo a los muchachos. Los que le tiraron piedras a los bomberos no, porque ellos no tienen la culpa, pero la rabia hacia los policías, sí”.

Conocida por varios monumentos medievales, Beaumont no tiene ningún historial de pandillas. “Apenas algún muchacho que fuma marihuana, pero nada más que eso”, afirma Mahid, en un café junto al puente sobre el río Oise, que separa Beaumont y Persan. “Aquí todo mundo se conoce y los muchachos son bien. Adama era deportista , un joven como todos. Así que uno lo que piensa es que eso le puede pasar a los hijos de uno”

La ciudad de Beaumont no se vio implicada en las revueltas de los suburbios parisinos en el 2005 cuando la muerte de dos adolescentes que se refugiaron en un transformador huyendo del acoso de una patrulla, desencadenó más de un mes de ataques a instituciones estatales y miles de autos fueron quemados. Pero lo ocurrido durante las noches del martes y miércoles , con quince vehículos quemados y al menos otros 35 inicios de incendio, no deja de recordar el inicio de esas manifestaciones.

“Primero empecé, vi un joven que movía una caneca de basura de esas grandes de plástico, a la mitad de la calle. Luego otro con otra caneca hasta bloquear el paso. Ahí las desocuparon y empezaron a prenderlas y a decir que cerráramos las persianas. Como vivo en un tercer piso no nos daba el calor, pero después de que llegó la policía sí se empezaron a meter los gases lacrimógenos”, cuenta una residente de Boyenval. Horas después la gendarmería despachaba doscientos hombres, decenas de furgones y dos helicópteros para tratar de predecir los movimientos de los jóvenes que buscaban llegar al cuartel en Persan, en el que estaba el cuerpo de Taoré y según uno de los policías presentes “jugaban con nosotros al gato y al ratón tirándonos piedra y proyectiles incendiarios”.Las marcas del plástico derretido de las canecas de basura y las decenas de cartuchos de gases lacrimógenos que pueden observarse a la entrada de estas unidades residenciales son las huellas de los enfrentamientos que han durado hasta la madrugada las últimas dos noches y que dejan por ahora nueve personas detenidas

“Ni saque su micrófono”, dice uno de los jóvenes entre las decenas reunidos en un parque vecino de la unidad residencial. Luego otro pide que excusen a su amigo.

“Es que estamos muy dolidos, Adama era como el hermanito menor de todos y ese día estuvimos jugando basquet con ese calor que hacía. Si estuviera enfermo no habría podido”. Varios más toman la palabra, dicen que el hermano vio en la gendarmería que uno de los agentes que había venido antes con una camisa blanca estaba lleno de manchas de sangre.

Los jóvenes reprochan a los medios franceses hacer un gran escándalo tras cada asesinato policial en Estados Unidos y no hablar sobre la violencia policial en su propio país.

“La prensa viene porque quemamos carros, pero si hubiera sido sólo la muerte de un joven negro, a nadie le habría interesado”. Es la tarde del jueves y esperando una noche que promete ser larga, varios furgones de policía comienzan a estacionarse en las calles cercanas. La familia Traoré, entre tanto, ha convocado para el viernes una marcha silenciosa.

“Iremos a la marcha”, dice otro de los jóvenes. “Y es más, en ese momento, por respeto, nos vamos a guardar la rabia”.

Por Ricardo Abdahllah

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