Publicidad

Una patada al tablero

No nos preparamos lo suficiente, no hubo estrategias, menospreciamos al enemigo y hoy nos estamos rasgando las vestiduras.

Fabio Avella Martínez*
27 de noviembre de 2012 - 09:49 p. m.
El fallo de la CIJ generó descontento en el país. En Medellín hubo marchas el fin de semana.  / AFP
El fallo de la CIJ generó descontento en el país. En Medellín hubo marchas el fin de semana. / AFP

Para Nicaragua es un fallo impecable, que va más allá de sus expectativas. Para Colombia, un terrible fracaso, un estruendoso descalabro, que acaba de colapsar nuestra diplomacia internacional. Los argumentos de Colombia no se tuvieron en cuenta en La Haya, fuimos a un juicio en el que no hubo una defensa. La Corte en su sabiduría dividió equitativamente las áreas marinas y submarinas como si no existiera ningún antecedente histórico, como si no le fuera a doler a nadie; no se tuvo en cuenta el ejercicio de soberanía, no se vieron los tratados anteriores negociados con países vecinos.

Los jueces europeos hicieron una división territorial como se solían dividir los territorios africanos entre los países aliados en compensación por las guerras en Europa. Sencillamente le pusieron argumentos legales y humanitarios a un trabajo teórico, de escritorio, hecho de forma impecable con regla y con escuadra por los técnicos, usando matemáticas, proporciones, equidistancias, en fin... ecuaciones que significan todo un cambio de circunstancias, una visión nueva a la luz de un nuevo derecho del mar, del que ni siquiera hacemos parte y que no existía en el momento de formalizar el tratado original.

Es un fallo impecable, comparable a la Hipótesis de Caraballeda, honesta y técnicamente hecha, pero por tratarse de un área estratégica, la solución propuesta “económicamente” no le sirve a Venezuela. El fallo de La Haya está emitido por una Corte extraña al caso, que fue alentada por principios sociales, humanitarios, de igualdad y de equilibrio, repartiendo salomónicamente un niño que no les pertenece, por lo tanto no le dolía dividirlo. En este caso se aplicaron todas las tecnologías modernas sin escuchar a un paciente que llegó por una consulta y terminó operado del corazón. Los jueces nunca escucharon a la defensa, que parecía estar ahí sólo para escuchar un fallo que complacería a Nicaragua y sus aliadas, las transnacionales petroleras, a costillas de Colombia.

No hubo la suficiente diligencia, la defensa no trabajó con seriedad, fue un proceso oscuro tapado por la cortina de la famosa “diplomacia secreta de la Cancillería”, por una cacareada “política de Estado”, a espaldas de San Andrés y del resto de los colombianos. Muchos errores se cometieron, no se ventiló suficientemente este asunto vital frente al país, no se escuchó, porque no se les dio oportunidad a la opinión pública, ni a los académicos, ni a los estudiosos de los temas internacionales.

¿Y ahora qué? Pues todo bien, como lo dijo en sus primeras declaraciones el excanciller Julio Londoño: “Tenemos las islas, que era nuestro objetivo; de lo otro nadie sabe, es una sorpresa, lo vamos a analizar, vamos a evaluar muy detenidamente el fallo en sus alcances y con el señor presidente vamos a buscar soluciones...”.

Desde 1928, casi cien años en esto. Nicaragua llevaba más de 50 años hablando de lo mismo, no nos preparamos lo suficiente, no hubo estrategias, menospreciamos al enemigo, y hoy, como en el caso de Panamá, o como con los Monjes, nos estamos rasgando las vestiduras. Como diplomático de carrera me duele el fallo, pero también me da mucha pena que todo el Gobierno, sin excepción, esté pidiendo la solidaridad del país, diciendo a los cuatro vientos que la solución es desconocer las instituciones internacionales. ¿Porque vamos perdiendo le vamos a dar una patada al tablero y a la mesa?

* Exembajador de Colombia en Nicaragua. Diplomático de carrera.

Por Fabio Avella Martínez*

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar