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Álvaro Pachón de la Torre el amigo entrañable de Guillermo Cano

En septiembre de 1952 "El narrador indiscreto" como era conocido Pachón asumió la dirección de El Magazín Dominical.

Redacción El Espectador
03 de octubre de 2016 - 03:22 p. m.
Archivo / De izquierda a derecha el tercero es Álvaro Pachón de la Torre.
Archivo / De izquierda a derecha el tercero es Álvaro Pachón de la Torre.

Cuando Guillermo Cano asumió la dirección de El Espectador en septiembre de 1952, El Magazín Dominical quedó en manos de su colega Álvaro Pachón de la Torre, un recorrido periodista que había llegado en febrero de 1948 al diario, después de haberse convertido en el referente periodístico en Bogotá para conocer los sucesos de la Segunda Guerra Mundial. Pachón de la Torre había sido corresponsal de El Universal de México en Nueva York y colaborador del periódico La Prensa de la misma ciudad. (Lea: Los primeros textos de Guillermo Cano en Europa)
 
No obstante, a finales de los años 30 regresó a Colombia, donde primero fue redactor y luego alma y nervio del periódico El Liberal. En 1942, cuando la guerra en Europa acaparaba titulares en el mundo, Pachón de la Torre decidió organizar su propio proyecto periodístico. Por eso, se hizo conocido en la revista Contra–ataque. Igualmente intervino en el semanario Pro Francia Libre. Sus escritos fueron claves para extender una cultura de defensa de la República Francesa ocupada por el régimen nazi de Adolfo Hitler. (Lea: Guillermo Cano comenzó a dirigir El Espectador cuando tenía 27 años)
 
Cuando concluyó la guerra, Pachón siguió publicando artículos en diversos impresos y en 1948 lo hizo por primera vez en El Espectador con un relato titulado: “El retrato macabro”. A partir de ese momento, Pachón dejó el cargo que ocupaba en la Contraloría y se pasó al diario de los Cano en ocasiones escribía con nombre y apellido, y en otras con el seudónimo “El narrador indiscreto”. Cuando no estaba al frente de la máquina de escribir, dictaba sus textos a Flor Romero, quien tiempo después de convirtió en una promisoria periodista y escritora. (Lea: El día que incendiaron la sede de El Tiempo y El Espectador)
 
 
 

Por Redacción El Espectador

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