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¿Cómo se ve la crisis en Venezuela?

Desde que comenzó el conflicto fronterizo, el gobierno venezolano acusa a los medios colombianos de mentir y querer propiciar una guerra.

Rosaly Graterol / Leo Felipe Campos, Caracas
13 de septiembre de 2015 - 01:55 a. m.

La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, no hacía más que seguir la estrategia comunicacional de su gobierno cuando acusó a los medios colombianos de mentir para provocar el odio, el pasado 26 de agosto. Ataviada con una camisa negra y un collar de bolas aperladas delante de los tricolores patrios, esa tarde recordó desde Cartagena, a modo de advertencia, que “existe una normativa internacional vigente que prohíbe el fomento y la incitación al odio entre los pueblos, entre los países”.

En ese mismo recinto, según una fuente de la Cancillería a la cual tuvo acceso El Espectador, Rodríguez le pidió a su homóloga colombiana, María Ángela Holguín, que intercediera para controlar a los medios de comunicación pues, según la funcionaria venezolana, había “un montaje mediático” con el que se pretendía desprestigiar al presidente Nicolás Maduro.

Estos señalamientos no son novedosos. Maduro había escrito en febrero desde su cuenta en Twitter: “No podemos seguir aceptando que la oligarquía mediática colombiana siga mintiendo y sembrando odio sobre Venezuela, es una aberración”.

También desde su Twitter, Delcy Rodríguez fue al contraataque en su pulso bilateral esta semana cuando escribió que la “canciller Holguín pierde su tiempo en Ginebra llevando falsedades sobre la frontera con Venezuela —al mejor estilo de un reality show—”. La funcionaria venezolana, que antes fue ministra de Comunicaciones, insistió en responsabilizar a la prensa el pasado jueves, cuando acudió a una reunión con los embajadores de los países del Alba ante la ONU, en Nueva York. Allí declaró que “hay una maquinaria de guerra en Colombia contra Venezuela”.

Por distintas vías y en diferentes actos oficiales, el gobierno venezolano ha mostrado su rechazo a que exista una matriz de opinión sobre los abusos de las autoridades y militares de su país, encargados de deportar a los ciudadanos colombianos. Para ellos, que haya denuncias sobre violación a los derechos fundamentales de estos repatriados no corresponde a los hechos, sino a un montaje de la televisión, la radio, las revistas y los diarios de Colombia.

A menos de tres meses de celebrar las elecciones legislativas en Venezuela, Maduro enfrenta una crisis económica debido a una notable escasez de productos que se mantiene desde 2013 y a una inflación que no cuenta con cifras oficiales, pero que un estudio de Bank of America proyecta por encima del 172% para finales de este año.

En medio de este escenario, cree el director de la firma Datanálisis, Luis Vicente León, que el venezolano común no se preocupa en exceso sobre lo que ocurre en la frontera, porque tiene otros problemas más inmediatos. El analista explica que “el debate de la frontera sí es útil políticamente, pues desvía la atención de la población cuando construyes en su mente la película de los ‘mafiosos’ colombianos sacando leche, azúcar y el café que no consigues en el resto del país”.

“Luis Vicente León, amigo, yo de la gente de oposición sólo te respeto a ti”, había dicho Nicolás Maduro hace poco más de medio año, durante la transmisión de su programa En contacto con Maduro, transmitido el pasado 10 de febrero. En ese momento se refirió a León como “un hombre serio, un interlocutor de la oposición, de la derecha, está bien, pero un venezolano al que respeto”.

En esta batalla comunicacional, el tabloide de mayor circulación en Venezuela, Últimas Noticias, controlado por el Gobierno, publicó el pasado domingo en su titular de portada: “Apoyo full al cierre fronterizo”. Un día después: “Santos tiene una camisa de fuerza”, haciéndose eco de unas declaraciones de Maduro desde Jamaica en las que volvía a acusar a los medios de Colombia, y el pasado miércoles: “La nueva frontera irá a debate”.

El gobierno venezolano pagó una página completa en el diario estadounidense The New York Times, titulada “La verdad sobre la situación de la frontera colombo-venezolana”. Lo hizo un día después de que ese periódico y The Washington Post publicaran sendos editoriales culpando a Maduro de fabricar la crisis con Colombia. Según el mandatario venezolano, “esos diarios intentan desprestigiarme y a todos los venezolanos”. De nuevo la matriz mediática.

Pero ¿qué opinan en Caracas sobre el cierre de la frontera? La noche del jueves, por ejemplo, los medios digitales, que han crecido en popularidad por la cantidad de espacios informativos que han cerrado y otros que controla el Gobierno, estaban centrados en la cobertura de la sentencia del líder del partido Voluntad Popular, Leopoldo López. El conflicto bilateral pasó a un segundo plano cuando se conoció que el líder opositor fue condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión.

Bajo este clima, El Espectador recorrió distintos lugares de Caracas para preguntarle a una veintena de personas qué opina sobre la crisis fronteriza. ¿Cómo la vive? ¿Cómo la afecta? ¿Se parece a lo que dicen los medios de Colombia o a lo que afirman el gobierno de Venezuela y sus brazos comunicacionales?

Alejandra Ramos vive en Baruta, es ama de casa y tiene 38 años. Para ella, “se desató un caos mayormente político que no tiene nada que ver con lo que dice el gobierno de Venezuela”.

El señor Álvaro Rondón, de 62 años, quien afirmó trabajar en el despacho de la Vicepresidencia de la República, recuerda que el origen de todo es “el contrabando de la gasolina, que se viene arrastrando desde hace años”, y, aunque apoya las medidas de Maduro, se pregunta: “Si una gandola (tractomula) pasa para Colombia, ¿por qué pasa? ¿Por obra del Espíritu Santo? No, ahí tienen que estar involucrados militares y gente del Gobierno”.

El comerciante Luis Arturo López, de 30 años, afirma que sabe poco, pero que intenta leer la prensa de ambos países: “Los colombianos se enfocan en algo específico, que es el derecho humano, y pienso que lo que está pasando va más allá (...) he escuchado en los canales del Gobierno que ahora no hay colas en los supermercados en San Cristóbal y en Maracaibo, dicen que ya no hay colas para hacer compras”.

Édgar Fuenmayor, de 59 años y habitante de El Márquez, una urbanización de clase media en el este de la capital, celebra la medida del cierre de la frontera, “porque los colombianos con su moneda vienen y compran todo y no dejan nada para los venezolanos, sobre todo en Táchira”, pero le da su jalón de orejas al gobierno de Venezuela: “La base de todo es la debilidad del bolívar. Antes sí era fuerte y más bien los venezolanos iban a comprar allá (a Colombia) y era algo más comedido. Ahora es al contrario”.

Por último, el mecánico de 60 años Rafael Maldonado, quien trabaja en Sarría, otra barriada popular del norte de Caracas, concluyó: “Hasta donde me da el cerebro para analizar, pienso que es cuestión de dialogar. Pero no hay que insultarse, no hay que ofenderse”.

El encuentro de cancilleres en Quito

La cita de ayer entre las ministras de Relaciones Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, y Venezuela, Delcy Rodríguez, tenía la intención de acercar posiciones frente a los problemas que tiene la frontera común. El encuentro, logrado por el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, y en el también participó el uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, es el paso previo a un encuentro presidencial. La cancillería colombiana propone avanzar en la solución de los temas comunes para bien de los países y de los habitantes de la zona de frontera, mientras que los venezolanos le piden a Colombia que asuma la responsabilidad y soluciones los problemas de la frontera. Según Rodríguez, en Colombia hay “instrumentos jurídicos que de alguna manera legitiman el contrabando de extracción, que legitiman el contrabando de combustible, que perturban nuestra moneda a través de la afectación cambiaria”. Venezuela también quiere que Colombia asuma el “éxodo masivo” de colombianos hacia Venezuela.

Por Rosaly Graterol / Leo Felipe Campos, Caracas

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