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El Inpec, contra los muros

El vicefiscal Jorge Perdomo dijo que “hay que empezar a repensar si la seguridad de la cárceles debe seguir en manos del Inpec o de otra institución, como la Policía”. Sindicatos del Instituto lo defienden.

Óscar Javier Neira Quintana, Caquetá
31 de marzo de 2015 - 03:57 a. m.
Cristopher Chávez, alias el “Desalmado”, asesino de cuatro niños en Caquetá, fue recapturado. / Cortesía Policía
Cristopher Chávez, alias el “Desalmado”, asesino de cuatro niños en Caquetá, fue recapturado. / Cortesía Policía

La fuga de Cristopher Chávez, alias el Desalmado, por una falla en los protocolos de seguridad, reconocida por el mismo Instituto Penitenciario y Carcelario (Inpec), tiene a esta entidad bajo sospecha. Ayer, el vicefiscal Jorge Fernando Perdomo anunció la apertura de una investigación para esclarecer la posible participación de miembros del Instituto en la fuga de Chávez, el confeso asesino de cuatro niños de una familia campesina, de la cárcel Las Heliconias, ubicada en Florencia (Caquetá).

Esto tras las denuncias hechas por el director de la Policía, general Rodolfo Palomino, quien el domingo, cuando Chávez todavía no había sido recapturado, sostuvo que la fuga se debió a “un cuadro de corrupción por parte de alguno o algunos miembros de la guardia penitenciaria del establecimiento”.

A las pocas horas, la Unión de Trabajadores Penitenciarios, uno de los sindicatos del Inpec, salió a rechazar lo dicho por Palomino, “quien apresuradamente culpa a nuestros trabajadores, cuando es sabido que la falta de personal del Inpec asciende a 10.000 unidades de custodia y 6.000 empleados administrativos”.
Y ayer en la mañana, el director del Inpec, general (r) Jorge Ramírez, sostuvo que, aunque no descartaba la posibilidad de que funcionarios le hayan ayudado a Chávez a escapar, todo apuntaba a que lo que hubo fue una falla “vergonzosa”. “Aquí se falló en todos los procedimientos que se tienen en establecimiento carcelario. Dichas fallas ocurren cuando no se realizan los protocolos, por lo que ahora se establecerán las responsabilidades individuales”, dijo.

Además dijo que, gracias a indagaciones preliminares, se determinó que hubo “dos situaciones irregulares: no poner un pasador en una de las rejas en las que permanecería recluido y la aparición de una herramienta cortante que facilitó el corte de la reja”, y anunció investigaciones al respecto.

Lo sucedido generó una andanada de críticas contra el Inpec. El vicefiscal, por ejemplo, aseveró que “en Colombia hay que empezar a repensar si la seguridad de las cárceles debe seguir estando en manos del Inpec, o si, por el contrario, debemos avanzar hacia la garantía de la seguridad a través de otra institución, como podría ser la misma Policía”.

En su criterio, esta fuga es “una absoluta vergüenza” y agregó que las investigaciones de la entidad estudian una hipótesis, según la cual, el rompimiento de la malla (por donde habría escapado Chávez) solo se habría dado como un mecanismo distractor, con el fin de ocultar “la verdadera forma de fuga de la cárcel Las Heliconias”. Por su parte, la Defensoría del Pueblo advirtió que desde 2013 se han presentado 10 fugas “que, dadas las condiciones de hacinamiento e infraestructura, podrían ser más frecuentes”. Indicó, asimismo, que esta fuga “deja en evidencia otra cara de la crisis carcelaria y que las medidas tomadas han resultado insuficientes para abordarla”.

Y, por ello, reiteró su llamado al Gobierno para que decrete la emergencia social, “con miras a conjurar la grave crisis humanitaria que se evidencia en la mayor parte de los centros carcelarios del país, porque con los mecanismos ordinarios resultará imposible”.

Así cayó el “Desalmado”

Cojeando, con ropa de calle, un celular dentro de una mochila de colores y con un cortafrío en la mano, Cristopher Chávez, alias el Desalmado, logró huir de Las Heliconias. Cayó mientras esperaba a su esposa, en una invasión de Morelia (Caquetá).

Fuentes judiciales le narraron a este diario los pormenores del escape de este confeso asesino. “El tipo salió del penal. En su fuga de Las Heliconias tenía que saltar un muro de tres metros. Allí, en la caída, se golpeó. Luego siguió por el ducto de aguas negras y llegó a la carretera. Terminó desubicado. Se fue caminando hacia el sur. En una de las parcelas del camino hacia Morelia, un parcelero le disparó y el tipo salió huyendo, cansado, aunque logró llegar a Morelia. Allí se ubicó en una invasión en la vía a Valparaíso”.

Ya en ese punto, después de caminar durante todo el día por terrenos fangosos, Chávez llamó a su esposa y le dijo el lugar donde se encontraba. Su objetivo era llegar al río Caquetá e intentar viajar hasta Puerto Leguízamo (Putumayo), donde viven algunos de sus familiares.

Pero ya estaba muy cansado y se dejó ver de los parceleros del sector, que hacia las diez de la noche ya habían escuchado en la radio que el asesino de los hermanos Vanegas Grimaldo se había escapado de la cárcel. Uno de los pobladores les informó a las autoridades sobre la presencia de un sujeto extraño. Lo anterior, sumado a interceptaciones al teléfono celular de la esposa del fugitivo, permitió a la Policía enviar a una patrullera y a otros dos patrulleros a verificar la situación.

“Allí estaba, con un jean azul húmedo, un trapo rojo en la cabeza, camisa azul celeste, llevaba un celular y una pinza cortafrío. Le pidieron sus documentos, pero no los portaba, y entonces se lo llevaron a la estación y confirmaron que habían capturado al fugitivo”, aseguró la fuente.

Ayer, hacia el final de la audiencia de imputación de cargos por el delito de fuga de presos, Cristopher Chávez Cuéllar aceptó haberse fugado y les pidió “perdón primero a Dios, a la familia de las víctimas y a la sociedad en general, lo hice en un estado sobrenatural, por eso pido perdón nuevamente a todas las personas que les hice daño”, declaró ante los medios.

Aseguró que nadie le ayudó a escapar, que lo hizo por su propia cuenta. Y hacia el mediodía de ayer fue trasladado a la cárcel de Cómbita (Boyacá), donde se espera pague una larga condena por el asesinato de los hermanos Vanegas Grimaldo, perpetrado el 4 de febrero.

 

Por Óscar Javier Neira Quintana, Caquetá

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