Voces de esperanza en Buenaventura

Artistas de la región se unieron a la comunidad y pidieron respeto para los habitantes del puerto. El Gobierno y el comité de paro se acercan a un preacuerdo para descartar la declaratoria de emergencia.

Hans Vargas Pardo
30 de mayo de 2017 - 02:21 a. m.
Herencia de Timbiquí, Kilates, Sembembe y Canalón unieron sus voces ayer en el puerto. / Hans Vargas
Herencia de Timbiquí, Kilates, Sembembe y Canalón unieron sus voces ayer en el puerto. / Hans Vargas

Buenaventura amaneció húmeda. Por sus calles, la lluvia corría vigorosa. La brisa golpeaba cada rincón con fortaleza, pero sin causar estragos. La mañana se debatió en una dicotomía climática en la que el sol coqueteaba con iluminar el cielo bonaverense y las nubes jugaban a oponerse a su paso. Al mediodía la partida quedó en tablas. Ya la lluvia había refrescado el día, limpiando las asperezas, las tristezas y esperanzas de los habitantes, mientras el sol empezaba a internarse en la jornada número 14 de un paro cívico lleno de incertidumbres, pero con la convicción de respeto, la cual es exigida por todos, desde el más pequeño hasta el más anciano de sus habitantes. “Véalo. Así lo dice ese cartel. Eso es lo que sentimos”, señala un hombre de edad avanzada, sentado en una de las aceras de la avenida Simón Bolívar, en cercanías del Sena.

Ya vencida la lluvia, los organizadores de esta movilización cívica tenían que vencer otro obstáculo: el permiso de la Policía para realizar, como se había anunciado dos días antes, un concierto en el que diversas agrupaciones del Pacífico apoyarían a la gente, entregándoles nuevas razones para continuar en una manifestación que en sus dos primeras semanas, según Gabriel Velasco, gerente de la Andi regional Valle, ya deja pérdidas para el sector avícola de cerca de $7.000 millones diarios y hay 250.000 toneladas de carga represadas. De acuerdo al censo realizado por la Cámara de Comercio, al 25 de mayo las pérdidas económicas ascienden a $3.568 millones de pesos, sin contar con la perdida de las grandes superficies. Un calculo inicial indica que las pérdidas totales de las actividades económicas de Buenaventura, durante los 14 días del paro cívico, rondan los $90.000 millones.

Hoy se reanudará la negociación y habría un preacuerdo para descartar la declaratoria de emergencia social, económica y ecológica en el puerto, a cambio de reconocer la figura del “patrimonio autónomo” como un mecanismo para garantizar los recursos para Buenaventura.

Letras para otros oídos

Ante una multitud de cerca de 4 mil personas, cantantes y músicos se dieron cita en la iglesia en inmediaciones del Sena, todos con un mismo objetivo: unir sus voces en torno a la protesta pacífica, la paz y el respeto. Esta es, entonces, la historia de cómo desde la otra orilla, un puñado de artistas también desean manifestarse. Escuchar y ser escuchados.

Cuando un artista se pronuncia, lo hace para hablar de sus composiciones. Ayer en Buenaventura el libreto se transformó. Las letras, tonadas, coros y ritmos unieron sus voces para fortalecer el espíritu del pueblo. Así lo considera Mulatho Ortiz, cantante y pianista del género fusión: “Siempre he estado pendiente de lo que ocurre en la ciudad y más con estos días de paro. Los artistas tenemos la responsabilidad de convertirnos en la voz del pueblo, de sus esperanzas y sentimientos. En este momento somos generadores de conciencia no solo a los habitantes de esta zona, sino a todos aquellos quienes no conocen la real situación de Buenaventura”.

Y es que el paro del primer puerto de Colombia ya ha trascendido las fronteras locales. Los departamentos de Cauca y Chocó se unieron en esta intención para manifestar que el Pacífico es uno solo. “Sentimos que esta lucha es contra nosotros como afros. En el país se debe reconocer que, como etnia, hemos aportado al desarrollo bajo la fuerza, el dolor, la sangre y el sacrificio”. Las palabras son de Juan Epifanio Bazam, del grupo Sambembe, de Guapi, un músico que considera que a la gente se le sigue invisibilizando. “Es triste que esto ocurra y ahora es cuando tenemos la oportunidad de transmitir, a través de la energía de la música, una serie de mensajes de positivismo y desafío”.

Mientras el colectivo artístico ajustaba sus instrumentos y afinaba sus voces, en los alrededores del Sena los espectadores ya estaban listos para escucharlos. “Ni la lluvia puede movernos de este sitio”, gritaba un grupo de jóvenes. “El concierto se hace”, coreaba otro. Y así, a las 2:35 p.m. la música fue el detonante de la alegría en la comunidad, que mezclada con la tensión que se vive en las mesas de negociación entre el Gobierno y los promotores del paro, hacía que la ciudad tuviera un clima diferente. Entre el riesgo y el sobresalto, la alegría y la esperanza.

Mientras espera su turno, Otióm, director del grupo Kilates, de Timbiquí, Cauca, es enfático en afirmar que la realidad de Buenaventura es la misma que se vive en el Pacífico colombiano. Igual concepto tiene su compañero Jhosman Saac: “Es por ello que es nuestra responsabilidad denunciar lo que pasa. En cada canción que se presentará hoy, hay un tono de queja, de alegría, de buscar un mejor desarrollo. Pero, ¿sabe cuál es el problema de raíz? Cuando la gente entregó su voto por un plato de comida, un recurso económico o un techo que alguien les dio. Y ahora no tienen derecho a quejarse”.

Para Cristian Salgado, de Herencia de Timbiquí, el apoyo de los artistas a la gente de esta ciudad es fundamental. “Nosotros somos Pacífico y estamos dispuestos a apoyar a la gente. Estamos convencidos de que a través del diálogo se pueden lograr muchas cosas. Y así como la música del Pacífico llegó a Buenaventura y se esparció por el mundo… ¿por qué las buenas acciones políticas, sociales, económicas y artísticas no pueden emanar de Buenaventura?”.

Nidia Góngora, directora del grupo Canalón, de Timbiquí, destaca que acciones como las que se presentan en Buenaventura atacan al espíritu de la gente. “Si todo lo que nosotros somos, todo lo que aprendemos desde niños, se nos transmite por las actividades culturales, pues con acciones tan negativas como las que hacen los gobernantes lo que logran es violar los derechos de la gente. Nosotros, como artistas no manipulamos armas, pero tenemos nuestros instrumentos y con ellos apostamos por la dignidad y la defensa de los derechos”.

Por Hans Vargas Pardo

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