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"Nos convertiremos en bombas humanas"

Los enfrentamientos entre el ejército y los seguidores del derrocado presidente Mohamed Mursi apenas comienzan. El saldo del último enfrentamiento: 150 muertos y miles de heridos.

Angélica Lagos Camargo
14 de agosto de 2013 - 10:00 p. m.
Un manifestante revisa los escombros que dejó la operación militar en El Cairo. / EFE
Un manifestante revisa los escombros que dejó la operación militar en El Cairo. / EFE
Foto: EFE - MOSAAB ELSHAMY

Egipto es hoy un campo de batalla. Desde hace siete semanas, cuando Mohamed Mursi, el primer presidente civil elegido democráticamente desde el derrocamiento del rey Faruk en 1952, fue sacado del poder por un golpe militar, los enfrentamientos entre sus seguidores y las fuerzas de seguridad del Estado se han vuelto cada vez más graves. Ayer, varias zonas de El Cairo y de otras ciudades, como Alejandría, Suez y Asuán, fueron asaltadas por el ejército egipcio, dejando como saldo cerca de 150 muertos y miles de heridos.

Lo preocupante es que los enfrentamientos van a continuar. Al menos así lo anunciaba uno de los manifestantes a la cadena de noticias CNN: “Lo vamos a quemar todo, nos convertiremos en bombas humanas”. Una amenaza que puso en alerta a la comunidad internacional, que pide una intervención en el país, y al gobierno egipcio, que ayer decretó el estado de emergencia en varias partes de la nación.

El estado de emergencia estuvo en vigor en Egipto, con la excusa de la lucha contra el terrorismo, desde 1981 hasta mayo de 2012, cuando la junta militar que gobernó el país desde la caída de Hosni Mubarak (1981-2011) decidió no renovarlo hasta la ascensión de Mursi al poder en junio del año pasado. Un gobierno que comenzó el 30 de junio de 2012 y terminó el 3 de julio de 2013.

Desde que Mursi fue derrocado comenzó una represión contra los Hermanos Musulmanes, la mayor organización islamista del país y a la que pertenece el presidente depuesto. Sin embargo, no sólo musulmanes se han unido a estas acampadas. Mujeres, laicos y un buen número de egipcios contrarios al golpe, aunque no partidarios de Mursi, se han unido a las protestas pidiendo que se respete la democracia. Por eso el ataque a los campamentos despertó gran indignación en todo el país.

Con el garrote en la mano, el anciano Abdel Yawad Abás rezaba por la suerte de sus once hijos, encerrados en la acampada. “¿Acaso somos terroristas o portamos armas?”, se preguntaba la joven Ofra Mohamed, acompañada de sus padres, en alusión a las acusaciones que han vertido las autoridades contra los islamistas. Con la ayuda de excavadoras y vehículos blindados, la policía irrumpió en los campamentos y destruyó las tiendas de campaña, además de detener a manifestantes en la zona. Entre ellos se encontraban ocho dirigentes de los Hermanos Musulmanes: Esam al Arian, el vicepresidente del Partido Libertad y Justicia, brazo político de la cofradía; el clérigo Safuat el Hegazy, y el dirigente de la Hermandad, Mohamed el Beltagui.

“La cosa se está poniendo muy fea. Destruyeron nuestras tiendas, hay muchos heridos y resulta imposible hasta respirar”, declaró Murad Ahmed a la agencia Reuters. Al Arian, aseguró que “cientos de mártires caerán y nuestra determinación nunca será quebrada. Queremos vivir libres en un país libre”. Sand Monkey, columnista del diario Daily New Egypt, informó ayer que crecían los enfrentamientos con armas de fuego en varias zonas de la capital egipcia y de otras ciudades del país.

Tras la operación policial contra las acampadas, la violencia se ha extendido por todo Egipto. Se han registrado violentos enfrentamientos entre la policía y los islamistas, así como ataques a comisarías, edificios gubernamentales e iglesias.

Por eso ya surgen voces que le piden a la comunidad internacional detener la “masacre”. Sin embargo, analistas dicen que pensar en intervenir en Egipto “no es recomendable. Menos en estos momentos. Sería un suicidio en un país que puede solucionar la situación”, como explica el profesor de la Universidad Javeriana, Víctor de Currea-Lugo.

El ataque también fue rechazado por miembros del Gobierno. El vicepresidente egipcio y Premio Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, anunció que había presentado su dimisión tras la sangrienta intervención de las fuerzas del orden para desalojar a los manifestantes islamistas partidarios del derrocado presidente.

Ya en otras dos oportunidades el ejército intentó levantar las acampadas, el 8 y el 26 de julio, con un saldo de más de cien muertos.

 

alagos@elespectador.com

 

Por Angélica Lagos Camargo

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