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Violencia en Buenaventura repercute en Soacha

En promedio, entre tres y cuatro familias llegan diariamente al municipio cundinamarqués desde el puerto del Pacífico. Homicidios en esa población aledaña a Bogotá aumentaron un 68% entre 2010 y 2013.

Redacción Bogotá
07 de marzo de 2014 - 04:26 a. m.
Violencia en Buenaventura repercute en Soacha

Luego de vivir una estela de horror por cuenta de las ejecuciones judiciales de jóvenes a manos de militares, Soacha aún no se recupera de la ola de violencia que la ha marcado. Las cifras oficiales más recientes dan cuenta de que en el municipio aumentaron un 68% los homicidios en los últimos cuatro años. En Cazucá (la comuna 4), las muertes violentas casi se han triplicado y detrás de ello hay un fenómeno que las autoridades se niegan a reconocer: el desplazamiento intraurbano y la presencia de bandas criminales relacionadas con grupos del Pacífico colombiano, entre otros.

Cazucá es la comuna más grande de las seis que conforman Soacha. En los últimos días los habitantes están aún más alarmados que de costumbre. Dicen que unas 10 personas murieron el fin de semana pasado y que la amenaza de limpieza social, por parte de bandas criminales, está advertida para un mes, por lo menos. Pero en este olvidado sector no hay cifras que concuerden. Al cierre de esta edición, los datos reportados por la Policía del municipio a la Personería señalaban una matanza de cuatro personas en el barrio Ciudadela Sucre, perteneciente a esta comuna. La Defensoría del Pueblo, en cambio, reportó seis asesinatos.

A primera vista parecerían unas muertes más cuyos verdaderos móviles a nadie le interesa reconocer. Pero en realidad son una muestra del creciente incremento de los homicidios en Soacha. En este año, de acuerdo con datos de la Fiscalía, ya se cuentan 43 muertos, la mayoría de ellos hombres menores de 28 años. 43 muertos a los que hay que agregar las víctimas de la matanza del fin de semana en la comuna 4, que aún no han sido incluidos.

Sin embargo, de la situación que vive Cazucá la única entidad que ha hablado del desplazamiento intraurbano y la presencia de grupos como los Urabeños, los Rastrojos o las Águilas Negras es la Defensoría. Este organismo ha emitido alertas desde 2011, sin que hasta ahora haya planes concretos para reaccionar ante esta situación.

En octubre del año pasado este diario contó las amenazas contra estudiantes del barrio La Isla, en la comuna 4, y la muerte de un joven de 16 años que había intentado formar parte de un grupo cultural. En barrios como este se han vuelto pan de cada día las advertencias de jornadas de limpieza social (que contó recientemente Vice Colombia en su reportaje “Las trincheras invisibles de Cazucá”), como la que anda circulando por estos días, y que se teme que durará al menos un mes, según se lee en un panfleto.

La mayoría de homicidios de Soacha están en Cazucá. Mientras que en 2010 los crímenes en la comuna 4 sumaron 32 personas, en 2013 llegaron a la alarmante cifra de 87, lo que equivale a un incremento del 171,8%. En Soacha, en general, los homicidios pasaron de 115 a 194 en el mismo período, lo cual no resulta menos preocupante.

Inevitablemente el estallido de la guerra entre Urabeños y Rastrojos o facciones de estos últimos, como La Empresa, que dieron cuenta de la existencia silenciosa de las ‘casas de pique’ en Buenaventura (ver página 4), ha hecho que los desplazados de esta zona busquen refugio en municipios como Soacha. Tan sólo en agosto del año pasado la Personería reportó su alarma ante la presencia de unas 300 personas que llegaron al municipio, principalmente desde esta región del país. Hoy la Defensoría estima que llegan en promedio de tres a cuatro familias diariamente.

“Lamentablemente lo de Soacha está ligado a la costa Pacífica y se ve con el incremento de desplazados que han llegado al municipio desde allí. Es lamentable que nos quedemos en la discusión del nombre de los grupos que están en Soacha, si son Urabeños o Águilas Negras o lo que sean”, dice el defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora.

Agrega que precisamente en estas ‘goteras’ del país debe haber un plan de choque en materia de fuerza pública y planes sociales, de educación y salud. “Estos barrios se vuelven escenarios de violación de derechos humanos y sólo nos quedamos en la mera discusión de si hay o no desmovilizados”, recalca Otálora.

Aunque las autoridades han hablado solamente de delincuencia común para explicar lo que ocurre en Cazucá, fuentes que han estado en las mesas de seguimiento al proceso dijeron a este diario que ven “con preocupación que está creciendo una situación de tráfico y microtráfico que puede oscurecer a otras organizaciones. También creíamos que había disminuido el desplazamiento desde Buenaventura, pero con el nuevo incremento que se ha notado en estas dos semanas, no podemos decir que estemos tranquilos”,expresó un integrante de las mesas.

No obstante, aún no hay una respuesta ante esta dinámica y sigue latente la posibilidad de que los Urabeños hayan establecido una especie de corredor de conexión entre Soacha y Buenaventura.

Por Redacción Bogotá

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