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Archivo / La familia Cano Isaza.
“En presencia de las circunstancias políticas actuales, don Luis Cano ha decidido retirarse desde hoy de la dirección de este periódico”. Este comentario breve, incluido en la edición del lunes 28 de noviembre de 1949, develó que comenzaba la transición en El Espectador. Al día siguiente se anunció que de manera transitoria, el timonel del periódico quedaba en manos de Gabriel Cano, reconociendo no solamente su vocación de periodista, sino su gestión administrativa con estabilidad financiera. (Le puede interesar: Gabriel Cano Villegas: untado de tinta)
No obstante, el anuncio del periódico dejó en claro que se trataba de una misión provisional, “mientras manos más jóvenes animadas por la misma sangre” se preparaban adecuadamente para recibir el honroso y comprometedor legado. En otras palabras, una forma de manifestar que rápidamente la nueva generación de la familia Cano iba a recibir la posta de la dirección. En ese momento, Guillermo Cano y sus hermanos Luis Gabriel, Alfonso y Fidel, llamados “los cuatro ases”, asumían las riendas del diario. (Lea: Luis Cano, una tribuna para el pensamiento)
Tiempo después, Guillermo Cano, en uno de sus escritos, recordó este momento al referir que Luis Cano falleció el 22 de julio de 1950, pero su pluma había muerto el 9 de noviembre de 1949 cuando el gobierno Ospina impuso la censura. “Dejadlo descansar bajo este suelo estéril en que él, terco labriego sembró la libertad; dejad que duerma ahora su corazón tan débil como ella, que en silencio se muere de callar”, escribió Rogelio Echavarría para despedir a quien ejerció la dirección de El Espectador durante 30 años. (Lea: El día que Mariano Ospina Pérez declaró el Estado de Sitio)
Por Redacción El Espectador
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