“Colombia tiene una deuda con el mundo”: Rigoberta Menchú

En su fugaz visita a Colombia, en diálogo con El Espectador habla de la paz en Colombia y de corrupción en la región.

Pedro Mendoza
05 de agosto de 2019 - 11:44 p. m.
Rigoberta Menchú / Joyce Triviño
Rigoberta Menchú / Joyce Triviño

Llegó muy puntual a nuestra cita en Cartagena. Tenía un vestido típico de Guatemala, con laberintos de colores sobre un fondo rojizo. Sonriente, hablamos de generalidades, de la ciudad  y  luego iniciamos la entrevista para El Especatdor.  El tiempo era muy corto me habían dicho los organizadores, no es equitativo  con los años que lleva esta mujer hablando de los derechos humanos y la igualdad. Rigoberta Menchú ganó el Premio Nobel de Paz en 1992 y seis años más tarde el Premio Príncipe de Asturias de la Cooperación Internacional. Con voz tranquila me dijo, podemos empezar. 

El orden de las preguntas en el momento de escribir no importaría, entonces hablamos de Colombia, el primer año del presidente Iván Duque, los líderes asesinados, el proceso de paz.

 “Yo creo que hay una deuda de Colombia con el mundo entero y es el tema de la paz. Si el tema de la paz no se convierte en una agenda social , en una agenda local, en una agenda de Estado y no veamos los resultados, estamos como en esa expectativa que causa mucha incredibilidad, en primer lugar a los procesos de paz, de dÍalogo,  pero también la realidad cotidiana”. 

Con una mirada serena se pregunta por la situación de las alcaldesas y  alcaldes en las áreas de conflicto.  “No sabemos mucho a nivel de derechos humanos en algunas zonas o sea todo el tema de desmovilización, como que de repente nos emocionamos y al final no conocemos mucho.” 

Rigoberta ha venido constantemente a Colombia, conoce el país y me dice en tono enérgico. “Hay que darle más importancia al tema paz, luego todo lo demás. Yo realmente respeto a los colombianos y colombianas porque son los que viven lo cotidiano y nuestra única misión aquí es motivarlos para que sigan adelante”.

La nobel  fue invitada al cierre del Women Economic Forum que se realizó en Cartagena durante  tres días.  Se le notaba entusiasta por su participación, le pregunto por el papel de la mujer en las sociedades modernas. Le refiero una cita del BID. “Cuando hay una o más mujeres en la junta directiva de las empresas, los ingresos percápita son 44% más altos”.

 Aprovecha el momento, toma un poco de agua. “Solo pensar en esta cumbre, que esta ocurriendo aquí en Cartagena. Esto inició hace 25 años y  hace 25 años muchas naciones del mundo estaban interesadas en propiciar espacios para las mujeres y puedo decir que 25 años después no son los gobiernos,  los Estados los que hicieron esta participación, son las propias mujeres, esas mujeres que no se cansaron, esas mujeres que lucharon permanentemente por alzar su voz por pedir paridad en la participación política, nos tiene aquí en Cartagena”.

Termina recordando que ser mujer empresaria era como un sueño en las épocas pasadas,  “no se reconocía el rol de la mujer en la economía”.

Le toco el tema de la corrupción en Latinoamérica, en la cual un informe de Transparencia Internacional  en el sector público en el 2018 dice que la lista de países corruptos la inicia Venezuela, seguida de Nicaragua y su país Guatemala. Termino comentándole que  me llama la atención que casí no se ven mujeres en estos casos de corrupción pública, siempre leemos de empresarios y líderes hombres...

La señora Rigoberta me mira, parece que  algo le molestó. Vino su respuesta y fue directa: para ella en ese informe su país no esta en el lugar indicado. “Yo pensaba que Guatemala ocupaba el primer lugar”. Sonríe. “Se han descubierto las mafias corporativas, solo la señora exvicepresidenta de Guatemala dejó de construir en un periodo de cuatro años once hospitales para los guatemaltecos con lo que se robaron.”   

La Nobel de Paz se refiere a la funcionaria Roxana Baldetti Elias, condenada a 15 años y 6 meses por los delitos de asociación ilícita, tráfico de influencias y fraude.  Ella fue la primera mujer que ocupó la vicepresidencia en Guatemala.

 “Están en la cárcel y nosotros lo que hicimos fue probar estos hechos, no es solo decir que hay corrupción sino  probarlo ante la ley  y llevarlos a prisión y eso es lo que deben hacer todos los pueblos de América Latina. Yo creo que la corrupción y la impunidad son paralelos, son complementarios”, sostiene Rigoberta mientras se refiere a la violación de los derechos humanos, la impunidad, que van juntos en lo que ella  llama democracia simulada. 

“Yo creo que nos debe poner mucha  tarea en cuanto a revalidar quizás nuestras instituciones, nuestras democracias, revalidar la conciencia ciudadana porque también todo esto está vinculado a los pueblos de América Latina”.

También hablamos de paz,  para ella una palabra que va más allá del concepto romántico o esa utopía inalcanzable, o ese deseo de millones de ciudadanos. “ La realidad es impactante. Cuando yo voy a una comunidad donde  pasan los cables de le energía eléctrica en la vecindad pero que no tiene luz,  cuando vamos a un lugar en donde la sequia  actual esta matando a millones trabajadores del campo sin ninguna alternativa de futuro y cuando vamos a ver que los espacios son tan reducidos para la participación política económica… entonces?  La paz queda como solamente una aspiración de dudas. Creo que la paz debe ser fundamentalmente hoy, la educación, a las mentes de toda la población dormida”.

Y luego con su voz pausada esta  indígena sencilla y humana que agradece todo, me dice con fuerza. “ Yo no puedo concebir que en este tiempo el voto es libre y que  la gente todavía sigue votando por gobiernos nefastos o gobiernos que no responden la expectativa social, es un llamado también  a la ciudadanía es un llamado también a la población”.

Terminamos la entrevista y ella salió a la rueda de prensa donde respondió preguntas de política de economía y luego con esa calma en su  hablar dijo: “Yo no  soy la que cambia la humanidad,  es cada persona, cada dirigente. Son cada espacio, especialmente los espacios con poder y yo creo que hoy por hoy son  millones de mujeres que tenemos  poder”.

La premio nobel se despidió con su conferencia ante más de 1.500 personas al cierre del Women Economic Forum, donde el 70% eran mujeres  que  no podrán olvidar cuando les dijo que para sentirse reconfortadas se dieran un abrazo  ellas mismas, el abrazo Maya. “Nuestra vinculación con la madre tierra es la mejor medicina”. 

Por Pedro Mendoza

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