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'La vacunación es un experimento'

A su paso por Bogotá, la activista planteó sus dudas sobre la valoración que en general se hace de la efectividad de estos medicamentos.

Hernando Salcedo Fidalgo / Especial para El Espectador
28 de noviembre de 2014 - 02:14 a. m.
El autor de la entrevista, el médico Hernando Salcedo, con la doctora Sherri Tenpenny, durante su reciente visita a Colombia.
El autor de la entrevista, el médico Hernando Salcedo, con la doctora Sherri Tenpenny, durante su reciente visita a Colombia.

Entre el 15 y el 17 de noviembre pasados tuvo lugar en el Hotel Tequendama de Bogotá el II Curso-Taller de Medicina Funcional, organizado por Nutrabiotics, al que la doctora Sherri Tenpenny fue invitada como conferencista central. La doctora Tenpenny es una de las mayores activistas a nivel mundial en torno a la oposición argumentada y científicamente sustentada contra la vacunación masiva e indiscriminada. Ha sido jefa de emergencias en Findlay, Ohio, EE.UU., durante más de diez años, y es fundadora de un importante centro de medicina integrativa en el mismo estado. Sus numerosas publicaciones han planteado una ruptura analítica frente al sentido común construido en torno al tema de la vacunación masiva.

Cuando se habla de vacunas, en general se tiene la presunción de que todo es positivo. Y usted dijo en su conferencia que la vacunación es aún un experimento en la historia de la medicina. ¿Por qué piensa que aún es un experimento?

Cada vez que hay un tema con una vacuna y con los efectos secundarios de una vacuna, el Gobierno y la industria farmacéutica hacen lo que esté a su alcance para ocultar este hecho y tratar de identificar cualquier otra razón por la cual no fue la vacuna la que causó ese efecto secundario. Yo utilizo una historia un poco chistosa al respecto y es que cada año, en torno a la Navidad o alrededor del Día de Acción de Gracias, la gente acude al médico con un pie morado. Ellos saben que tienen un pie morado y llegan cientos de personas al médico a quejarse de que les duele, y los médicos no logran identificar qué es el pie morado. Pero todos están seguros de que no tiene nada que ver con el pavo congelado que les cayó encima del pie. Lo mismo ocurre con las vacunas. El Gobierno y la industria buscan cualquier otra razón para explicar por qué la gente se está enfermando, que no tenga relación con la vacuna.

Uno de los argumentos más importantes en defensa de la vacunación en Colombia fue el formulado por Nubia Muñoz —la epidemióloga que describió la relación entre el virus del VPH y el cáncer de cuello uterino—. Ella dijo que la relación entre el virus y el cáncer está comprobada epidemiológicamente y que no es posible oponerse a una vacuna que protege contra el virus.

Asumo que dice la verdad, pero no estoy de acuerdo. Sabemos que hay 15 tipos de virus diferentes del papiloma humano, que están relacionados con el cáncer de cuello uterino, y dos de estos están en la vacuna. Se ha comprobado que estos dos son los menos frecuentes de todos. Entonces estamos dando un falso sentido de seguridad a las personas al decir que no tienen que hacer nada más para prevenirlo. Estamos diciéndoles a las personas que están siendo protegidas de algo, cuando en realidad no lo están. Si uno cree que las vacunas funcionan y cree que lo están protegiendo contra el cáncer de cuello uterino, lo único certero es que está siendo protegido contra dos variedades del virus del papiloma humano, pero no contra todas.

Sanofi-Aventis ha anunciado que la vacuna contra el dengue estará lista para el segundo semestre de 2015. ¿Qué piensa acerca de que, existiendo otras medidas de control, se opte por la vacunación como la medida más eficiente?

Si uno se vacuna contra el dengue y no se enferma de dengue, no se sabe si realmente es porque la vacuna funciona o porque no lo picó el mosquito. Si uno recibe la inyección y genera el anticuerpo, ¿cómo saber si fue el anticuerpo el que lo protegió? Es lo mismo que si yo recibo una vacuna contra la influenza y no me da influenza. ¿Será porque me lavé las manos, o porque no estuve expuesta al virus, o porque tomo mucha vitamina D, o porque soy una persona sana en general? ¿Cómo saberlo? En cambio, uno sí le está metiendo al cuerpo una cantidad de componentes, de los cuales no está seguro qué son.

En términos de riesgo, ¿prefiere la atención primaria en salud y el control de vectores a una vacunación, en el caso de las enfermedades tropicales?

Prefiero lo primero, porque la salud viene desde dentro hacia fuera. Si uno parte de la premisa de que las vacunas son seguras, sanas, que lo protegen y no hacen daño, entonces está relativamente sano y bajan los niveles de control por la susceptibilidad de tener una infección. Si la probabilidad de tener esta enfermedad es muy baja, esto nada tiene que ver con la vacunación. Lo difícil es que uno podría decir: “Bueno, no vacunemos a las personas sanas”, pero resulta que hay personas que son más propensas a las enfermedades y además están enfermas. El problema aparece cuando uno tiene una población enferma, por ejemplo con cáncer; entonces uno piensa “¿la vacuna los va a proteger o les va a causar más daño?”. El pensamiento generalizado es que los protege, pero yo retaría ese pensamiento y lo cuestionaría, porque pienso que los enferma más o los hace más susceptibles a esa enfermedad contra la cual uno está tratando de protegerlos.

Un ejemplo es la vacuna contra el herpes zóster, porque está dirigida a personas mayores de 60 años, asumiendo que tienen condiciones de inmunidad menores y que hay que ayudarlas. ¿Qué opina sobre esta vacuna que está recientemente en boga en Colombia?

La literatura médica dice que en el mejor de los casos la vacuna funciona en un 55%. Uno asume que toda la población tuvo varicela en algún momento y tiene el virus latente de la varicela y se va a desarrollar el herpes zóster, pero en realidad no lo sabemos. Si la vacuna funciona 50% de las veces, ¿realmente podemos decir que funciona? Porque de pronto no a todo el mundo le dio varicela. La vacuna es costosa; alguien tiene que estar pagando por ella, ya sea el paciente, el médico o el Gobierno, pero alguien la está pagando. Y si sólo va a funcionar el 50% de las veces, puede haber otras medidas que se pueden tomar para darle apoyo al sistema inmunológico, y si se es susceptible al virus, tratar de evitar que se desarrolle en herpes zóster. De otra parte, la única razón por la cual tenemos una vacuna contra el herpes zóster es por la existencia de la vacuna contra la varicela, ya que la única forma que tenían los adultos para mantenerse inmunes a largo plazo contra la varicela era activando su sistema inmunológico al ser expuestos a niños que tenían el virus de la varicela. Sin embargo, al vacunar a los chicos contra la varicela, los adultos no están siendo expuestos; esto reduce la inmunidad en ellos y aumenta la susceptibilidad a desarrollar herpes zóster.

¿Podría enumerar una serie de componentes de las vacunas frente a los cuales se haya demostrado que producen efectos secundarios sobre los seres humanos?

Cada uno de esos componentes tiene una hoja de datos de seguridad médica, en la cual se enuncian los posibles efectos secundarios. Componentes como formaldehído, aluminio, polisorbato 80, mercurio, bórax y tritón X100 tienen una hoja de seguridad de materiales. Sin embargo, no hay ni un solo estudio que diga qué ocurre cuando uno los une o los conjuga y cuando hay cuatro o cinco de estos materiales juntos; no hay información que diga si se potencian o no, cuáles son los efectos que pueden causar y qué pasa cuando se unen. Volvemos así a tu pregunta de por qué esto es un experimento. Si unimos todos estos componentes, ¡es como si se tratara del caldero de una bruja!

¿Está de acuerdo con proponer el consentimiento informado para que las personas elijan si quieren ser vacunadas o no?

Pienso que las personas son lo suficientemente inteligentes como para hacer este tipo de elección. Si uno toma la lista de ingredientes y se los lee a los papás, y les pregunta: “¿Usted quiere que le inyecte esto a su bebé?”, incluso las personas con inteligencia promedio van a entender y probablemente a decir que no. Por otra parte los médicos también presionan para que uno se vacune; mencionan y enumeran los peores escenarios posibles y te dicen: “Si te da tal enfermedad, te vas a morir”. Pero no te dicen cuál es realmente la proporción de personas que no se mueren de la enfermedad y qué es lo que realmente pasa con la población en general. Si el médico les dice a los pacientes: “Mira, el sarampión es un salpullido, la tosferina es una tos, el rotavirus es una diarrea”, y lo que tratamos de prevenir es una tos, una fiebre, una diarrea y un salpullido... comparado con toda esta cantidad de químicos inyectados, ¿uno qué puede pensar? Tiene sentido, ¿no?

¿Me da autorización para publicar lo que hemos hablado en el diario El Espectador?

Sí, sólo escribe bien mi nombre (risas). Te voy a dar mi tarjeta. Ahora, el otro tema es que el salpullido y la tos se van y uno queda con inmunidad por el resto de la vida, pero los químicos y las trazas de los químicos se quedan por el resto de la vida y pueden tener efectos secundarios terribles. No creo que sea justo para los padres no saber esto.

 

* Docente e investigador Universidad Externado de Colombia. Miembro de FIAN - Colombia.
* Traducción simultánea de
Carlota Sarmiento.


 

 

 

* Docente e investigador Universidad Externado de Colombia. Miembro de FIAN - Colombia.

Por Hernando Salcedo Fidalgo / Especial para El Espectador

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